viernes, abril 26, 2024

AFF 2022. Crítica de ‘Jusqu’ici, tout va’: Honestidad artística

Las críticas de Daniel Farriol en el AFF 2022:
Jusqu’ici, tout va

Jusqu’ici, tout va es un drama español escrito y dirigido por Francesc Cuéllar. La historia nos sitúa en mitad del rodaje de una película con dificultades para cumplimentar el plan de rodaje por recortes en el horario previsto. Para complicarlo aún más, la actriz principal pide una reunión privada con el director para informarle que finalmente no hará la escena del desnudo que se debía rodar la semana siguiente. Está protagonizada por Lola Marceli (Mercado central, SMS – Sin miedo a soñar), Francesc Cuéllar (El Ramon de les Olives, Imberbe), Anna Pérez Moya, Alejandro Bordanove, Mariantònia Salas, Hodei Arrastoa y Àurea Márquez. Se ha estrenado en España en Filmin durante el Atlàntida Film Festival en Julio-Agosto de 2022.

Un debut teatral y minimalista que sorprende por su profundidad dramática

Jusqu’ici, tout va es el debut como director en el mundo del largo del barcelonés Francesc Cuéllar, un actor y autor teatral que lleva varios años sacudiendo el panorama escénico con obras que suelen involucrar lo experimental con lo convencional, sin olvidar cierto activismo político-social, cosas que también veremos en este trasvase de su universo al cine. De ese modo, su inclasificable ópera prima se convierte en un trabajo de enfoque minimalista en cuanto a su puesta en escena, pero que contiene reflexiones bastante profundas sobre el cine y la vida en general, pudiéndose dividir la película entre tres partes diferenciadas.

En el prólogo vemos a una chica bailando bajo unas luces de colores, desafiando con su mirada a la cámara. En realidad, es parte del rodaje de una película cuyo director es el propio Cuéllar, es decir, estamos en ese subgénero del cine dentro del cine o del metacine si entendemos que muchos de los temas tratados con posterioridad podrían formar parte de una inmersión emocional con tintes autobiográficos del propio autor. El rodaje es un caos, no hay tiempo para repetir planos y en una hora tienen que abandonar la localización.

La parte central de la película se concentra en una sala diáfana que hay junto al plató de rodaje. Allí el director es requerido por la actriz protagonista, Lola Marceli, para debatir una cuestión importante que afectará al rodaje. La mujer ha decidido que no hará la escena de desnudo programada para la semana siguiente y que precisamente iba a ser el clímax de la película que están filmando. Esta segunda parte es muy teatral y se basa en un diálogo tête à tête mediante un sencillo montaje de plano/contraplano. Para el epílogo y emotivo cierre de la historia se vuelve a cambiar de tercio respecto al estilo narrativo a través de unas imágenes familiares grabadas con una cámara casera, una manera explícita de exorcizar frente al espectador los monstruos del pasado del propio Cuéllar.

La caída sin aterrizaje

El título en francés Jusqu’ici, tout va (traducido al español sería «Por ahora, todo va»), se explica en uno de los diálogos que está extraído de la película El odio (Le Haine) (Mathieu Kassovitz, 1995). Hace referencia a un chiste sarcástico sobre un hombre que está cayendo al vacío y dice que todo va bien porque lo importante no es la caída sino el aterrizaje. Esa idea perversa que tenía la película francesa para definir la situación política, social y económica de los jóvenes de los suburbios, se traslada aquí a un entorno sin distinción de clase que engloba tanto las relaciones afectivas como las que se entablan en círculos artísticos durante la realización de una película o el montaje de una obra teatral. Es significativo que Cuéllar decida eliminar la palabra «bien» del título, ya no vamos bien ni durante la caída, no hace falta estrellarse para estar roto.

Aquella película de Kassovitz se utiliza también aquí como ejemplo de honestidad del artista frente a su obra, algo que se debatirá de forma intensa entre Francesc y Lola, entre director y actriz, durante ese apasionante diálogo a dos que sirve para exponer multitud de contradicciones del género humano durante su trayecto vital. Es un tour de force interpretativo de gran altura donde se pone en jaque, entre otras cosas, las relaciones de poder dentro y fuera de escena. La cámara de Cuéllar no busca protagonismo y se lo cede en todo momento a las emociones de ambos intérpretes que se muestran generosos y entregados. No podemos decir que se trate de teatro filmado porque esa noria de emociones la vemos en primer término, pero la estructura de tiempo real de los acontecimientos sí que convierte el juego escénico en un híbrido entre cine y teatro.

Una lúcida exploración del alma del artista

Jusqu’ici, tout va recibió una Mención Especial del Jurado en el Atlàntida Film Festival y es comprensible. Los temas que trata con tanta delicadeza afectan directamente a la industria cultural, al trabajo en equipo, al compromiso y la fe en un proyecto (y en la gente que lo forma). Pone en duda las coordenadas actuales que sitúan la fama y éxito en un lugar privilegiado para el desarrollo del arte, siendo el reconocimiento de los demás una herramienta que, a la vez, puede llegar a desarmar elecciones de los artistas para desarrollar su verdadera creatividad. Hay mucha chicha ahí sobre la que hablar, pero lo haríamos mejor en un cine-fórum, sí esos que ya casi no existen.

En la era del post #MeToo, también se cuestionan asuntos como el abuso de poder, el consentimiento y determinadas decisiones que siguen perpetrando las actitudes del pasado que pretendemos superar, por ejemplo, en referencia al cuerpo femenino o la sexualidad. Pero más allá de todo eso se habla del pacto de confianza entre dos personas, ya sea para hacer una película o en una relación de amistad/amor, algo que debe basarse en la sinceridad y el respeto mutuos, sin que los objetivos de uno pasen por encima de las necesidades del otro y/o viceversa.

Jusqu’ici, tout va es una película modesta en lo presupuestario y pequeña si tenemos en cuenta su escasa duración de 66 minutos. Sin embargo, hay algo en ella que te atrapa en esa espiral de sentimientos, vulnerabilidades y egos, convirtiéndose en una lúcida exploración del alma del artista. Si además de todo es sirve para recuperar a una actriz como Lola Marceli en su máximo esplendor, sin duda, habrá que tener en cuenta a Francesc Cuéllar en sus futuros proyectos de cine.


¿Qué te ha parecido la película?

Jusqu'ici tout va

7

Puntuación

7.0/10

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