jueves, abril 25, 2024

Crítica de ‘Ready Player One’: Gran cine marca Spielberg, rechacen imitaciones

Las críticas de José F. Pérez Pertejo: Ready Player One

Tengo la convicción de que Steven Spielberg siempre ha hecho lo que ha querido hacer, no creo que nunca, ni siquiera en sus inicios haya tenido que hacer una película por compromiso o por exigencias de una productora que siempre (o casi siempre) ha encabezado él mismo. Tengo la firme opinión (aunque aquí podría hacer alguna excepción) de que Spielberg hace cine de autor, aunque tenga éxito (o no), aunque reviente la taquilla (o no), aunque llene las salas de espectadores palomiteros que jamás irían a ver una película de, pongamos, Michael Haneke y no pisen una sala de versión original ni por equivocación. Cualquiera que repase con la mirada limpia y con conciencia cinéfila la filmografía de Spielberg se dará cuenta de que en (la mayoría de) sus películas se pueden distinguir elementos temáticos y rasgos estilísticos que, sin duda alguna, conforman ese concepto de autoría tan manoseado por algunos cinéfilos con una visión reduccionista de lo que es el cine.

Personalmente siempre me he declarado hijo cinematográfico de Spielberg, pertenezco a una generación en la que muchos espectadores recibimos siendo niños y adolescentes una educación (sentimental) cinéfila con sus (acaso) mejores películas. Lo bueno que tiene el cine es que, a diferencia de la paternidad biológica, uno puede tener más de un padre y Spielberg no ejerce sobre mí una paternidad exclusiva, pero también es cierto que me siento en deuda con él por todos los momentos que me hizo disfrutar y por haberme hecho descubrir que el cine es algo más que un entretenimiento aunque a veces solo pretenda (y no es poco) entretener. Tengo un buen amigo que piensa (y siente) igual que yo respecto a esto y cada vez que Spielberg estrena una película bromeamos con el deber moral de ir a ver “la última de papá” que, dicho sea de paso, no siempre nos gusta por igual.

Apenas unos meses después del estreno de Los archivos del Pentágono, Spielberg nos regala una película completamente distinta ejerciendo eso que siempre ha sabido hacer tan bien de alternar el cine espectáculo con las películas dramáticas ya sean adaptaciones literarias o episodios históricos y que alcanzó, quizá, su momento cumbre cuando en 1993 parió La lista de Schindler y (el primer) Parque Jurásico y puso de acuerdo a crítica, público y entregadores de premios.  

Llega ahora Ready Player One, adaptación de la primera novela de Ernest Cline, un tipo que a juzgar por su edad (que ronda la mía) es otro hijo cinematográfico de Spielberg, empapado de la cultura cinéfila, musical, estética y videojueguil de los ochenta y primeros noventa del pasado siglo, que ha visto cumplido su sueño de trabajar con “papá” al realizar él mismo (junto a Zak Penn) la escritura del guion sobre el que construir la adaptación cinematográfica.

Ready Player One nos sitúa en 2045 en una sociedad distópica en Columbus (Ohio) donde un joven de nombre Wade Watts (Tye Sheridan) trata de huir de su insatisfactoria vida a través un sofisticado videojuego llamado Oasis al que por lo visto juega casi toda la población mundial. La novela, y por ende la película, propone un interesante cruce entre la realidad mundana y la realidad virtual en la que los diferentes personajes alternan sus identidades reales con sus alter-egos en el juego y establecen unas relaciones en las que los vínculos cibernéticos y humanos se entrelazan para que Spielberg despliegue su universo sentimental al tiempo que da una auténtica lección de como integrar la (portentosa) creación visual en la narración de la película.

Lección, por cierto, que deja a la altura de becarios (a ver si aprenden algo) a los Zack Snyder, David Ayer, Joss Whedon, James Gunn y demás compinches que pretenden hacer cine de entretenimiento y (a menudo) se les olvida que lo primero y fundamental es tener algo que contar y construir unos personajes carismáticos para hacerlo. Los explotijos, el ruido y la furia, la creación digital y demás alardes visuales son un medio, no un fin en sí mismo. Si Spielberg ha sido durante casi cincuenta años y sigue siendo el auténtico mago del cine de entretenimiento es porque siempre (unas veces con más acierto que otras) ha antepuesto la historia y los personajes a los recursos técnicos.

Porque detrás de una película visualmente irreprochable y tremendamente entretenida (no tengo la más mínima intención de contar la trama);  y detrás del nostálgico escaparate a la época en la que nacieron los videojuegos a través de incontables (algunas muy divertidas) referencias cinéfilas, musicales y tecnoculturales, Ready Player One deja espacio para ejercer un cuestionamiento ético sobre la deshumanización a la que un exceso de tecnología puede someter a la sociedad o sobre la falsedad de las identidades construidas artificialmente: “en la vida real no te gustaría, no tengo este cuerpo ni esta cara” dice en un momento la protagonista femenina a nuestro particular héroe Wade/Parzival. Y esto, que puede parecer exagerado, no está demasiado lejos de la sociedad en la que vivimos, ni distópica ni de ficción, en la que los seres humanos reales vamos camino de dedicar menos tiempo a ser que a parecer.

Spielberg sigue sabiéndose rodear y aunque aquí no tengamos a su compositor de cabecera (John Williams ha cumplido ya los 86), la partitura de Alan Silvestri hace que no le echemos demasiado de menos y cumple a la perfección con el cometido de acentuar la acción, las emociones y las múltiples referencias cinéfilas que salpican el metraje incluido un portentoso (y divertido) homenaje a uno de los grandes cineastas de la historia al que Spielberg siempre ha citado entre sus maestros. Ahí lo dejo. La dirección de fotografía recae una vez más en Janusz Kaminski que da coherencia a la continua alternancia entre acción real y creación digital. En cuanto al reparto, Spielberg evita en esta ocasión a las grandes estrellas y cuenta con intérpretes solventes aunque poco conocidos como el citado Tye Sheridan (El árbol de la vida) u Olivia Cooke (Bates Motel) y con uno de sus actores recurrentes durante los últimos años, un camaleónico Mark Rylance muy alejado de su papel en El puente de los espías.

9.5

Puntuación

9.5/10

1 COMENTARIO

  1. Spielberg siempre ha sido y continua sinedo uno de los más grandes, y lo que es mejor, no en un sólo género. Aunque a veces, se haya vendido demasiado. El cine actual no sería lo mismo sin su genio.

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