Las críticas de Daniel Farriol:
Cima a la amistad (The Climb)
Cima a la amistad (The Climb) es una comedia estadounidense dirigida por Michael Angelo Covino que también co-escribe el guion y la protagoniza junto a Kyle Marvin. Es una historia sobre el vínculo inquebrantable de la amistad entre dos hombres a lo largo de toda su vida. Será un compromiso que permanecerá vivo por encima de discusiones, traiciones e infidelidades. Además de Covino y Marvin, aparecen como intérpretes en el filme Zina Wilde, Talia Balsam, Gayle Rankin, George Wendt, Judith Godrèche, Daniella Covino y Eden Malyn. La película no se ha estrenado en salas comerciales en España, pero fue la clausura fuera de concurso de la Sección Perlas del Festival de San Sebastián 2019. Ahora puede verse en Movistar+, Apple TV, Google Play y Amazon desde el día 15 de Febrero de 2021.
Dos amigos dentro y fuera de la pantalla
Cima a la amistad es una original y atípica comedia que supone un soplo de aire fresco en el cine independiente estadounidense. El sello Sundance está cada vez más encorsetado en un formato demasiado reconocible donde existe poca libertad creativa. Así que se agradece encontrar propuestas indies que utilicen campos expresivos distintos. En este filme se explora en profundidad la amistad entre dos hombres como si describiera una historia de amor. Esa extraña pareja en la ficción la forman Kyle y Mike, que son los nombres de pila verdaderos de los artífices de la película, Kyle Marvin y Michael Angelo Covino. Ambos escriben el guion y la protagonizan, además de que éste último es también el director. Corvino demuestra tener un talento inusitado para la puesta en escena. Suponemos que la historia no estará basada en su propia relación, pero probablemente hayan jugado a exagerar algunos elementos de su personalidad. Mike se describe como alguien comprensivo y bondadoso. Kyle como un egocéntrico posesivo.
Cima a la amistad se divide en 7 capítulos que nos irán desvelando la personalidad de esos dos tipos unidos por un vínculo inquebrantable. Su amistad estará por encima de cualquier desavenencia, engaño, traición o incluso infidelidad. Para el origen del proyecto hay que remontarse hasta 2017 cuando realizaron el cortometraje The Climb. Allí teníamos a dos amigos que mantenían una conversación coloquial mientras subían en bicicleta un empinado puerto de montaña. Cuando uno de ellos le confesaba al otro que se había estado acostando con la mujer con la que iba a casarse, se iniciaba una persecución en bicicleta que nos hacía comprender los vaivenes existentes en la relación entre esos dos hombres. Es un cortometraje de 7 minutos que se repite al inicio de la película y sirve como el primero de los sketches. A partir de ahí, asistiremos a la evolución de esa amistad en los posteriores años durante situaciones rocambolescas ambientadas en un entierro, una cena familiar de Acción de Gracias o en una boda.
La influencia del cine francés y europeo en ‘Cima a la amistad’
Cima a la amistad tiene un humor afilado y surrealista que, al mismo tiempo, posee la curiosa impresión de ser ligero y banal. Podríamos definirlo como una imposible combinación entre el minimalismo de Jacques Tati, la acidez de los Monthy Phyton y la irreverencia de los hermanos Farrelly. Nos describe una relación en esencia tan sólida como tóxica que, pese a estar tratada con mucho humor, posee un cierto halo de amargura y tristeza. Las vicisitudes de la vida, el amor, el desamor, el sexo, la muerte, la familia o la paternidad, sirven para enmarcar esta apología de la amistad masculina.
Pero por encima del tratamiento de la historia está el tratamiento formal con el que Michael Angelo Covino decide filmar su historia. Los 7 fragmentos en que se divide son como pequeños cortometrajes en sí mismos, cada uno de una duración distinta, que comparten el estar grabados casi íntegramente mediante el recurso del plano secuencia. Hay momentos de verdadero virtuosismo técnico donde el director se luce con el movimiento descriptivo de la cámara, en especial, cuando utiliza las transiciones y las elipsis dentro de una misma toma. La ligereza aparente se convierte en una pieza de cámara con soluciones visuales brillantes.
Existe una gran influencia en la puesta en escena de todo el cine francés y europeo de los años 60 y 70, conservando la libertad escénica que tenía la nouvelle vague. El director no se esconde. En una escena que sucede en el interior de un cine, se puede ver en la pantalla un fragmento de Le Grand Amour (Pierre Étaix, 1968). Por otro lado, la banda sonora está repleta de canciones francófonas de George Brassens, Gilbert Bécaud, Jaqueline Taïeb, Nicole Martin o Isabelle Pierre. Esa musicalidad le otorga un aura atemporal a esta curiosa comedia que seguro te sorprenderá.
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