sábado, febrero 24, 2024

‘Una especie de familia’: Entrevista a Bárbara Lennie

Barbara Lennie protagoniza la última película de Diego Lerman, Una especie de familia, un drama social donde la adopción ilegal es el foco de atención. Nos reunimos con la talentosa actriz para charlar sobre la película, la maternidad y su fresco acento argentino.

¿Qué te animó a aceptar el papel?

Por un lado me apetecía el viaje, rodar en Argentina. Cuando conocí a Diego Lerman tuve la intuición de que nos podíamos entender y pasarlo bien artísticamente. En segundo lugar, cuando leí el guion me quedé como… “¿Esto qué es? ¿Cómo voy a hacerlo? No entiendo nada…”. Esa incredulidad fue la que me animó a aceptar, era un reto.

Malena, el personaje al que interpretas, tiene una intensidad emocional muy alta durante toda la película. ¿Cómo te preparaste para abarcarlo?

Es una de las cosas más delicadas del personaje. Es excesivo, es difícil empatizar con tanta intensidad. Para mí, como actriz, era ver por dónde entraba a Malena. Diego me insistió en abarcarla desde la “no forma”, es decir, como si el personaje siempre estuviera entre dos pensamientos, que cuando parece que va a hacer algo de repente cambia de opinión y hace otra cosa. El estado en el que se encuentra Malena es como cuando no te encuentras bien y estas mucho tiempo sin dormir. Esa sensación de abismo, de flotar. Pensar en esa sensación me ayudó.

¿Cómo gestionas tanta intensidad en set? ¿Tienes algún truco para no acabar loca al final del rodaje?

Lo que pasa es que me pilló en un momento vital en el que necesitaba soltar mucho. A veces las películas te llegan en momentos en las que las necesitas, y con Una especie de familia me pasó. De pronto me habían ocurrido cosas dolorosas y la oportunidad de irme a 10.000 km de casa y poder volcarlas era un regalo. Me resultó agotador y me quedé seca, pero a la vez disfruté de poder estar en ese estado.

La película está ambientada en America del Sur y trata el tema de la adopción irregular de bebes. ¿Es una situación habitual en la zona?

No sé si es habitual en toda America del Sur, pero en misiones (que es la región donde se sitúa la película) es una realidad palpable. En El 25 de Mayo, que es el pueblo donde rodábamos y donde estábamos viviendo, hay casas donde están estas mujeres embarazadas y hay redes más o menos establecidas de tráfico de bebes. Es donde los bonairenses van habitualmente a adoptar, muchas veces de forma legal. Es una zona donde hay mucha inmigración Croata, Alemana, Polaca… Entonces los rasgos de la gente son blancos y rubios, y aunque sea triste, es el perfil de bebé que mucha gente quiere.

¿Dónde crees que debería estar el límite de esas mujeres y hombres que quieren ser padres a toda cosa?

Lo que yo haría está muy alejado de estas prácticas. No tengo esa vocación o instinto maternal tan desarrollado. Creo que para ser madre no puedes pasar por encima de todo. No puedes explotar, matar, robar… hay límites.
En la película, Malena deja de poder pensar. Todo lo razonable se le escapa, es una huida hacia delante en el que el resto de la realidad ha dejado de tener importancia para ella.

¿Crees que ha cambiado el concepto de la maternidad en los últimos tiempos?

Creo que ha habido un gran cambio. Creo que hoy en día la maternidad se entiende como un derecho, no como una obligación. No hace tanto, en España, prácticamente no se concebía no tener hijos. La mujer los tenía y ya vería si le gustaba o no. Ahora hay una corriente que reivindica la posibilidad de no tenerlos, de tenerlos de otra manera… Creo que hay un cambio de paradigma en la sociedad que ofrece más posibilidades.

¿Has conocido a alguien que se viera en la misma situación que Malena?

Si. Diego estuvo mucho tiempo investigando. Me pasó muchas entrevistas con diferentes mujeres que habían pasado por una situación como la de Malena. Además, yo tuve una entrevista muy larga con una mujer cuya historia se parecía muchísimo a la de mi personaje. Fue genial poder escucharla, sobre todo porque me contaba detalles de la vida cotidiana que me vinieron muy bien. Fue muy generosa compartiendo su experiencia y me ayudó muchísimo.

En Una especie de familia la protagonista es una mujer, y la gran mayoría de personajes que mueven la acción son también femeninos. ¿Crees que está cambiando la posición de la mujer en el cine?

Quiero pensar que está cambiando y que cambiará más. Creo que es necesario. Creo que hay muchas historias y muchas mujeres a retratar que merecen atención. Agradezco que se hagan y que me llamen para hacerlas. Aunque, curiosamente, en el guion original el médico era el que ayudaba a Malena a llegar al desenlace final. Pero pensamos “¿Por qué? ¿Por qué debería llamar a un tío? Ha empezado el viaje sola y se merece acabarlo sola”. Hay que prestar atención a los detalles o puedes quedarte a medias.

Rodar en una zona tan asilada me imagino que habrá sido duro.

Hubo muchas dificultades. Es un lugar en el que se va la luz todos los días, varias veces. Eso significa que no tienes internet, y para mí era estar bastante aislada. También solía cortarse el agua. Además era una convivencia muy intensa. Rodábamos entre 12 y 14 horas al día, y cuando llegabas al micro-hotel también se hospedaba el resto del equipo, con el que cenabas todas las noches. Había una sensación de Gran Hermano y secuestro un poco extraña, pero también es cierto que en el mundo del cine se genera una sensación de comunidad muy chula. Había gente de Brasil, de Francia, de Argentina… A pesar de todas las dificultades lo disfruté mucho.

En la película tienes un acento perfectamente argentino.

Es que me sale natural. En mi casa se habla con acento (ndr: Sus padres son argentinos), estoy muy vinculada a Argentina y viajo un montón allí. Lo que tuve que hacer es poner atención al lenguaje cotidiano de los argentinos, a las expresiones. Pero por lo demás solo tuve que perder el pudor a creerme argentina, y ya está. Fue muy guay.

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