Las críticas de David Pérez «Davicine» en el 70 Festival de San Sebastián:
Jeong-sun
Como su nombre indica, Jeong-sun lleva una vida ordenada y se comporta con candidez pese a trabajar en una fábrica de alimentos. Yeong-su, un compañero de trabajo, se acerca a ella. Mientras se conocen, disfrutan de su relación secreta y él le hace fotos indiscretas en la cama con la cámara de su móvil. De repente, los demás comienzan a mirarla de una forma inapropiada.
Jeong-sun es la ópera prima de Jeong Ji-hye (Busan. Corea del Sur 1995), protagonizada por Geum-Soon Kim, Kim Kum-soon, Yoonkeum Sun-ah, Cho Hyeon-wooy y Yong Yong-joon. La película se estrenó mundialmente dentro en la competición coreana del Festival de Jeonju, en el que se alzó con el Grand Prize, y se ha presentado en España en la Sección Oficial de la 70 edición del Festival de San Sebastián.
La intimidad expuesta al mundo
Jeong Ji-hye estudió cine en la Universidad de Dongseo, y hasta la fecha había escrito y dirigido los cortometrajes Good Girl (2017), Selling Blood (2018) y Vertigo (2020). Jeong-sun, su primer largometraje, es una obra sobria e íntima sobre la devastadora fuerza de la actual exposición en las redes y la vergüenza.
No son pocos los casos reales que bien podrían haber inspirado esta película, siendo muchas las ocasiones en las que el acoso a través de las redes sociales se lleva a cabo solo por hacer una gracia, pero también puede ser por sacar algún provecho a través del chantaje. En esta ocasión, en vez de centrarse en el vídeo de una joven con poca ropa que se difunde por portales de todo tipo con un fin lucrativo o sexual, optan por algo más íntimo, que sirve tanto para reflejar el dolor personal de quien es victima de la filtración, como del trato que reciben las personas de mediana edad en Corea.
La vergüenza es el tema central de esta historia menos abiertamente explotadora, que nos hace darnos cuenta de lo sencillo que es destrozar una vida, y nos lo reflejan con una base sólida plagada de detalles humanos cotidianos, desde las conversaciones madre e hija a las escenas de cama de la pareja protagonista de los hechos difundidos. Los detalles son los que cuentan, y Jeong-sun se ve impulsada por los sutiles detalles de la impresionante actuación de Geum-Soon Kim, tanto en sus relaciones personales como profesionales, donde de nuevo quedan patentes los problemas que tienen los mayores en esta sociedad actual que parece estar orientada hacia el éxito de los más jóvenes, mientras la divorciada Jeong-sun se enfrenta al vacío de la mediana edad con su hija abandonando el nido.
Un romance entre sutilezas
La aparición de Yeong-su en la rutina de Jeong-sun cambia completamente la vida de la protagonista, pero en vez de mostrarnos de forma explícita el inicio de su relación, de nuevo la cineasta opta por recrearse en los detalles, y la fotografía de la película capta cada mirada furtiva a su compañero de trabajo para que nos demos cuenta de los sentimientos que comienzan a florecer.
En vez de ser una relación que de luz a su vida, y a pesar de la calidez que se nota en la relación entre ellos, su romance se vive en la lúgubre y oscura habitación de un motel, una imagen íntima, tímida e impactante que se ve reforzada por la partitura llevada a cabo por un piano, y contrasta con la consecuente exposición pública de un vídeo grabado entre esas sombrías paredes.
La revelación del video y sus consecuencias no consigue tener tanto impacto en el espectador como si lo tiene el retrato de esta mujer y su lugar en la comunidad, especialmente por la reacción inicial de Jeong-sun, ralentizándose completamente tanto la vida de la mujer como el ritmo de la película una vez llegamos a la difusión del vídeo. Cuando se rompe su ritmo, la película solo parece poder recuperarse por un brusco e inesperado desenlace con un regusto amargo al final, que nos descoloca y nos hace plantearnos si era necesario tanto tiempo para mostrarnos la vida de la mujer y tan poco para ver como se desarrolla su personaje.
Jeong-sun deja patentes las consecuencias de la exposición pública de las intimidades de una pareja, así como el impacto emocional que acarrea a las víctimas, pero pierde intensidad al tardar demasiado en llegar al motor central de la historia, a pesar de lo interesante del planteamiento y el buen uso de la fotografía.
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