jueves, diciembre 5, 2024

Crítica de ‘Ant-man y la Avispa: Quantumanía‘: La bisagra más colorista y barata de Marvel

Las críticas de Óscar M.:
Ant-Man y la Avispa: Quantumanía

Scott Lang y Hope Van Dyne regresan a Ant-Man y la Avispa: Quantumanía para continuar sus aventuras junto a Hank Pym y Janet Van Dyne, la familia se encuentra explorando el Reino Cuántico, mientras interactúan con extrañas nuevas criaturas y se embarcan en una aventura que los llevará más allá de los límites de lo que pensaban que era posible, encontrando a Kang el Conquistador, la nueva amenaza para los héroes.

Ant-Man y la Avispa: Quantumanía está protagonizada por Paul Rudd (Cazafantasmas: Más Allá), Evangeline Lilly (El Hobbit: La batalla de los cinco ejércitos), Michael Douglas (Wall Street: El dinero nunca duerme), Michelle Pfeiffer (Maléfica: Maestra del mal) y Jonathan Majors (Devotion: Una historia de héroes), está dirigida por Peyton Reed (Di que sí) y escrita por Jeff Loveness (Rick y Morty). La película se estrena en cines el 17 de febrero de 2023 de la mano de Disney.

Sin título y con pantalla verde

Antes de entrar en la parte importante de la secuela de «El hombre hormiga», parece que hay un acuerdo general por el que nadie hace referencia a que en las películas (sobre todo las de superhéroes) no se ponga el título al principio del metraje. Recientemente ha pasado con Black Adam y vuelve a suceder ahora con Ant-Man y la Avispa: Quantumanía (hay más ejemplos), no sabemos qué estamos viendo hasta que llegan los títulos de crédito finales y se puede hasta considerar una falta de respeto al público no presentar la película (por no hablar de los que entrarán en la sala tarde y pillarán la película empezada).

Otra batalla perdida, y de la que nadie habla, es el abuso de la pantalla verde, esta secuela será, probablemente, una de las más baratas de Marvel. La inversión ha consistido en sólo dos escenas rodadas en el mismo escenario real (una calle que debe representar a la ciudad San Francisco) y la construcción de un plató de rodaje (la sala del trono del enemigo). El resto de escenas destacan por estar creadas por ordenador (o si son reales por estar demasiado postproducidas) y la coreografía de los actores a la hora de moverse por el espacio ficticio, por lo que con ésta le han sacado rentabilidad a la nave industrial donde han rodado todas las películas anteriores.

Una agotadora carrera sin descanso

Las películas de la saga Ant-Man tienen la característica de ser excesivamente locales, argumentalmente limitadas y con una repercusión pequeña (y no, no me refiero al tamaño del personaje protagonista). Esta tercera entrega mejora en ciertos momento a la segunda parte sólo por el hecho de que el enemigo principal será el próximo supervillano y sus actos serán los protagonistas centrales en las siguientes aventuras de Los Vengadores, salpicando al resto de películas independientes.

Una vez que pasa esa realista escena de la calle anteriormente nombrada, la historia de «El hombre hormiga» y su amiga la Avispa entra en una carrera sin descanso donde no hay casi tiempo ni de parpadear, un viaje agotador donde el ritmo se mantiene tan alto que ni las escenas donde los personajes están sentados y sólo hay diálogos dan un respiro al espectador.

Esto debería ser algo muy positivo en una película de acción, pero el entorno donde se desarrolla la historia es tan falso y tan coloreado que no transmite ningún tipo de veracidad. Uno de los detalles más valorables de las películas de superhéroes es que se sitúen en una ubicación realista y que, con sus poderes, hagan cosas que no puedan hacer los humanos corrientes, pero aquí no hay ninguna referencia real. Admitimos la presencia de planetas extraños con particularidades de Guardianes de la galaxia, pero el Reino Cuántico es tal sobredosis de imaginación que la única manera de darle credibilidad a la secuela habría sido convirtiéndola en una película de animación.

El futuro del Multiverso pasa por Loki

Quantumanía es la presentación de Kang, el nuevo megavillano de la franquicia tras la desaparición de Thanos, aunque su aparición en el Universo cinematográfico de Marvel ya tuvo lugar en la serie Loki (algún día alguien recordará que la idea de interconectar e intercalar series y películas la propuso Warner para la fallida La torre oscura), por lo que podría considerarse una reintroducción del personaje para el espectador que sólo va al cine y no está abonado a Disney+.

Es una estrategia muy acertada por parte de la compañía volver a enseñar al personaje ampliando un poco su historia (a pesar de que la mejor escena esté ubicada en mitad de los títulos de crédito finales, cuando ya la película está terminando), siguiendo la intención de enganchar a la audiencia para que vea las siguientes entregas. La jugada les sale bien y Kang queda incorporado en la familia, indudablemente gracias al trabajo de Jonathan Majors, quien demuestra una versatilidad y una versión que poco tiene que ver con el personaje que vimos anteriormente con el mismo nombre.

El mayor problema es que hace relativamente obligatorio ver las series de Disney+ (sobre todo, Loki) para entender qué papel va a jugar el personaje de Loki en la historia y, lo más sangrante, es que confirma que la autodenominada «Fase 4» es un conjunto de películas autónomas, independientes, sin conexión y apenas repercusión argumental global, a excepción de Spider-man: No way home y Doctor Strange en el multiverso de la locura, que son los pilares de del Multiverso y la parte fundamental de Ant-Man 3, convirtiendo a la película en una bisagra entre el final de Thanos y la presentación de Kang.

Nuevos personajes en un conjunto bipolar

La incorporación de nuevos personajes es una pequeña brisa de aire fresco a la saga, son los nuevos contrapuntos cómicos y a quienes se les adquiere cierto cariño (excepto a la hija de Lang, para la que han usado un calzador por mucho que estén promocionando ya Los nuevos vengadores), pero su escasa presencia en pantalla no compensa el tono sombrío que tienen el resto de personajes. El apoyo que tienen con el vestuario y los escasos escenarios reales (con una clara inspiración en los años setenta y ochenta y en la segunda trilogía de La guerra de las galaxias, en concreto, en El ataque de los clones) podría funcionar, pero el conjunto es tan artificial visualmente que no llega al espectador.

Hay que agradecer que se le haya dado más tiempo en pantalla y más importancia al personaje interpretado por Michelle Pfeiffer, una de las musas olvidadas de los años ochenta y noventa (hay quien ha olvidado que es la mejor Catwoman hasta la fecha) que demuestra que puede seguir en activo en una película de acción, aunque la comparación facial con Bill Murray o Michael Douglas sea escandalosa y vuelva a poner de manifiesto las condiciones antiedad que se le exigen a las actrices en Hollywood.

En Ant-Man y la Avispa los guionistas cometieron bastantes errores y, en esta secuela, Jeff Loveness ha decidido mantenerlos, probablemente, para mantener cierta coherencia, porque no tiene otra explicación que continúen repitiendo las referencias a Capitán América: Civil War o que, otra vez, los enemigos no sean caucásicos. Tampoco parece que a nadie le importa que Evangeline Lilly lleve tres películas con cara de sólo estar presente para cobrar el cheque, esperemos que esto mejore en Avengers: The Kang dinasty, de cuyo guión también se encargará el mismo Loveness.

Engrandecer con música y efectos especiales

La música de Christophe Beck vuelve a ser uno de los grandes aciertos de la secuela, su partitura electrónica encaja muy bien con las escenas, sus sonidos tan futuristas están perfectamente integrados en el imaginativo entorno de la historia y consigue tener personalidad propia en el batiburrillo de películas de la franquicia (aunque no faltan los acordes de otras composiciones vengadoras previas). Es una pena que el espectador pueda centrarse en el trabajo de Beck durante el metraje, aunque, por suerte, Marvel ha publicado todas los audios en la página más famosa de vídeos de internet para que podamos disfrutarlos (en «Theme from Quantumania» Beck hace una versión del tema principal de Ant-man mejorándolo y haciéndolo aún más épico).

La lacra del abuso constante de la pantalla verde tiene el lado positivo de poder ver en la pantalla paisajes y personajes que van más allá de nuestra imaginación, con colores y texturas imposibles que ahora conviven con actores reales. Un derroche de creatividad que nos impide centrarnos en algo en concreto, habiendo tantísimos estímulos visuales en cada escena situada en el Reino Cuántico que habrá que ver varias veces la película para descubrir todo lo que se ha incluido.

Tanto la música como el trabajo de efectos especiales consiguen engrandecer una historia cuyo argumento se queda pequeño y reducido para lo que Marvel y Disney nos tienen acostumbrados a mostrar en la gran pantalla. Ant-Man y la Avispa: Quantumanía sigue siendo una secuela menor (y de las más baratas) de la saga de superhéroes, por mucho que el personaje se haga gigante, y esa limitación autoimpuesta en la historia y su ubicación irreal provoca que sus actos siempre tengan el tamaño de una hormiga en el espectador.


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Ant-Man y la Avispa: Quantumanía

5.5

Puntuación

5.5/10

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