martes, marzo 19, 2024

Crítica de ‘The Party’: Destapando la hipocresía de la alta sociedad

Las críticas de David Pérez «Davicine»: The Party

Sally Potter nos deleita con una comedia repleta de tragedia que transcurre en la actualidad y en tiempo real en una casa de Londres. Janet es la anfitriona de una pequeña reunión de amigos para celebrar su nombramiento como portavoz de asuntos sanitarios del partido de la oposición. A su marido, Bill, sin embargo, se le nota preocupado. Llegan los amigos, algunos de los cuales viene con sus propias novedades impactantes, y la velada va avanzando. Bill realiza un anuncio al que siguen una serie de revelaciones que, rápidamente, derivarán en una confrontación generalizada. Las impresiones propias y de unos sobre otros van esfumándose, al igual que los canapés, y la fiesta no avanza como se esperaba.

Política, trabajo, familia, sexualidad,… todo ésto son los ingredientes de lo que podría parecer una mera comedia a simple vista, pero tanto en continente como contenido nos damos cuenta que es mucho más, y es que The Party es una afilada y mordaz crítica de todos esos temas presentados bajo el marco de una «amigable» velada con motivo de una celebración. Estamos ante lo que podríamos considerar una más que digna actualización de ¿Quién teme a Virginia Woolf?, todo un clásico atemporal, al igual que podría acabar siéndolo The Party.

La decisión de presentar todos los acontecimientos dentro de una casa ayuda a que el espectador no pueda salir del ambiente hostil y claustrofóbico que se va generando entre las paredes de este domicilio, mientras que la ausencia de color, y la decisión de presentarla en blanco y negro, permite que nada nos despiste ni en el mensaje ni en la forma, pues apreciamos con mucho más detalle cada gesto del gran reparto así como cada detalle, pues desde el color de la butaca de Bill hasta las paredes de la casa, todo forma una paleta uniforme que crea el cuadro perfecto para esta tragedia.

Kristin Scott Thomas da vida a Janet, una delicada mujer de humildad autoimpuesta por su pasado, pero con un gran orgullo y quizás más liberal de lo que ella desearía ser. Su contraparte es su mejor amiga, April, serena, cínica y caprichosa mujer interpretada por Patricia Clarkson, que se alegra de las alegrías de Janet, pero cree que las cosas podrían ser aún mejores si se hacen a su manera, lo que choca en más de una ocasión con su marido. Ambas son el eje central de la historia, más allá de sus respectivas parejas, que aportan pero hace tiempo ni siquiera forman una parte importante en la vida de ellas. El esposo de Janet, Bill, ausente y bastante bebido, tiene sus propios problemas como para estar de celebración, y Timothy Spall se mete perfectamente en la piel de este naufrago en medio de un mar de discusiones, que tan sólo se siente apoyado y comprendido por el marido de April, Gottfried, interpretado por Bruno Ganz, quien sirve de alivio cómico con su mentalidad cerrada hacia la medicina occidental, y su filosofía de vida repleta de meditación y búsqueda de la felicidad con un punto de vista muy distante al de su mujer. En contrapartida estilística y filosófica a Gottfried tenemos al elegante Cillian Murphy en el papel de Tom, un trajeado financiero que sólo desea ser el mejor en todo, pero tiene un complejo de inferioridad que parece que sólo puede ser superado de forma poco recomendable. Quizás, las que menos aportan a la historia principal, pero sí que muestran algunos problemas de la sociedad actual, es la pareja formada por la profesora Martha y su alumna, recién casadas y fecundadas, e interpretadas por Cherry Jones y Emily Mortimer. 

Los personajes pueden ser personas reconocibles, además de la política, tenemos académicos, financieros, coach de la vida,… pero no son meramente estereotipos, ya que Potter tiene claro que no todo el mundo practica lo que predica. Todas las actuaciones son magníficas en esta pequeña farsa, y los siete personajes permanecen en pantalla la práctica totalidad de la película, permaneciendo siempre en el set al mismo tiempo a petición de la directora, para conseguir, gracias al rodaje en cámara en mano y la presencia de tantos actores en un espacio tan reducido, una sensación claustrofóbico en la que el drama y la comedia chocan como chocan las distintas ideas políticas. Mientras sucede algo tan normal como unos canapés quemándose en el horno, se discute de temas del día a día y se atacan mutuamente este grupo de amigos con una agresión pasiva. Lo que comienza como una serie de bromas sobre la vida moderna y las ideas que cada uno tiene, pronto deriva en una furia desatada al destaparse las verdades que tanto deseaban ocultar. 

Rodada tan sólo durante dos semanas en un estudio, está claro que Potter se benefició de un reparto pequeño pero excelentemente elegido, de la misma moda que el blues, rock, reggae, jazz, tango, y otros estilos, están al servicio de unas secuencias elocuentes seleccionadas con gran precisión para incrementar el dramatismo o suavizar la tensión cuando la ocasión lo merece (que son pocas).

The Party es el equilibro perfecto de drama y comedia en un ambiente claustrofóbico y abiertamente teatral, con diálogos amargamente divertidos en los que tienen cabida la política, la familia, la fidelidad y la medicina, demostrando que no es recomendable confiar tanto en los estereotipos.

Nota de Autor: Crítica recuperada de su primera publicación durante la 62 Seminci.

7

Puntuación

7.0/10

1 COMENTARIO

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