Grande. La película con la que los hermanos Coen vuelven a las carteleras es uno de esos trabajos que te reconcilian con el buen cine. Remake del clásico Valor de Ley, es, sin duda, una dignísima producción, a la altura del original, como mínimo. Con todo el sabor del cine del Oeste, los hermanos Coen nos narran, con agilidad, buen humor, y sentido del ritmo, la historia de una niña, Mattie Ross, que, con 14 años quiere vengar la muerte de su padre, y para ello contrata al más violento alguacil que puede encontrar: Rooster Cogburn. Él acepta el trabajo, pero no sabe cómo librarse de su pedante empleadora, que es, además, una brillante negociadora (no pierdan detalle de la escena de la niña negociando con el comprador de ovejas, divertidísima). Finalmente, debe partir junto a ella, acompañados de un Ranger de Texas, LaBoeuf, fantástico personaje mezcla de chulo, caballero, rastreador, policía, y fracasado.
El ritmo narrativo es muy bueno. Tarda un poco en arrancar, pero, una vez comienza la aventura, el espectador disfruta de cada momento de la cinta. Cierto es que los Coen tenían la ayuda del guión de la novela de Charles Portis, y la primera adaptación del año 69, pero incluso así, hay que saber hacerlo, y los Coen lo han hecho. El ritmo es frenético, repleto de momentos divertidos, muy bien hilvanados, siempre sucediendo algo, y manteniendo al espectador en tensión.