miércoles, mayo 1, 2024

Centenario Alain Resnais: Crítica de ‘Te amo, te amo‘ (1968)

Las críticas de José F. Pérez Pertejo:
Te amo, te amo

Los primeros quince minutos de Te amo, te amo son los únicos en los que la narración discurre de un modo cronológico y, a pesar de que la información que se facilita al espectador es más bien sucinta, el relato sigue unos parámetros medianamente comprensibles: un hombre, que ha intentado suicidarse y se restablece en un sanatorio, es captado por un grupo de científicos para llevar a cabo una experimentación sobre viajes en el tiempo que, previamente, han ensayado con un ratón de laboratorio.

Hasta aquí la premisa argumental y el planteamiento narrativo de lo que vendrá a continuación: un film que coquetea con el surrealismo, con la escritura automática y con el cine experimental en el que Alain Resnais da un auténtico salto al vacío asumiendo más riesgos estilísticos, formales y narrativos de los que asumiría nunca en su ya de por sí audaz filmografía.

Te amo, te amo es, en su más intrínseca naturaleza, una película de ciencia ficción pero alejada de todos los clichés, escenarios y recursos habituales del género, no hay exhibición alguna de efectos especiales, el rigor científico es inexistente y el personaje protagonista no tiene el más mínimo carisma para funcionar no ya como héroe sino, siquiera, como antihéroe: Claude Ridder (Claude Rich) es un tipo gris que trabaja embalando paquetes en una editorial sin ningún ánimo de prosperar (rechaza un ascenso) que un buen día se enamora de Catrine (Olga Georges-Picot) de la que tampoco se resalta ninguna virtud que la haga admirable.

El inquietante grupo de científicos ha diseñado una máquina del tiempo, algo así como una tienda de campaña neumática con apariencia de calabaza gigante, en cuyo centro hay una especie de colchoneta sobre la cual se coloca el sujeto que, previa inyección de un fármaco no menos inquietante, va a viajar un año en el pasado y regresar al presente en un minuto.

La excusa argumental de un presunto fallo en el diseño del experimento sirve a Resnais para poner en marcha todo su mecanismo fílmico a través de un intrépido montaje que cabalga al ritmo de la música del compositor polaco Krzysztof Penderecki. La narración está absolutamente fragmentada hasta el punto de que a veces el film parece un collage de planos y secuencias que se repiten y se encadenan con pequeños saltos temporales hacia atrás y hacia adelante.

Con este planteamiento, Alain Resnais juega con dos de sus temas favoritos: los efectos del paso del tiempo y la memoria como (frágil) cualidad humana para pervertir y subvertir los recuerdos que ese paso del tiempo va dejando en la psique de cada ser humano. Los fragmentos de la vida de Claude Ridder nos son ofrecidos como piezas de un rompecabezas que, como espectadores, podemos (o no) intentar encajar en una comprensión racional. Si a todo esto añadimos la posibilidad de que, en algunos momentos, el personaje esté soñando, la inteligibilidad completa del film se convierte en una hazaña casi imposible. Algo que, probablemente, estaba en las intenciones del propio Alain Resnais y de su guionista Jacques Sternberg (nuevamente volvió a recurrir a un escritor reputado para la escritura del guion).

El caso es que, a pesar de la complejidad creciente a medida que avanza el metraje y, por tanto, de la enorme exigencia para el espectador, resulta difícil no fascinarse ante Te amo, te amo y no dejarse llevar por el flujo de imágenes y fragmentos de guion que, en conjunto, evocan reflexiones sobre otros temas (no menores) como la tristeza, el miedo, la culpa o los difusos límites entre el sueño y la vigilia.

Sternberg y Resnais juegan con el mar como escenario recurrente del cual surge Ridder en el inicial (y parcialmente fallido) viaje en el tiempo. Su salida del agua, con gafas y tubo de buceo, para encontrarse con Catrine tendida en la orilla, rememora (acaso) el único momento feliz de su vida y quizá ahí radique la causa de porqué vuelve una y otra vez a ese momento y a ese lugar grabado de forma especial en su memoria. Tiempo y espacio como generadores de la evocación de su más sublime momento vital. Un juego inconsciente de la memoria tan presente aquí como tantas veces en el cine de Resnais.

No será el único juego de Resnais en Te amo, te amo. A través de la decoración de los diferentes espacios, Resnais va dejando pinceladas de sus referentes literarios (incluido el cómic), musicales o pictóricos. Es en este último aspecto, el pictórico, donde la dirección artística juega con el espectador llevándolo a los límites de lo real. Hay una clara intencionalidad en la profusión de dibujos, grabados y pinturas surrealistas que ocupan las paredes del despacho y del dormitorio del protagonista Ridder, y no es casualidad que precisamente una lámina de «El imperio de la luz» de René Magritte aparezca hasta en tres ubicaciones diferentes a lo largo del film.

Te amo, te amo fue un absoluto fracaso de taquilla; a la ya de por sí arriesgada radicalidad de la propuesta, tampoco le ayudó el momento en que se estrenó: 1968 en un París mucho más ocupado con sus célebres protestas estudiantiles que en ir al cine a ver una película de muy difícil catalogación.


Te amo, te amo no está disponible actualmente en ninguna plataforma en nuestro país y tampoco existe ninguna edición en formato físico. Existen algunas ediciones extranjeras en DVD y Bluray ninguna de las cuales incluye pista de audio o subtítulos en castellano, la de Kino incluye subtítulos en inglés.

Te amo, te amo

6

Puntuación

6.0/10

1 COMENTARIO

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