Lo refleja la edición digital de El Mundo, Pedro Almodóvar regresó a Manhattan junto a Penélope Cruz para presentar la cinta que clausurará este domingo el Festival de Cine de Nueva York: Los abrazos rotos.
Allí explicó el proceso de creación de esta película, fruto de la interiorización, el intimismo, y según reconoció él mismo, de los dolores de cabeza.
En efecto, en ese periodo, Almodóvar sufrió «atroces migrañas». Por ello se recluyó durante meses. «Comencé a contarme historias en la oscuridad, y poco a poco moldé un alter ego, Mateo Blanco, que a la postre es el protagonista de la película», recordó.
La película muestra, como es habitual en el director, una evidente competencia técnica y un conocimiento de lo que debe ser una correcta fotografía y una composición adecuada. Sin embargo, de veras cuadra el contexto de la creación de Los abrazos rotos con las sensaciones que ha dado y con lo que considero una fría respuesta del público español. Esta es una película que surge del ego, por él y para él mismo.
En esa línea lo indicaba hace unos meses un mordaz perfil dedicado a Pedro Almodóvar en la revista I like Magazine (de origen castellano y leonés pero de ámbito global), poniendo de vuelta y media al manchego, sin que dejara de recordar que Los abrazos rotos firma una fotografía fantástica y toda la maestría de la que es capaz el director español, enfocada en un sentido que considera equivocado.
Endiosado en Estados Unidos, acompañado de Pé, Almodóvar, presentó una cinta que está muy lejos de lo mejor del director de Átame o Volver. El peso del Óscar de Penélope, y su propio Óscar, habrán pesado, quizá en la elección de este título para cerrar el festival neoyorquino.
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Fuente: www.elmundo.es