viernes, marzo 29, 2024

Crítica de ‘Hijos de la medianoche’: Fantasía y realidad del conflicto indio

Las críticas de David Pérez «Davicine»Hijos de la medianoche

Hijos de la medianoche es un paso más de su directora Deepa Mehta para acercar el estilo de cine de la India depurado con el mejor cine de autor europeo y aderezado con un toque del cine comercial estadounidense, basándose para ello en la aclamada novela de Salman Rushdie «Hijos de la Medianoche». 
Se nota en toda la película que la cineasta ha tenido una larga trayectoria en muchos ámbitos, pues esta producción tiene toques de fantasía, heredados de su etapa como guionista de  películas para niños, pero también tiene su sello de identidad en la trasmisión de los sentimientos, algo que le ha dado en su pasado, con su primer trabajo en solitario, Sam y yo, una Mención Especial del Jurado de la Cámara de Oro del Festival de Cannes. Por si fuera poco, sabe lo que gusta para vender un producto en Estados Unidos, pues ha dirigido varios episodios de la serie de televisión Las aventuras del joven Indiana Jones, lo que la permite que Hijos de la medianoche tenga ingredientes de aventuras y acción que nada envidian a las grandes producciones, sin olvidarnos de como, ha conseguido que su cine tenga gran repercusión internacional gracias a Freda y CamillaFuegoTierra Agua, todas ellas laureadas en multitud de certamenes.

Hijos de la medianoche nos cuenta como, coincidiendo con la medianoche del 15 de agosto de 1947, mientras la India proclama su independencia de Reino Unido, una comadrona de un hospital de Bombay intercambia las etiquetas de identificación de dos bebés recién nacidos. Saleem Sinai, el hijo ilegítimo de una mujer pobre, y Shiva, el vástago de una pareja adinerada, se ven abocados a un destino que no les correspondía. Sus vidas se entrelazan de un modo misterioso, además de estar unidas de forma inseparable en el turbulento devenir de la nación india, en sus victorias y en sus desastres.
Ciertamente se trata de una forma nueva, fresca y sorprendente de narrar la terrible historia de la India, donde no puede faltar el dolor, pero se compensa con la poesía, tanto visual como argumental de la cinta. No hay que esperar, a pesar de que Mehta es india, que refleje su mirada de su país con los mismos ojos con los que la gustaría mirar debido al sistema político del gobierno, que choca con las ideas liberales que buscan acabar con la corrupción.
Gracias al guión del propio Rushdie, y la dirección de Mehta, Hijos de la medianoche no sólo se ha transformado en una película, sino que es una película especialmente buena, con un amplio reparto y un guión sólido que se mantiene a lo largo de múltiples ubicaciones y con una trama abundante, guiada por la propia voz del autor de la novela, que hace las veces de narrador. Quizás el tono del libro contiene una ironía ingeniosa que aquí pasa desapercibida prácticamente, y tan sólo queda del libro el argumento, algo reducido, pero consiguen que podamos seguir el espectáculo con nuestros ojos, aunque no tanto con nuestras emociones, dada la cantidad de situaciones que se quieren meter en dos horas y media de película, pero no se hace larga. 
Puede que nos podamos poner impacientes tratando de no perder de vista el enorme elenco de personajes y todas las noticias y eventos tratados de tal manera que nos superan en algunos momentos, pero la forma de narrar la película, al menos en la primera parte, es suficientemente fluida y clara como para no perderse. Hay momentos de ingenio y momentos con mucho encanto, y aunque la mayor parte de la película fue rodada en Sri Lanka, cuenta con una evocación de Agra, Bombay, Karachi, y muchas otras ciudades, donde comprobamos que la fotografía y el diseño de producción son de primer nivel, y todo ello se ve ayudado por una encantadora banda sonora de Nitin Sawhney que también mejora la película.
Algunas de las interpretaciones nos ayudan a involucrarnos en esta narrativa estructurada en partes, y Rajat Kapoor como el padre de familia, el Dr. Aziz, nos adentra en el destino de esta familia desde el principio. El actor nacido en Londres Satya Bhabha da vida al adulto Saleem, teniendo la suficiente presencia y carisma para mostrarse como un ser humano persuasivo y traer el espíritu ingenuo al papel. Seema Biswas, como la enfermera del hospital que cambia al bebé pobre y al rico en su propio esfuerzo por traer la igualdad a la India, proporciona la parte más conmovedora de la película, con esa forma de honrar a su marido en su lucha por la libertad: «Que los ricos sean pobres y los pobres sean ricos», y es una gran actriz, pero ésta no es la historia de Mary, y la película no puedo hacer inteligible ese caprichoso juicio rápido con una mera secuencia en pantalla. La lucha de identidad de Saleem es, en cambio, lo que ocupa la mayor parte de la atención de Mehta, junto con los poderes especiales que él y los otros nacidos esa medianoche tienen, gracias al momento mágico de su llegada al mundo. Estos son, por decir algo, vagamente definidos, y hace que por su título sintamos que estamos ante una película de mutantes perseguidos por sus poderes, similar a los X-Men, pero gana «credibilidad» en el momento en el que nos trasladan en medio de la guerra civil entre las partes de Pakistán, saltando rápidamente sobre la formación de Bangladesh, y terminando en las calles de Delhi en 1970, donde infunde Mehta una saturación de color muy similar a la vista en Slumdog Millionaire.
El veterano actor Charles Dance tiene algunas escenas bastante interesantes como un aristócrata británico con un sorprendente papel en la enmarañada historia de esta familia.
Quizás, aunque exista una sólida labor del reparto y el equipo, la película pierde el tiempo y no logra justificar su duración, sin lograr el peso emocional o dramático que esta historia épica requiere, pero seguro que logrará ser recordada por muchos por la forma original de plantear unos hechos históricos desde la fantasía. La narración visual que logra Mehta es un verdadero placer, y las escenas resplandecientes de los personajes indios en traje tradicional mezcladas con una mirada a los barrios bajos logra revelar ese contraste en un país de contrastes, y es que Metha tiene la habilidad de sacar el máximo partido de sus trabajos, sin importar el tema.

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