sábado, abril 20, 2024

Crítica de ‘Criando ratas’: Talento en contenido ultra low cost

Las críticas de Agustín OlivaresCriando ratas

Criando ratas es una película única, y para entenderla y valorarla hay que conocer la historia de su gestación. Carlos Salado, director-guionista-compositor-fotógrafo (a partir de ahora “hombre orquesta”) decidió hacer una película de cine quinqui hace seis años, y seis años es lo que le ha costado completarla. Sin presupuesto, con actores no profesionales, un protagonista metido en chirona en mitad del rodaje (durante todo un año) y demás desventuras han marcado la producción de una película que pretende recuperar el legado del cine quinqui de los ochenta. Y la jugada no le ha salido mal.

La película nos cuenta la historia de diversos personajes que habitan en un barrio deprimido. La trama principal la protagoniza Ramón, un delincuente drogadicto que debe mucha pasta al narco más chungo de lugar, y tan solo cuenta con unas horas para devolvérsela si no quiere palmarla.

El hombre orquesta, junto al productor Ruben Fernández, ha conseguido roda una película sucia, auténtica, que rezuma verdad. La gran mayoría de intérpretes lucen fantásticos, sobre todo el protagonista Ramon Guerrero. Sin duda eso es gracias a una excepcional labor de casting y, sobre todo, de dirección de actores. Esto no quiere decir que no haya algunas interpretaciones pasadas de rosca (los matones gitanos del final), pero la grandísima mayoría son estupendas, creando personajes que no podrás olvidar en mucho tiempo. La autenticidad de Mauri y de Pistolica son innegables.

El estilo de la película es realista. Carlos Salado suele nombrar como influencias el cine dogma, la nouvelle vague o el neorrealismo italiano. En mi opinión creo que del que más bebe es de éste último, aunque la influencia de Eloy de la Iglesia o Jose Antonio de la Loma es innegable. Aunque, eso sí, los medios con los que han contado en Criando Ratas no eran ni remotamente similares, así que el resultado todavía es más guarro y realista.

Como he comentado, la historia está formada por diversas tramas, cuyo peso varía en el conjunto final. Hay tramas ligeras de tiempo (pero no de contenido) que nunca se cruzan con la principal (la de Pistolica, por ejemplo), hay otras que parecen ligeras pero que al final tendrán un peso específico en el desenlace (la de Mauri o la de la prostituta) y hay otras que nunca se cruzan con la principal, sino que funcionan como una historia en si misma (la de los tres chavales haciendo gamberradas). En total, si no me he descontado, hay cinco subtramas ¡Y todas en 80 minutos!

Con respecto a la duración creo que debería haber durado 10 o 15 minutos más. Hay cierta descompensión en los actos, quedándose el tercero bastante más corto que los dos primeros. Esto se traduce en un desenlace demasiado acelerado, demasiado adrenalínico para asimilar todo lo que pasa. Además, creo que hay ciertos planos que se quedaron en montaje, y que hubieran ayudado a entender mejor el final. Por ejemplo, no queda claro cómo el Rumano despista a los Hungaros, o en qué momento Ramón se encuentra con los Gitanos Matones y lo empiezan a perseguir. Ambos puntos hubieran servido para dejarnos respirar (en el caso de los húngaros) para volver a estresarnos con Ramón. Pero igual estoy alucinando. En cualquier caso, la sensación final fue anticlimática. Hubiera agradecido un epilogo en el que ver a Ramón con el narco, aunque al final no se supiera qué pasa. La tensión que se palpa en las escenas que ambos comparten es fantástica, podría haber sido un final muy rico.

La banda sonora es genial. Las rumbitas se me pegan como cola de contacto, y eso que yo soy más de death metal y Tino Casal. Además, Salado se marca unas orquestaciones que complementan perfectamente el drama de cada escena, dotando de épica y epilepsia las partes de acción, o de emotividad las partes más blanditas.

Hay aspectos que no voy a valorar porque creo que son secundarios en esta película, ya que hay que tener en cuenta tanto el qué como el cómo se hizo. Teniendo en cuenta que la estructura dramática estaba muy bien pensada, pero que los diálogos se improvisaron para que los interpretes (que, no lo olvidemos, no son actores formados) estuvieran más sueltos ¿Cómo los puedes valorar? O, por ejemplo, sabiendo que no contaban con iluminación más allá que la que había en cada localización, y que la cámara que utilizaron hoy en día está obsoleta (¡Era de cinta en 720!) ¿Cómo puedes valorar la fotografía?

En definitiva, Criando Ratas es un exitoso experimento. Es única, emotiva, sucia, carismática. Tiene unos personajes que encandilan, y una verdad en la que cualquier persona que haya crecido en un barrio se verá reflejada. No es una película perfecta, pero es auténtica.

Podría decir muchas más cosas, pero creo que lo mejor es que la veáis. Y no tenéis excusa para no hacerlo: está colgada en youtube. Y para que no os canséis buscándola os la dejo aquí mismo:

 

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