La filmografía del director Verbinski no se caracteriza por pasar inadvertida, precisamente. Su legión de seguidores no se cuenta en grandes cantidades a pesar de haber levantado franquicias tan rentables como la eterna e inagotable Piratas del Caribe o The ring, cuya tercera entrega se ha retrasado demasiado.
Con La cura del bienestar, Verbinski vuelve al género de terror con una propuesta demasiado extensa, innecesariamente enrevesada y con un guión que se regodea en sí mismo a la hora de dar explicaciones al espectador. Unos hechos que el director (y también guionista de la historia original) estira durante dos horas y media y, que si no fuera por su excelente fotografía y sus localizaciones acabaría con la paciencia del público.
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