sábado, febrero 24, 2024

Crítica de ‘Minari. Historia de mi familia’: Tierno y delicado retrato familiar

Las críticas de David Pérez «Davicine»:
Minari. Historia de mi familia

Escrita y dirigida por Lee Isaac Chung (Munyurangabo), Minari. Historia de mi familia se convirtió en la gran triunfadora de la pasada edición del Festival de Sundance, donde fue reconocida con el Gran Premio del Jurado y con el Premio del Público, se presentó en nuestro país dentro de la Sección Oficial de la 65 Seminci, y se ha alzado con el Globo de Oro a la Mejor película en lengua extranjera. La película se estrena en cines de España el 12 de marzo de 2021 de la mano de A Contracorriente Films.

Minari está ambientada en los años 80 e inspirada en las vivencias del director, y sigue a una familia coreana-americana que se muda a una pequeña granja de Arkansas en busca de su propio sueño americano. La casa de la familia cambia completamente con la llegada de su abuela. En medio de la inestabilidad y los desafíos de esta nueva vida en el campo, la película muestra la resistencia innegable de la familia y lo que realmente hace un hogar. Una tierna y amplia historia sobre lo que nos arraiga.

Una familia unida ante la adversidad

La película está protagonizada por Steven Yeun (Burning, Ojka), Yeri Han (Niebla), y el joven actor Alan Kim, junto a Will Patton (Armaggedon, Mensajero del futuro), entre otros, y todos ellos dan forma a este tierno y delicado retrato centrado en una familia que lucha por mantenerse a sí misma, y demuestra que Lee Isaac Chung tiene una gran habilidad como narrador de vidas golpeadas por la vida, pero sin necesidad de hacer hincapié en el drama ni buscar que nuestras emociones afloren, simplemente haciéndonos partícipes de sus vivencias.

Problemas de salud, conflictos matrimoniales, altibajos laborales… Casi nada parece estar bien en la vida del matrimonio formado por Jacob (Steven Yeun) y Monica (Yeri Han), e incluso las cosas parecen empeorar cuando Monica invita a su madre, Soon-ja (Yuh-Jung Youn), a mudarse con ellos desde Corea del Sur. No es una abuela convencional, e incluye un nuevo factor desestabilizador, su complicada relación con el hijo enfermo de la pareja, David (Alan S. Kim), pero todo esto es empleado por el director para abordar cuestiones más importantes sobre lo que significa cultivar una vida mejor y lo que se necesita para salir adelante ante cada bache, aprendiendo a sobrevivir y prosperar.

Estamos ante una película tranquila y paciente, y Chung trabaja en pequeñas secuencias que se van acumulando -casi sin darnos cuenta- para dar forma a algo grandioso, creando una película repleta de pequeños momentos que nos sorprenderán. Igualmente, el cineasta no ignora todos los problemas que se presentan a esta familia, pero tampoco quiere centrarse en muchos de ellos, y trata de forma ligera las desdichas de muchos inmigrantes, los problemas económicos e incluso los temas relacionados con el racismo, intentando sacar lo positivo en cada caso, liberando tensión gracias a la calidadez de muchas situaciones, como la bienvenida que dan los feligreses de la iglesia local a esta familia de habla coreana.

Emoción y ternura más allá del drama

Si todo fueran golpes, la película habría sido un dramón, pero en vez de eso Chung no juega con nuestras emociones y salpica el guion con momentos tiernos y divertidos, sobre todo en la relación con David y su abuela, lo que no implica que deje de lado tratar temas más serios como la tensa relación entre marido y mujer o las dificultades de los inmigrantes para asentarse en ciertas zonas.

Minari. Historia de mi familia nunca acaba de convertirse en una película triste, a pesar de los desafíos que se van encontrando los personajes, y es que el desarrollo de los personajes y la bella fotografía no hace mas que provocar en nosotros nuestra preocupación (que no lastima) por la vida de la familia. No tenemos que ser asiáticos o inmigrantes para identificarnos con lo que les está pasando a los Yis, pues la película es, en resumen, universal, y nos recuerda que las verdades más profundas de la inmigración se encuentran en las pequeñas historias de familias que luchan por encontrar un nuevo hogar. De hecho, no se aprecia un interes por generalizar la experiencia del inmigrante, pero gracias al cuidado que presta a todos los detalles se llega a la desorientadora soledad que forma parte de ella. 

Al igual que la planta que da título a la película, Minari. Historia de mi familia sirve para recordarnos que cualquiera de nosotros puede crecer en cualquier lugar y reponerse tras una tragedia, y si ese mensaje cala en algún espectador, su objetivo estará cumplido.


¿Qué te ha parecido la película?

Minari

7

Puntuación

7.0/10

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