El próximo viernes 11 de abril Filmin estrena, en exclusiva en España, la película El arte del perdón, debut como cineasta del artista estadounidense Titus Kaphar. La película concursó en el Festival de Sundance y recibió seis nominaciones en los Premios Image que entrega anualmente la Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color (NAACP, por sus siglas en inglés).
Protagonizada por André Holland (Moonlight, High Flying Bird) y de marcado carácter autobiográfico, la película retrata la compleja relación entre Titus Kaphar y su padre adicto a las drogas (encarnado por John Earl Jelks). Entre los productores destaca la presencia del cineasta Derek Cianfrance (Blue Valentine).
Cuenta Kaphar que la primera idea que tuvo para relatar la historia de su relación con su padre era hacer un documental inspirado en algunos cuadros que había pintado:
Al final, elegí la narrativa ficcional como un delgado velo a través del cual sentí que podía ser más vulnerable. No cada momento se extrae de mi vida real, pero hay verdad en cada escena.
En la película pueden verse diversas de sus pinturas, que ejercen de ventanas que conectan con la mente del protagonista, un André Holland que aprendió a pintar para preparar su personaje:
Durante tres meses, visitó mi estudio. Leyó los libros que le di, hizo bocetos, realizó pinturas y, al final, su actuación nos brindó una perspectiva sobre el proceso creativo que rara vez se ha visto en la pantalla.
El director no reniega, en absoluto, de su educación cristiana, y de la enorme influencia que esta ha tenido en su vida y en su obra. La película habla principalmente de su difícil relación con la idea de perdón que se inculca en el cristianismo, en especial cuando tuvo que confrontarla con la relación que debía mantener con su padre adicto:
Vi a mi madre, a mi tía, a mi abuela, y a muchas de las mujeres de esa tradición perdonar a hombres que seguían haciéndoles daño. A medida que fui creciendo y empecé a ver que algunas de estas situaciones se repetían una y otra vez, sentí que perdonar no era la solución. No era aceptable. Tenía que haber otra forma de perdonar. Perdonar no significa —ni debería significar— que te vuelvas a poner en una situación peligrosa para ti o para tu familia
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