La influencia pictórica de Kelly Reichardt
El humanismo y el capitalismo
La aparición de la vaca del título lo cambiará todo. Reichardt desmitifica los postulados habituales del wéstern y describe aquélla época como un momento histórico lleno de miseria y violencia intrínseca. La vaca pertenece al terrateniente local, el hombre poderoso e influyente del pueblo. Es un símbolo de la riqueza, del capitalismo que excluye a los pobres del acceso a alimentos básicos para sobrevivir. Los dos antihéroes de First Cow tendrán la peligrosa idea de ir cada noche a ordeñar la vaca para utilizar su leche en unos panecillos aceitosos que cocinarán para vender posteriormente en el mercado. Se convertirán en todo un acontecimiento en el pueblo y la gente se peleará por comprarles uno. Cómo es lógico la cosa no acabará demasiado bien, en gran parte por el exceso de ambición de conseguir más dinero de forma rápida. El sueño americano es para ellos montar una panadería con la que ganarse la vida. Ahí se conecta el pasado con nuestros tiempos.
First Cow es una película de apariencia pequeña con un ritmo parsimonioso en la que suceden pocos hechos relevantes durante sus más de dos horas de duración. La clave para mantener el interés es el retrato global del entorno, su contexto social y la amistad creciente entre los dos hombres descrita en base a los pequeños detalles. La película de Reichardt tiene un estilo muy ascético que aúna las influencias de Robert Bresson con las enseñanzas del cine humanista de maestros japoneses como Kenji Mizoguchi o Yasujirō Ozu. Todo eso sin perder el gusto por una narrativa naturalista muy personal centrada en los personajes, algo que ya demostró en la maravillosa película episódica Certain Women: Vidas de mujer (2016). Si en aquélla había un marcado tono feminista, en First Cow busca trascender los roles de género establecidos por el imaginario colectivo del wéstern.
‘First Cow’ una película insólita
First Cow está rodada en formato de 4:3 para marcar diferencias con el formato panorámico habitual que caracteriza al wéstern en todo su esplendor. Así obliga a concentrar nuestra mirada en los personajes y no en el espacio. El fotógrafo Christopher Blauvelt (Emma, La desaparición de Eleanor Rigby) realiza un trabajo meticuloso con la luz natural tanto en las escenas diurnas como en las nocturnas. Hay que reconocer que la oscuridad de éstas últimas puede exasperar en algún momento como ya sucedía en una anterior colaboración del tándem en Night Moves (2013). La banda sonora compuesta por el desconocido William Tyler también es una maravilla y parte fundamental para dejarse llevar por la belleza de una historia tan simple como concisa.
First Cow se cierra con una gran elipsis que nos conduce al principio de la película sin volver a mostrarlo. Presente y pasado, de nuevo. La caligrafía exenta de artificios de la directora se mueve por terrenos dónde la emoción perdura, incluso cuando recorrer el camino propuesto pueda resultar arduo. No todos los espectadores estarán dispuestos a entregarse a un filme tan minimalista que requiere de una paciencia inusitada en los tiempos que corren. Reichardt es una cineasta verdaderamente independiente. Sus trabajos están al margen de las tendencias estéticas derivadas del estilo Sundance. Solo por eso siempre hay que aplaudirle y recibir sus películas como un acontecimiento insólito. ¿Y que hay más insólito hoy día que un wéstern?
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