Las críticas de Daniel Farriol:
Selftape
Selftape es una serie española creada, escrita, producida e interpretada por Joana Vilapuig y Mireia Vilapuig (Pulseras rojas). La dirección corre a cargo de Bàrbara Farré (Todas las veces que nos enamoramos) y en el guion también participan Carlos Robisco Peña, Clara Esparrach e Ivan Mercadé. La historia es un retrato de metaficción sobre las hermanas Joana y Mireia, dos jóvenes actrices que conocieron la fama y el éxito a muy temprana edad y que años después deben lidiar con unas vidas que no son las que esperaban.
Además de las propias hermanas Vilapuig, interpretándose a sí mismas, aparecen en pantalla Joan Esteve, Yolanda Sey (La mujer ilegal), Marc Ribera (Mi vacío y yo), Pablo Derqui (Los renglones torcidos de Dios, Dos), Abril Zamora, Camila Ruiz, Lluís Marqués y Pablo Álvarez. La serie es una producción de Filmin y se ha estrenado en la plataforma el día 4 de Abril de 2023.
Dos actrices interpretándose a sí mismas
Selftape es un inteligente y sensible ejercicio de metacine íntimo en el que las hermanas sabadellenses Joana Vilapuig y Mireia Vilapuig repasan algunos eventos de sus propias vidas para reflexionar sobre el impacto que tiene la fama repentina a una edad temprana, así como sobre las incertidumbres de la profesión artística o la decepción adulta ante las expectativas no cumplidas. La serie utiliza imágenes reales del archivo audiovisual familiar para insertarlas con armonía dentro de un relato ficcionado en el que desde fuera resulta harto complicado adivinar dónde comienza la ficción y dónde termina la realidad.
La trama de (ficción) de la serie nos presenta a dos jóvenes hermanas actrices que se hicieron famosas siendo tan solo unas niñas al protagonizar una serie de televisión de éxito. Años después, siendo ya dos mujeres adultas, ambas viven una vida que está muy alejada de lo que cabría esperar tras ese inicio de carrera fulgurante. Por un lado, Mireia vive en Oslo alejada de su familia y a través del contenido de sus redes sociales cualquiera creería que lleva una vida exitosa. Ha acabado de rodar la primera temporada de una serie sueca «Svart Engel» y le han dado un premio por su trabajo, sin embargo, decide regresar a Barcelona huyendo de la soledad y de un novio abusivo.
Por su parte, Joana ha permanecido en la Ciudad Condal y se está planteando abandonar la actuación tras haber sido despedida durante los días previos de iniciar un rodaje. Su único trabajo de actriz consiste en una obra teatral que se representa frente a estudiantes que no prestan atención. La relación entre ambas hermanas se ha enfriado con el paso del tiempo y son muchos los reproches que saldrán a la luz cuando vuelvan a compartir el piso de Barcelona.
Miedo al rechazo
Para los que no conozcan o recuerden quiénes son las hermanas Joana y Mireia Vilapuig comentaremos que son dos actrices que se dieron a conocer a la edad de 17 y 14 años, respectivamente, como parte del elenco de la serie Polseres vermelles (Pulseras rojas) (Pau Freixas, 2011-2013). Atrayendo inmediatamente la atención mediática de la prensa y recibieron varios premios que las convirtieron de la noche a la mañana en «niñas prodigio». En realidad, eran solo dos adolescentes inmaduras en una etapa de autodescubrimiento a las que se les arrebató la infancia para, más tarde, quedar olvidadas por la misma industria cinematográfica que las colocó bajo los focos.
De ese modo, como vemos, las similitudes en Selftape entre realidad y ficción son más que evidentes (incluso veremos varios fragmentos de entrevistas reales que hicieron a las chicas durante esa etapa). La serie es, pues, una manera de autoreivindicarse como actrices al mismo tiempo que buscan saldar algunas cuentas pendientes para poner en relieve la insensibilidad del mundillo, la sexualización del cuerpo femenino o la precariedad existente en una profesión donde la incertidumbre económica es una constante vital.
Joana y Mireia Vilapuig se transforman, entonces, en dos «juguetes rotos» que deberán aprender a vivir con sus propias contradicciones y, sobre todo, con el miedo al rechazo. Se trata de un doloroso viaje interior autodestructivo que finalmente verá la luz tras reconocerse la una en la otra para poder así afrontar juntas la necesaria liberación personal de las cadenas del pasado que se obtiene mediante una madurez tardía.
Un retrato generacional que va más allá del mundo cinematográfico
Selftape rezuma verdad y hipsterismo por igual, pero acaba siendo un retrato honesto acerca de la insoportable levedad del artista que reflexiona con bastante audacia sobre muchos aspectos de la profesión. Es una producción de Filmin que posee un acabado técnico moderno que la hará conectar bien con las nuevas generaciones ya que se utiliza un montaje ágil derivado de la experiencia en videoclips de la realizadora Bàrbara Farré que había trabajado con anterioridad con artistas de la talla de Rosalía o Najwa Nimri. Los episodios apenas tienen una duración de 30 minutos y el enganche que producen las peripecias de las dos hermanas hacen que la serie pueda verse de un tirón.
La temática no se reduce tan solo a la profesión de actriz y son muchos los jóvenes de la «generación del like» los que pueden verse reflejados en esas dos chicas que deambulan perdidas por sus vidas anhelando recuperar la atención que tuvieron al mismo tiempo que lidian con las consecuencias negativas de haber estado antes en el foco mediático. Por ejemplo, una escena de sexo rodada por Joana en La arteria invisible (Pere Vilà i Barceló, 2015) fue utilizada sin su consentimiento en diversas páginas de contenido pornográfico, algo que afecta a sus relaciones personales como veremos durante un encuentro esporádico con el empleado de un hotel donde el chico pretende saciar el morbo que proyecta la imagen ficticia más que una relación con la persona real.
En ese sentido, el metalenguaje resulta muy rico en matices para entender la retroalimentación existente entre el trabajo y la vida del artista, sin resultar por ello demasiado autocomplaciente en la descripción de unos personajes que también poseen defectos e incoherencias y que, por momentos, resultan tan insoportables como cualquiera de nosotros.
El paso del tiempo a través de una cámara
La palabra anglosajona Selftape es la definición que tiene la autograbación que realizan los actores para enviársela y darse a conocer a los directores de cásting de los proyectos como parte de una primera criba y con la esperanza de ser luego llamados para realizar un cásting presencial y obtener el papel. La narrativa de metaficción de la serie nos muestra una elocuente secuencia donde presenciamos el crecimiento de las hermanas a través de los diversos selftapes reales que realizaron a lo largo de su carrera hasta que las imágenes caseras de vídeo granulado se visten con el ropaje de ficción a través de los personajes que están realizando la misma acción en el presente.
La serie está plagada de momentos de esa índole o que incluso llevan la idea de metacine aún más allá, como sucedía en La noche americana (François Truffaut, 1973), con la aparición en escena del equipo de rodaje, de la directora, las cámaras, y las dos actrices fundiéndose en un abrazo con sus personajes. Es un gesto de reconciliación entre ellas y con el cine.
En definitiva, la excelente serie Selftape es un proyecto atrapante que expone desde la intimidad de sus protagonistas algunas reflexiones universales acerca de la decepción y el rechazo, utilizando para ello un lenguaje diáfano que nos habla igualmente sobre las contradictorias paradojas concernientes a la profesión de actriz, a las relaciones humanas en general o al tortuoso paso hacia la edad adulta bajo unas expectativas irreales.
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