miércoles, febrero 12, 2025

Crítica de ‘The Brutalist’: Magistral película de hormigón armado y acero

Las críticas de Laura Zurita:
The Brutalist

Huyendo de la Europa de la posguerra, el visionario arquitecto László Toth llega a Estados Unidos para reconstruir su vida, su obra y su matrimonio con su esposa Erzsébet tras verse obligados a separarse durante la guerra a causa de los cambios de fronteras y regímenes. Solo y en un nuevo país totalmente desconocido para él, László se establece en Pensilvania, donde el adinerado y prominente empresario industrial Harrison Lee Van Buren reconoce su talento para la arquitectura. Pero amasar poder y forjarse un legado tiene su precio.

The Brutalist es una película dirigida por Brady Corbet, quien también coescribió el guion junto a Mona Fastvold. El elenco principal incluye a Adrien Brody, Felicity Jones, Guy Pearce, Joe Alwyn, Raffey Cassidy, Isaach De Bankolé, Jonathan Hyde, Emma Laird, Stacy Martin y Alessandro Nivola. La película se estrena el España el 24 de enero de 2025 de la mano de Universal Pictures International Spain.

Una obra extraordinaria

The Brutalist es una película extraordinaria en su sentido más literal: una obra que se sale de lo ordinario, esto es, fuera de lo común. Rodada originalmente en 70 mm, es un gran homenaje al cine clásico y maneja la imagen y el lenguaje cinematográfico de una manera al tiempo innovadora y magistral. La película ofrece una experiencia visual inmersiva. Cada plano es una obra de arte, y la fotografía captura la materialidad del mundo con una precisión asombrosa. El celuloide le confiere un peso y una calidad que la distinguen de las producciones digitales. Estas no son imágenes efímeras, sino obras de arte con vocación de perdurar.

En cuanto a su formato, The Brutalist es una obra monumental, con una duración de tres horas y media, pero que merece cada minuto. Su estructura en obertura, capítulos y epílogo, junto con su estética clásica, la convierten en una obra con vocación de perdurar en el tiempo. Es una película que nos recuerda a los grandes clásicos del cine, como las obras de Visconti, Coppola o Capra. Sin embargo, a pesar de su monumentalidad, la película es fácil de ver. Su narrativa es clara y conmovedora, haciendo que sea accesible para el público en general.

Crítica de ‘The Brutalist’: Magistral película de hormigón armado y acero

Obra de arte apoyada en una excelente factura técnica

El brutalismo, un estilo arquitectónico que surgió en el siglo XX, se caracteriza por su austeridad, sus formas geométricas y el uso de materiales crudos como el hormigón y el acero. La película adopta este estilo de manera magistral, creando un ambiente visual que refleja la dureza y la belleza de la época de posguerra. Las construcciones monumentales y los espacios despojados de todo adorno superficial se erigen no solo como creaciones artísticas, sino también como símbolos de una época.

La belleza y el poder de las obras arquitectónicas que aparecen en The Brutalist son recogidas magníficamente no solo por la mirada poderosa del director, sino también por el magnífico trabajo de su equipo técnico. La fotografía de Lol Crawley es impecable y se ajusta a la perfección con la estética de la película. Cada escena está detalladamente iluminada, ya sea en claroscuros en las escenas iniciales, en la rica luz de las velas o a pleno sol que acaricia el hormigón. La textura de las imágenes se acerca a una materialidad casi táctil: unas manos en una cintura, las curvas del mobiliario de diseño, una cara que busca la veta del mármol. Las imágenes no solo son un regalo para la vista, sino que son casi multisensoriales.

La banda sonora de Daniel Blumberg tiene al tiempo el mismo carácter monumental que acompañaría a las obras de arte, y temas delicados para los momentos íntimos. En The Brutalist, además, tiene el acierto de usar la banda sonora con parquedad, dejando su tiempo a ese instrumento tan valioso, y a menudo olvidado, que es el silencio.

Por último, el montaje es excelente y merece mención aparte. Es invisible y eficaz cuando es necesario, creando una imagen llena de cohesión, pero también muy sugerente. En algunos momentos, sin embargo, el montaje se muestra como una forma de arte en sí mismo, uniéndose a la banda sonora para crear momentos de pura poesía visual.

Crítica de ‘The Brutalist’: Magistral película de hormigón armado y acero

Transfondo filosófico y social

The Brutalist es monumental de principio a fin, con una clara vocación de permanencia. La fusión entre el arte y la arquitectura es audaz, materializando en pantalla la estética del brutalismo. Este estilo, con sus líneas rectas y materiales crudos, evoca fuerza, solidez y austeridad, lo que encaja perfectamente con el contexto histórico de posguerra. La destrucción y la reconstrucción, el dolor y la esperanza, encuentran un eco visual en las estructuras imponentes y los espacios despojados que caracterizan al brutalismo.

Al adoptar esta estética, The Brutalist no solo busca crear un ambiente visualmente impactante, sino también construir una historia con un fondo filosófico y ético. La frialdad del hormigón y el acero contrasta con la calidez de las relaciones humanas, generando una tensión subyacente a lo largo de toda la narrativa. László, el protagonista, y las personas que lo rodean, son personajes muy humanos, lleno de matices y grises, con momentos buenos y malos. La película utiliza la imagen y las insinuaciones para dar información sin necesidad de explicitarla. El guion es sólido y preciso: cada frase tiene un propósito, sin cabos sueltos. En la segunda parte, se toman decisiones ásperas y difíciles que algunos espectadores podrían cuestionar, pero son fallos menores en una obra monumental como esta.

The Brutalist refleja de manera sutil pero certera la sociedad estadounidense de los años 50 a los 70, poniendo de manifiesto prejuicios profundamente arraigados como el racismo, el antisemitismo y la xenofobia. A través de gestos, diálogos y situaciones cotidianas, se evidencia la intolerancia hacia los extranjeros en un contexto marcado por una fuerte inmigración, y la diferencia de clases.

A lo largo de su metraje, presenta una belleza áspera y monumental, algo único en su carácter, que subraya la idea de que las imágenes no deben ser solo contenido para el consumo, sino arte con vocación de permanencia. Corbet domina el arte de sugerir y construir mundos con pocos elementos. Un simple árbol nos dice que la acción sucede en Navidad, o planos con detalles de manos en acción para representar una fiesta. Corbet ha sabido transformar las limitaciones en virtud, utilizando el lenguaje cinematográfico de forma creativa, logrando una película monumental con medios modestos.

Crítica de ‘The Brutalist’: Magistral película de hormigón armado y acero

Interpretaciones magistrales

Sobre estos imponentes cimientos técnicos se alza una imponente obra, The Brutalist. Uno de sus pilares centrales para acercarla al espectador son las excelentes actuaciones de unos intérpretes totalmente entregados a su trabajo.

Adrien Brody se muestra como uno de los mejores actores de su generación. Él es László, un gran arquitecto, pero para el país al que llega no es más que un inmigrante más. Sin embargo, su integridad artística y su férrea dignidad lo sostienen y su dignidad brilla como una de las joyas de The Brutalist. Un conflicto central en la película es la lucha entre la identidad artística y la mentalidad utilitaria. László es extremadamente ambicioso y busca dejar una huella imborrable en el mundo a través de la monumentalidad de sus construcciones. También es un hombre herido y triste, que creyó haberlo perdido todo en un conflicto sangriento. La tensión en la película se genera por su lucha por imponer sus ideales artísticos frente a su mecenas, más interesado en el poder que en el arte. Brody hace un trabajo excepcional, retratando todos los matices de su personaje, desde el  inmigrante hundido hasta el creador en su plenitud artística, en una de las mejores actuaciones que hemos visto en mucho tiempo.

Guy Pearce interpreta a este mecenas, Harrison Lee Van Buren, un hombre extremadamente avaricioso que establece una relación de explotación y abuso con László, llegando a la abyección. Pearce ofrece probablemente el papel de su vida en The Brutalist, en un personaje nada simpático ni fácil, con su manera de dominar los espacios donde está y su acento de millonario paleto.

Para terminar, Felicity Jones es Erzsébet, la esposa de László, a la que los campos de concentración le han robado la salud, pero de ninguna manera su prístina fortaleza moral. A pesar de que su papel es corto, es también unos de los más conmovedores de la película, ya que entrega momentos inolvidables, sobre todo en sus momentos de intimidad  con su esposo, llenos de dolor, pero también de un amor intenso que resiste todo tipo de adversidades

En resumen, The Brutalist es una obra magistral que fusiona a la perfección el arte y la arquitectura, aparte de destacar unas actuaciones fuera de serie. Es una película visualmente impactante, emocionalmente conmovedora y profundamente humana. Una obra que tiene vocación de clásico, que defiende el valor del arte para la eternidad en lugar de ser contenido para consumo.


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The Brutalist

9

Puntuación

9.0/10

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