viernes, diciembre 13, 2024

Crítica de ‘Una lección criminal’: El mal andrógino

Las críticas de Daniel Farriol:
Una lección criminal

Una lección criminal (Shikei ni itaru yamai / Lesson in Murder) es un thriller dramático japonés que está dirigido por Kazuya Shiraishi (The Blood of Wolves, One Night) y cuenta con un guion escrito por Ryô Takada (No todos pudimos madurar, Mukoku), adaptando la novela homónima de Ryû Kushiki. La historia nos presenta a un joven universitario que es requerido por un asesino en serie desde la cárcel para que investigue uno de los asesinatos de que se le acusa y que asegura no haber cometido.

Está protagonizada por Kenshi Okada (Meet Me After School, MIU404), Sadao Abe (Anone, Birds Without Names), Miho Nakayama, Shimako Iwai, Takuji Suzuki, Takanori Iwata, Yu Miyazaki, Hiroto Oshita, Takuma Otoo y Ryô Satô. La película se ha estrenado en España en Filmin el día 10 de Febrero de 2023.

El asesino y el universitario

El filósofo y teólogo danés Søren Kierkegaard escribió en 1849 el libro «La enfermedad mortal» donde teorizaba sobre «el pecado de la desesperación» asociado a la fe cristiana o a la falta de ella. Precisamente, en una de las escenas de Una lección criminal veremos al protagonista, Masaya Kakei (Kenshi Okada), acudir a una clase universitaria donde el profesor imparte un temario que saca a relucir ese concepto acuñado por el filósofo. Y es que más allá de las aparentes hechuras de thriller criminal noventero con un planteamiento argumental que contiene reminiscencias de El silencio de los corderos (Jonathan Demme, 1991), la propuesta que hace el director japonés Kazuya Shiraishi se decanta más por el drama psicológico con un tono claramente existencialista en su acercamiento al mal.

Masaya es un joven inadaptado que acaba de perder a su abuela y que sufre el desprecio de su padre. Se considera una persona mediocre que acude a una universidad mediocre y que tendrá un futuro mediocre. Su «desesperación» encontrará un estímulo inesperado cuando reciba una misiva de Yamato Haimura (Sadao Abe) pidiéndole que le vaya a visitar a la cárcel. El hombre es un sádico asesino en serie que fue condenado por haber torturado y matado a 24 personas, sin embargo, él lo conoció de pequeño siendo el panadero amable que siempre le trató bien. La carta despertará su curiosidad y decidirá ir a verle a la prisión donde recibirá el encargo por parte del asesino para que esclarezca uno de los crímenes de que se le acusa y que afirma no haber cometido.

Una lección criminal

Manipulación y desesperación

El metódico modus operandi del psicópata era siempre el mismo: acercarse y adquirir la confianza de adolescentes de unos 17 años, siempre chicos y chicas de pelo negro que fueran buenos estudiantes, para luego secuestrarlos y torturarlos durante días, arrancándoles las uñas de las manos como fetiche-trofeo que guardaba para recordar sus fechorías. Sin embargo, la víctima número 24 fue una mujer adulta de 26 años que tenía las uñas intactas y que fue asesinada de manera impulsiva, algo no encaja. Masaya tendrá acceso a los expedientes del caso a través del abogado que defiende al criminal y comenzará así una exhaustiva investigación que le llevará a resolver el enigma y, de paso, conocerse mejor a sí mismo.

Que nadie se espere encontrar un thriller de acción y suspense, Una lección criminal se centra en los diálogos y en la evolución psicológica del protagonista. «El juego del dolor» que practica Yamato con su víctimas es, también, un pasatiempo de manipulación mental que se sirve de la desesperación emocional que sufren las personas más débiles. De ahí la anterior referencia hecha a Kierkegaard o que en un momento determinado se vean unas imágenes de Nothing (Vincenzo Natali, 2003), un curioso filme de ciencia-ficción que muestra a dos individuos cuya vida se desmorona hasta tal punto que quedan rodeados por la nada.

Son detalles que sirven para articular un discurso que va más allá de convertirla en otra «peli de psicópatas». Es cierto que las numerosas conversaciones entre Masaya y Yamayo en prisión, separados tan solo por un cristal a veces invisible, pueden traernos a la memoria el quid pro quo entre Hannibal Lecter y Clarice Starling, pero más allá de la anécdota, Una lección criminal es un angustioso retrato sobre el poder que ejerce el mal con una personalidad cinematográfica propia.

Una lección criminal

La transformación oscura

Kazuya Shiraishi dirige con mano firme un thriller lleno de recovecos siniestros que no renuncia a algunas escenas desagradables (los asesinatos y torturas), pero que prefiere ocupar el tiempo en desarrollar una historia compleja que puede resultar algo confusa en los múltiples giros que contiene el tercer acto. Una lección criminal tiene además un acabado técnico impecable donde el director utiliza ingeniosos trucos de cámara y superposiciones para dinamizar las escenas de diálogo en la cárcel, mientras que la interpretación de un andrógino Sadao Abe resulta simplemente espeluznante.

En realidad, lo menos importante de la película es descubrir si la víctima 24 fue asesinada por Yamato o existe otro criminal suelto que no ha sido juzgado, lo que de verdad importa es el proceso de crecimiento de Masaya, es una lástima que Kenshi Okada no esté a la altura del personaje. A medida que el joven universitario empatice con el asesino haciendo varios descubrimientos sorprendentes que podrían exculparlo y relacionarlo con él, adquiere una confianza y fuerza interiores que le transforman, pero desde un lugar tan oscuro de su psique que podría resultar irreversible.

Es muy interesante todo el debate que plantea la película alrededor del mal, su origen y el control sobre las emociones que nos hacen humanos o nos convierten en monstruos. Si buscas un thriller psicológico que tenga mayor profundidad de lo que es habitual, disfrutarás mucho con esta inquietante propuesta cocinada a fuego lento sobre la manipulación del prójimo como un ejercicio placentero de autodeterminación personal.


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Una lección criminal

7.7

Puntuación

7.7/10

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