La trama esta tan mezclada con las peliculas anteriores que, aparte de aparecer en fotos, es muy posible que le veamos en alguna de las dos próximas entregas. Los hechos que vimos en El Ultimatum de Bourne, se entrecruzan con lo que se nos va mostrando del agente Aaron Cross (Renner) en esta entrega.
Acción a raudales con Renner con el papel protagonista, secundado eficazmente por Rachel Weisz. Se quejaba el protagonista hace unas pocas semanas de que su intervención en Los Vengadores no le había permitido desarrollar plenamente sus capacidades interpretativas. Pues bien, aquí ha tenido toda la película para él solo, con permiso de Weisz y de Edward Norton, y hay que decir que, aunque cumple con solvencia su papel (no lo hace mal, desde luego), es inevitable compararlo con Matt Damon, y que salga perdiendo, por ser éste último, por el momento, mejor intérprete. Tiene dos películas por delante para mejorar la situación.
Norton es un gran actor, pero aquí apenas comienza a esbozarse su personaje. En alguna de las escenas su interpretación es soberbia (por alguna extraña razón, borda los personajes agresivos y violentos), pero la película no le deja mucho espacio para lucirse. Esperemos que en las continuaciones podamos verle más tiempo en pantalla.
Rachel Weisz tiene un personaje complicado: Los alter-ego femeninos de Bourne siempre terminan muertas, pero aquí, con un rostro conocido, el guionista-director lo tenia complicado: La «convierte» en una superviviente nata, a remolque del agente Aaron Cross, lo que le hace perder algunos puntos. Eso no significa que lo haga mal, nada de eso. En realidad, de los protagonistas, es la que más me ha convencido en su interpretación.
No voy a dar detalles del argumento, salvo que, a grandes rasgos, es lo mismo que la Trilogía de Bourne, pero con una gran diferencia: No es el mismo guionista. Y se nota muchísimo. Le falta esa capacidad de imaginarse a un superagente haciendo cosas realmente difíciles y saliendo airoso, o un mejor desarrollo de la historia de Cross, que se queda un tanto en mantillas, o la explicación que da sobre el origen de los agentes, demasiado sencilla, y más propio de otro tipo de películas. La sensación en general es que son el mismo estilo, pero no tan logrado. Las comparaciones son odiosas, pero es imposible no hacerlo cuando incluso la propia película invita a mirar hacia atrás y poner todas las películas bajo la misma luz.
En definitiva, una continuación interesante, que deja muchas cosas en suspenso, algunas bastante curiosas, que el espectador quizás no se esperaba encontrar aquí, pero que debe mejorar un poco para superar a sus tres antecesoras, que están cerca de convertirse en un clásico. De cualquier manera, si te gusta Jason Bourne, sin duda, debes ir a verla.
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