Cuando Fox no sabía cómo continuar la saga Alien, contrataron al guionista de Perdidos para que rebozara un guión lleno de defectos que tituló Prometheus y consiguieron que Ridley Scott lo dirigiera. Los múltiples y sonrojantes fallos argumentales de dicha precuela hacían presagiar que la continuación (que ha cambiado tres veces de nombre durante la producción y ha terminado recurriendo al nombre de la saga de la que quería independizarse) aprendería de sus errores, pero el hombre es el único animal que tropieza dos (y hasta tres) veces con la misma piedra y Alien: Covenant es la prueba de ello.
Esta secuela (y, a la vez, precuela de la saga Alien) es demasiado dependiente de Prometheus y es uno de sus mayores fallos, principalmente porque arrastra las consecuencias de un guión tan defectuoso. Además, la ausencia dentro del metraje que se estrena en cines de una conexión inicial con la película precedente (la explicación se ha reservado para un vídeo de apenas dos minutos estrenado en redes sociales) da cierta inconsistencia a la trama y la inexistente presentación de personajes (también visto en una escena eliminada publicada con anterioridad) provoca poca empatía con los protagonistas por parte del público.
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