sábado, febrero 24, 2024

Crítica de ‘Y mañana el mundo entero’: Derecho a la resistencia

Las críticas de Daniel Farriol:
Y mañana el mundo entero
 
Y mañana el mundo entero es un drama alemán dirigido por Julia von Heinz (Was am Ende zählt, Hanni y Nanni 2). La propia directora escribe el guion junto a John Quester (Hannas Reise, Standesgemäß). La historia se centra en Luisa, una joven de buena familia que estudia derecho y quiere que las cosas cambien en Alemania. Para ello, decide unirse a un grupo antifascista cuyos actos pacíficos pronto se irán volviendo cada vez más violentos como modo de resistencia ante el auge de los ultraderechistas. Está protagonizada por Mala Emde (Charité en guerra, 303), Noah Saavedra (Bauhaus, Hochwald), Tonio Schneider, Andreas Lust (The Eremites), Luisa-Céline Gaffron (El profesor de persa, El año que dejamos de jugar). La película se ha estrenado en España a través de Netflix el día 6 de Mayo de 2021.
 

El auge del nuevo fascismo

Y mañana el mundo entero toma prestado un verso de la canción “The Rotten Bones are Trembling” de Hans Baumann que servía para ensalzar el espíritu de las juventudes hitlerianas. Sin embargo, en la película parece tomar un sentido ambivalente. No sé si pretende describir la amenaza latente del nuevo fascismo o la posibilidad de reconquistar un espacio de libertad a través de la lucha antifascista. El tema central de la película y el debate que pone sobre la mesa se centra en el uso de la violencia para dirimir esa batalla política e ideológica.
 
Se podría decir que la directora berlinesa, Julia von Heinz, pone en imágenes su propia historia de juventud y rememora en la película sus tiempos como activista. Aunque ella los vivió en los 90, sitúa la acción en un presente reconocible, en la pequeña población de Mannheim, en la Alemania Occidental. Un partido de la extrema derecha llamado AfD (Alternativa para Alemania) campa a sus anchas por todo el territorio, lanzando consignas racistas y homófobas durante sus concentraciones públicas. A pesar de que la directora quiso plantear la película como una historia localista basada en sus propias experiencias, ha terminado sorprendida por la universalidad del tema que trata y lo fácil que resulta identificarse en otros países con esa misma situación. El auge de la extrema derecha no solo ha sucedido en Alemania, es algo común en todo el mundo, pero lamentablemente la película no busca estudiar las causas ni explicar los motivos de este fenómeno.

Violencia vs. Violencia

Tal vez sea eso lo que se puede achacar negativamente a Y mañana el mundo entero. Es una película demasiado ambigua en su mensaje y poco clarificadora en la exposición de ciertas actitudes de los personajes. En muchas ocasiones tira la piedra y esconde la mano, como sucede en su desenlace. Al igual que no se investiga sobre las causas que llevan a alguien a glorificar el pasado nazi o querer expulsar del país a personas por su condición sexual, religiosa o étnica, tampoco se profundiza en la deriva obsesiva de la protagonista hacia todo lo contrario.
 
El alter ego de la directora es Luisa, interpretada con brillantez por la joven Mala Emde. En realidad, es una niña rica que quiere rebelarse contra su familia y su privilegiado estatus social. Se empieza a juntar con colectivos de pensamiento izquierdista que viven de okupas y dedican el tiempo a reventar manifestaciones de la extrema derecha. Primero en base a pancartas y consignas de rechazo y, poco a poco, convirtiéndose en un grupo radical que hace uso de la violencia para amedrentar a sus oponentes. Desde el primer momento, la directora nos muestra los distintos enfoques que tiene la izquierda para confrontar el auge de la derecha. Y cómo siempre, no se ponen de acuerdo. Unos quieren combatirla de forma pacífica a través de la palabra, mientras que otros ansían pasar a la acción, rompiendo coches, propinando palizas y planeando acciones más propias de un grupo terrorista. ¿La única posibilidad real de combatir la violencia es con más violencia? Es la gran pregunta que sobrevuela toda la película, pero que la directora tampoco se atreve a responder.
 

Socialistas de salón y otros activistas del montón

De hecho, ella misma se ha convertido en una Salonkommunist, algo que se podría traducir como socialista de salón y que sería una buena definición para todos aquéllos que lanzan consignas antifascistas tras un perfil anónimo en las redes sociales de su smartphone. Los protagonistas principales son jóvenes que proceden de familias con alto nivel adquisitivo y que no necesitan preocuparse por cuál será su futuro. Algunos de ellos ya están realizando planes porque en el fondo saben que su activismo es temporal. En definitiva, son «niños de papá» con ínfulas de superioridad moral que, probablemente, en pocos años estarán construyendo su vida sobre los cimientos del capitalismo. No estoy seguro de que exista una intención crítica por parte de la directora, más bien una forma de atestiguar la realidad a la que ella misma pertenece. Me parece bastante interesante comprobar el contraste generacional entre el ímpetu de los jóvenes y la actitud de la «vieja guardia», representada por el personaje de Dietmar (excelente Andreas Lust). 
 
Y mañana el mundo entero fue pre-candidata al Oscar 2021 y causó cierto revuelo en el Festival de Venecia o el Festival de Chicago. Es una película efectista que tiene una fuerza visual considerable. La directora hace un uso constante de la cámara en mano para seguir en primera persona al personaje de Luisa. Eso le sirve para adoptar un tono realista y casi documentalista que logra momentos de gran intensidad dramática. Sin embargo, resulta mucho menos interesante todo el trayecto vital de la chica en el ámbito íntimo. Se forma un extraño triángulo sentimental que desvía la mirada de lo verdaderamente importante, mientras se decide obviar, por ejemplo, la relación familiar contra la que la chica se rebela (más allá de la obviedad de situar a una vegetariana en una escena de caza). 
 

La resistencia a través de las artes

Tengo sensaciones encontradas con Y mañana el mundo entero. Me parece apasionante todo lo que expone, pero no tanto la forma en qué lo hace. Durante el visionado mi escepticismo hacia la obra fue creciendo por muchos motivos, pero de igual modo sigue estando en mi pensamiento horas después de haberla visto y eso es algo que cada vez cuesta más en los tiempos de cinefagia e inmediatez en qué vivimos. Es un filme que plantea muchas cuestiones sin resolverlas, tal vez por eso te obliga a regresar a sus imágenes para intentar esclarecerlas. En la película hace referencia al Art. 20 párrafo 4º de la Ley Fundamental para la República Federal de Alemania (el equivalente a nuestra Constitución) en la que se menciona el derecho que tienen las personas a la resistencia activa ante cualquiera que busque socavar la democracia social del país. La manera de llevar esas palabras escritas a la vida real es la cuestión, como suele suceder con la interpretación qué hace cada uno de casi todas las leyes. La directora ha cambiado las piedras por expresar su rabia a través del cine.
 
Julia von Heinz cita entre sus influencias cinematográficas a Margarethe von Trotta, Andrea Arnold o Jacques Audiard, también encuentro algo del efectismo visceral de Fatih Akin. Más allá de la discutible exposición del mensaje, es innegable la capacidad visual que tiene la cineasta para proponer imágenes que conectan con el espectador. Es una película muy recomendable para seguir la corriente del nuevo cine alemán y, también, para todos aquéllos que disfruten con el debate ideológico y que no tengan miedo de confrontar en un espejo sus propios cuestionamientos morales.
 

¿Qué te ha parecido la película?

Y mañana el mundo entero

6.8

Puntuación

6.8/10

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