martes, marzo 19, 2024

Crítica de ‘La gran muralla’: Matt Damon contra las bestias místicas

Las críticas de David Pérez «Davicine»: La gran muralla

Si pensamos en una película de Universal Pictures con Matt Damon al frente del reparto, lo primero que nos viene a la cabeza es que estamos ante un éxito en taquilla de gran presupuesto; cuando pensamos en Zhang Yimou, nos vienen a la cabeza sus grandes trabajos en los que nos traslada a un mundo onírico y fluido de batallas épicas y sensibilidad a flor de piel; y si pensamos en alienígenas enfrentándose a guerreros con arcos y espadas, no podemos más que dejar de pensar en películas de serie B. Pues mezclando todo eso nos encontramos con La gran muralla, donde al más puro estilo de Cowboys & Aliens, nos mezclan una gran producción con una época pasada en la que lo alienígenas nos atacan y para plantarles cara no tenemos ni la tecnología ni los recursos militares actuales o futuros.

La gran muralla es la mezcla perfecta del cine que gusta en China, con sus personajes heróicos y salvadores de la raza humana y con peleas en las que la gravedad no hace apenas acto de presencia, ambientada en la mítica gran muralla pero con un presupuesto y recursos que dan lo mejor de Hollywood, incluida una de sus estrellas en alza.

Tras deleitarnos con joyas visuales como Hero y La casa de las dagas voladoras, Zhang Yimou acepta este encargo para contar la historia de una fuerza de élite que defiende con valentía la estructura más emblemática del mundo para la humanidad, siendo su primera película rodada íntegramente en inglés, aunque también la mayor producción jamás rodada en China.

Matt Damon sabe desenvolverse en películas de acción, y llevar su personaje a la china feudal no le supone ningún esfuerzo, pues tan sólo tuvo que cambiar sus armas modernas habituales por arcos y flechas con los que plantar cara a seres desconocidos, haciéndolo con la misma soltura con la que Bourne se desenvuelve en persecuciones de coches. Damon es el bueno, Damon es el salvador, y Damon destaca por encima de cualquier otro actor de la cinta, a pesar de contar con compañeros de reparto de la talla de Jing Tian, Pedro Pascal, Willem Dafoe y Andy Lau.

Obviamente, en China, y entre los fans del cine oriental, muchos acudirán a los cines por los actores asiáticos de primera fila que cuenta esta película, pero está claro que ni siquiera consigue hacer sombra la presencia de Andy Lau, a quien hemos visto en más de un centenar de películas de aventuras, mafias e incluso dramas de la talla de La casa de las dagas voladoras, Detective Dee y el misterio de la llama fantasma, Juego sucio o Una vida sencilla, todas ellas estrenadas con cierto éxito en España y disponibles en soporte físico. Sólo Jing Tian acapara algo más de protagonismo en la cinta, una actriz muy conocida en China, con más de una decena de títulos a sus espaldas, pero que veremos en breve en muchas otras películas de Estados Unidos, como Kong: La Isla Calavera o Pacific Rim: Uprising, tanto por méritos propios como por las nuevas colaboraciones para coproducir películas con China y atraer a ese mercado de millones de espectadores ansiosos por seguir descubriendo macroproducciones de acción.

Dado que los grandes nombres chinos no parecían suficiente reclamo para su estreno en Estados Unidos, Damon ha sido acompañado de Pedro Pascal y William Dafoe. Pascal, como compañero de aventuras infatigable de Damon hace una buena labor, y aunque no tiene tiempo de lucirse, si que nos presenta claramente la forma de pensar del canalla de su personaje, consiguiendo desencasillarse de su trabajo en Juego de Tronos o más recientemente Narcos. Dafoe, por su parte, está claro que ya no busca papeles protagonistas, o no se los ofrecen, y se limita a ser un secundario de renombre que aporta poco más que su nombre a los créditos, pues a pesar de la gran cantidad de películas en las que aparece cada año, de pocas nos acordamos de su personaje más allá de Nymphomaniac.

Si de algo no peca La gran muralla es de espectacularidad visual, pero eso es algo que parece implícito en cualquier película de Zhang Yimou. Desde las coreografías de todos los personajes, los planos con los que juega, la fotografía que nos permite disfrutar cada una de sus películas, sin olvidarnos de algunos paisajes oníricos y unas combinaciones de colores que no sólo se aprecian en los entornos, sino también en la ropa de los personajes, Yimou nos deleita con planos que bien podrían ser cuadros para exponer en nuestras mejores paredes. Si hay una razón para ver la película, es por estar dirigida por Yimou. La primera batalla en la muralla entre los Tao Tei y la Orden sin nombre nos recuerda a una versión menor de la batalla en el Abismo de Helm, pero Yimou dota de una intensidad trepidante a la secuencia, en la que cada facción de la Orden sin nombre tiene una función y habilidad específica, estableciendo Yimou cada una de ellas como si un gran dominó se tratara, dejando caer las diferentes piezas de un modo espectacular.

El cineasta es capaz de cambiar de registro y seguir con su sello, no importa que estemos ante una película tradicional de aventuras chinas, una macroproducción o una película más intima y personal, Yimou es reconocible con tan sólo ver unos minutos de sus películas, y siempre es de agradecer. Puede que ver alienígenas sea algo a lo que no nos tenía acostumbrados, y el exceso de efectos digitales para la creación de los mismos nos descoloque un poco en una película que quizás ganara más como película histórica que como leyenda sobre la gran muralla, pero aún así este título es digno de su filmografía.

En toda gran producción los efectos especiales juegan un papel importante, y puede que aquí aún más al tratarse de enfrentamientos con seres de más allá de nuestras «fronteras» terrestres. Muchos de los efectos especiales que aquí vemos no sorprenderán ni nos sacarán de las épicas batallas a quienes estamos acostumbrados a ver películas asiáticas en las que las peleas se realizan sin ningún tipo de respeto a las normas de la física, con golpes que lanzan a los rivales a decenas de metros de distancia, con saltos en el aire y sucesiones de golpes en el mismo con tiempo para hacer una paella a cualquier otro mortal. Siempre han sido capaces de introducir estas escenas dentro de un mundo de fantasía convincente, y aquí es donde flojea La gran muralla, pues desde los planos aéreos de la muralla que da titulo a la película, hasta las peleas con los seres y su presencia masiva en algunas secuencias, se nota demasiado el trabajo realizado por ordenador, echando de menos planos aéreos reales de la gran muralla, o algún «muñecón» real que interactúe con los actores, y no una película tan digital, que en ocasiones parece estemos ante un videojuego.

Más allá de la trama, que nos pueda convencer o no, y de los efectos especiales, al servicio del espectáculo, La gran muralla es un producto creado para ser disfrutable, sacarnos durante más de una hora y media de nuestras rutinas, y adentrarnos en una leyenda china capaz de ser visionada por cualquier espectador más allá de su nacionalidad. Está claro que no pasará a formar parte de las mejores películas de Zhang Yimou, pero sí que será otro buen titulo palomitero con Matt Damon al frente del reparto.

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