sábado, febrero 24, 2024

Crítica de ‘El amante de Lady Chatterley’: Deseo, peligro

Las críticas de Daniel Farriol:
El amante de Lady Chatterley

El amante de Lady Chatterley (2022) es un drama romántico británico que está dirigido por Laure de Clermont-Tonnerre (The Mustang, The Act). El guion está escrito por David Magee (La vida de Pi, Descubriendo Nunca Jamás), adaptando la novela homónima de D.H. Lawrence («Mujeres enamoradas», «El arco iris»). La historia nos muestra a una mujer que rompe con las formas y tradiciones de su tiempo cuando se desenamora de su marido y comienza una tórrida aventura con un hombre que trabaja en su finca inglesa.

Está protagonizada por Emma Corrin (My Policeman, Retreat), Jack O’Connell (La sangre helada, Godless), Joely Richardson (The Lost Girls, Color Out of Space), Faye Marsay (Deep Water, Love, Nina), Ella Hunt (Master, Dickinson), Matthew Duckett, Marianne McIvor y Sandra Huggett. La película se ha estrenado en Netflix el día 2 de Diciembre de 2022.

Una nueva adaptación de la novela de D.H. Lawrence

La obra literaria de D.H. Lawrence ha sido adaptada al cine y la televisión en numerosas ocasiones y, posiblemente, sea su novela El amante de Lady Chatterley la que más versiones haya tenido. En 2022 ha sido la directora parisina Laure de Clermont-Tonnerre quién ha considerado necesario incidir nuevamente en la historia de una mujer casada de clase alta que se enamora y mantiene relaciones extramatrimoniales con un hombre de clase obrera. Es una adaptación sobria y bastante ajustada al material original que apuesta por el romanticismo en detrimento de otros aspectos de la novela que le otorgaban una mayor riqueza argumental.

Una de las adaptaciones más recordadas hasta la fecha era la realizada en 1981 por el director Just Jaeckin que, además de sus éxitos en el cine erótico con Emmanuelle (1974) o Historia de O (1975), también convirtió a su musa Sylvia Kristel en una apasionada Connie Reid dejándose llevar por los placeres de la carne sin tener en cuenta las futuras consecuencias de sus actos. De hecho, toda la obra de D.H. Lawrence siempre fue tratada de polémica y lasciva, por la manera explícita con que el autor retrataba la sexualidad femenina, es por eso que esta obra estuvo prohibida en el Reino Unido hasta 1960, es decir, 32 años después de haber sido escrita.

Por eso resulta lógico que en una etapa de apertura sexual como fueron los años 70 hubiera cineastas valientes como el citado Jaeckin o el inclasificable Ken Russell que decidieran escarbar en el morbo que despertaban sus novelas para potenciar la erótica de la contracultura. Precisamente, entre las otras adaptaciones de la novela, encontramos la miniserie Lady Chatterley y el despertar de la pasión (Ken Russell, 1993) que estaba protagonizada por la actriz Joely Richardson que, como curiosidad, aquí tiene reservado el papel de Mrs. Bolton para cerrar así el círculo.

Más académica y menos explícita de lo que aparenta

La versión que hace Laure de Clermont-Tonnerre es tan correcta como académica. Es el síntoma de los tiempos actuales, mostrar lo justo para no molestar demasiado a nadie. La sexualidad, pues, se explora desde la estilización visual mediante una fotografía de Benoît Delhomme que recurre a tonos suaves o neutros. La pulsión incontrolable de los amantes, tal vez, hubiera necesitado de un mayor riesgo formal (solo hay un par de momentos de cámara en mano que resultan más molestos que efectivos) o tener la capacidad transgresora inherente al texto, ya que las imágenes terminan difuminadas por un romanticismo de postal, tan limpio como frío. Entre la paleta cromática que se usa destaca el vestuario de Connie en determinados momentos, en especial, cuando porta un vestido rojo pasión que simboliza el deseo que le carcome por dentro.

El amante de Lady Chatterley, el filme, pasa de puntillas por otros temas capitales de la novela como es su tono antibelicista, la reflexión acerca de las diferencias de clases, la hipocresía existente en ambas latitudes o la contraposición entre naturaleza e industrialización como espejo de las pasiones ocultas de los propios personajes. No es que sean cosas que no aparezcan en la película, pero sí queda la sensación de que se abordan de manera obvia o sin profundizar en el meollo de las cuestiones, en especial, en todo lo que hace referencia a las contradicciones internas de cada uno de ellos al abordar sus relaciones con los demás. En este sentido, hay que saber que D.H. Lawrence era alguien al que a menudo se le acusaba de racista, fascista y misógino, por lo que cualquier detalle polémico parece haber desaparecido de la película para evitar dar mensajes contradictorios.

Una historia de amor atemporal

Entre los grandes hallazgos del filme está la elección de Emma Corrin como Lady Chatterley, así como la buena química en pantalla que tiene con el guardabosques interpretado por Jack O’Connell, menos «salvaje» de lo que debería. También se evidencia con suficiente elegancia todo el proceso de aislamiento que sufre la mujer tras contraer matrimonio y cómo va asfixiándose poco a poco hasta hallar en el éxtasis del sexo prohibido una liberación de las cadenas impuestas por las convenciones sociales. Sin embargo, el personaje del marido es demasiado esquemático y aparece aquí como mero antagonista sin mucho recorrido. El discurso feminista se reduce a lo evidente, sin aristas de ningún tipo. Eso sí, la desnudez de la libertad sobrevenida queda bellamente expuesta en la escena de la tormenta. Se podría casi decir que todo es demasiado bonito.

Otro de los momentos cumbres de El amante de Lady Chatterley es el respingo de la mujer durante el abrazo final. Es una forma de regalar al espectador certidumbres concretas a la relación en lugar de las posibilidades que dejaba abiertas la conclusión de la novela. Se busca cerrar la película de manera satisfactoria como si fuera un drama romántico al uso, algo que vuelve a simplificar mucho la trama que, en realidad, tiene muchos más recovecos oscuros y pesimistas sobre la condición humana.

Lo que sí queda claro es que se trata de una historia de amor atemporal que sigue funcionando cien años después de haber sido escrita. Para entender mejor todo lo que supuso en su momento la novela y la figura de D.H. Lawrence para la moral de la época, recomiendo ver una película bastante desconocida que se titula Sacerdote del amor (Christopher Miles, 1981) donde se relatan los últimos años de vida del escritor y sus guerras con la censura. El amante de Lady Chatterley es una adaptación incompleta, pero más que estimable, que sabe cómo conectar con el público al centrar su mirada en el descubrimiento del placer que otorga la libertad.


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El amante de Lady Chatterley

7

Puntuación

7.0/10

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