Crítica de ‘El bastardo’: Cine de acción de calidad con buenas actuaciones

El humor que atempera la violencia

Park Hoon-jung es un prolífico director coreano reconocido por su éxito tanto crítico como comercial. Su estilo se caracteriza por una estética cuidada, elaboradas escenas de acción y un enfoque estilizado pero implacable de la violencia, suavizada a menudo por ráfagas de humor.

Para comprender El bastardo es importante saber qué es un «kopino». Los «kopinos» son descendientes de parejas binacionales, específicamente con un padre coreano y una madre filipina. En la mayor parte de los casos los padres se desentienden de sus hijos, situación que puede ser difícil especialmente en Filipinas, una sociedad tradicionalmente católica que valora fuertemente las familias convencionales. «Kopino» tiene connotaciones peyorativas, lo que explica algunas escenas de la película. A Han le duele su situación de abandono y busca activamente a su padre. Cuando le comunican que es su padre quien lo está buscando, su vida da un vuelco, solo que no en la dirección que él esperaba.

En Corea, Han se ve zarandeado, perseguido, trasladado, y se encuentra en situaciones desconcertantes, mostrando recursos e inteligencia, pero luchando por comprender las complejidades que lo rodean. Su indefensión es cómica, de una forma oscura y cruel. De la nada aparece el «amigo», un enigma guapísimo, con una apariencia inocente, carita de ángel y una determinación feroz, orgulloso de su profesionalidad pero sin revelar nada de sus motivos ni circunstancias. Ni Han ni nosotros sabemos lo que pasa, y el director utiliza hábilmente el desconcierto para mantener el interés.

La trama familiar que acoge a Han presenta personajes que rivalizan con los de la serie Succession, donde la ambición supera cualquier otra consideración, conflictos fraternos y motivaciones requeteretorcidas. Ya se ha comentado que un rasgo distintivo de Park Hoon-jung es la forma en que se entrelaza el humor con la violencia. La combinación de acción y comicidad hace que el espectador conecte con la historia, dando un respiro en medio de las escenas plagadas de acción y violencia.

El bastardo es sin duda una sólida película de acción, con escenas de lucha bien coreografiadas, espectaculares persecuciones de coches y efectos especiales integrados de manera convincente. La fotografía retrata en detalle la pobreza del protagonista y su madre, mientras que una estética fría y acerada domina en las escenas en Corea. A veces, incluso, las fuerzas que persiguen a Han tiene connotaciones casi sobrenaturales, en su inevitabilidad.

Un sicario que nos conquista

La trama de El bastardo es tenue, poco más que una excusa para que la acción progrese, sobre todo en la primera mitad. Después de la primera media hora el ritmo se acelera, y los giros de guion al final son originales y sorprendentes. De hecho, estos giros proporcionan coherencia a algunos detalles que se han mostrado anteriormente, como la presencia de ciertas personas en los combates de Han o los cambios de opinión del director del orfanato. La película exhibe capa sobre capa de maquinaciones, luchas internas y giros que captan nuestra atención, hasta el final y más allá, haciendo que nuestras simpatías cambien de bando según los hilos se van desenredando. La banda sonora, por último, se acopla a la perfección con las imágenes, reforzando la sensación de vértigo y tensión. En conjunto, la película es un producto extremadamente profesional, bien rodado y acabado, muy en la línea de muchas de las producciones surcoreanas de los últimos tiempos.

Kim Seon-ho como el amigo sin nombre, el perseguidor no identificado que convierte el entorno de Marco en un caos, es un personaje interesante y extrañamente atractiva. El actor se aleja con su rol en El bastardo de los papeles de galán para los que está ciertamente muy bien dotado. Es despiadado, metódico, y su carita de ángel dibuja algunas de las sonrisas más aterradoras de la historia del género. Su personaje va acumulando rasgos y alejándose de los clichés, hasta llegar a gustarnos en cierta manera. Por su parte, Kang Tae-joo as Marco Han, el boxeador kopino, quien defiende con bravura su personaje, y dice mucho de su buen hacer que «el amigo» no le robe todas sus escenas.

Aunque contiene elementos de violencia, el nivel de gore de El bastardo está rebajada en comparación con otras películas del género, probablemente para dirigirse a un público más amplio, terminando de definir la decidida vocación comercial de esta película.

En resumen, El bastardo es una película muy atractiva para los amantes del cine de acción de calidad, con tensión, suspense y sorpresas que mantienen al espectador enganchado hasta el final. Sobre todo, no se levanten en los primeros títulos de crédito.