Las críticas de Daniel Farriol:
La guerra del futuro
La guerra del futuro (Warriors of Future) es un filme hongkonés de acción y ciencia-ficción que está dirigido por Yuen Fai Ng y cuenta con guion de Law Chi-Leung (Inner Senses, Xiao shi de zi dan), Lau Ho-Leung (Kung Fu Jungle, 14 espadas) y Tin Shu Mak (Wo de quan wang nan you, San ren xing). La historia nos presenta a un mundo devastado por la caída de un meteorito que transporta una nociva planta. Un escuadrón militar iniciará una misión suicida para salvar su ciudad de la destrucción total.
Está protagonizada por Louis Koo (Dynasty Warriors, L Storm), Lau Ching-Wan (La torre del infierno, Life Without Principle), Carina Lau (In Your Dreams, Flores de Shanghai), Philip Keung (Shadows, Trivisa), Nick Cheung (Bodies at Rest, That Demon Within), Xiaoxia Cheng, Lau Ho-Leung, Tse Kwan-Ho, Guopeng Wan y Qian Wu. La película se ha estrenado en España en Netflix el día 2 de Diciembre de 2022.
Un disfrutable dislate
Entre lo espectacular y lo cutre, La guerra del futuro es un blockbuster hongkonés que pretende emular el mejor cine de acción chino y/o coreano. Esta película de ciencia-ficción era un proyecto conocido y anhelado por mucho tiempo que llevaba gestándose desde 2015, por aquel entonces bajo el título de Virtus y con Benny Chan como director previsto, aunque finalmente fue el experto en efectos visuales Yuen Fai Ng quien se puso a los mandos en 2017 para sacarlo adelante. Su debut como director se salda con esta epopeya fantástica enfocada al divertimento palomitero que ha alcanzado un gran éxito de taquilla en su país de origen, convirtiéndose en el filme local más visto nunca en cines.
La trama es tan absurda como adictiva. Nos encontramos en el año 2055, en un planeta Tierra devastado por las guerras y por un cambio climático que ha contaminado el aire. Para evitar el deterioro genético de las personas, se han construido grandes cúpulas generadoras de oxígeno para proteger a los supervivientes. La cosa empeora al caer un meteorito de grandes dimensiones sobre Hong Kong y aparecer de entre los escombros una planta gigante llamada Pandora que crece rápidamente. La planta produce destrucción a su paso, pero también es capaz de purificar el aire contaminado para hacerlo respirable. Los científicos idean entonces un misil capaz de alterar la composición genética de la planta que detenga su crecimiento y siga purificando el aire. Un reducido grupo de militares será enviado a una misión suicida a contrarreloj que consiste en localizar el pistilo de la planta y lanzar allí la bomba.
¿Te parece excesivo? Pues espérate sentado que eso solo es el principio. Los protagonistas durante su misión no lo tendrán nada fácil y deberán enfrentarse también a insectos extraterrestres y robots asesinos en una combinación low-cost e imposible que recoge elementos prestados de Armaggedon (Michael Bay, 1998), Starship Troopers (Paul Verhoeven, 1997), Aniquilación (Alex Garland, 2018), La guerra del mañana (Chris McKay, 2021), Aliens: El regreso (James Cameron, 1986) o Pacific Rim (Guillermo del Toro, 2013), entre otras. Un disfrutable dislate.
Mucho CGI, poco guion
Como buen especialista en efectos especiales Yuen Fai Ng se regala todo un festín CGI en La guerra del futuro dándole un aspecto casi de videojuego a sus imágenes, y es que podría asegurar sin miedo a equivocarme que no hay un solo fotograma en la película sin retoque infográfico. Reconozco que puede llegar a saturar un poco, en especial a alguien que como yo prefiere los efectos artesanales de antaño, pero es que de otra manera sería imposible filmar la mayoría de secuencias de acción que se proponen aquí. El presupuesto es elevado, aunque la resolución de las escenas es desigual y no siempre unos efectos espectaculares logran su propósito cuando la historia no evoluciona al mismo ritmo.
Y es ahí donde radica el gran problema que tiene La guerra del futuro, un guion tan pobre que parece hecho a retales de otras películas. Mi teoría para que firmen el libreto tres guionistas distintos es que cada uno se encargó de una parte del mismo, es decir, uno para relatar las conspiraciones militares, otro para inventarse los bichos mutantes que nacen de la planta y otro para la creación de los robots multifunción con ganas de marcha. Lástima que no se contratara a un cuarto guionista capaz de otorgar una mayor dimensión a los personajes que acaban siendo meros clichés del género salpicados con algún chascarrillo humorístico y algunos toques melodramáticos metidos con calzador (el militar que ha perdido a su hija y se encuentra a otra niña entre los escombros).
Plantas mortíferas, insectos gigantes y robots asesinos, ¿qué más quieres?
Pero más allá de sus evidentes carencias narrativas, esta película de «Serie B elevada» (no sé si existe el término, si no lo acuño yo aquí) debe asimilarse como un producto de entretenimiento palomitero que no busca inventar la rueda ni ir más allá de ofrecer un espectáculo de gran derroche técnico que, por ejemplo, en Hong Kong llegó a estrenarse en pantallas IMAX para amplificar la experiencia del espectador. En la versión que se ha estrenado internacionalmente se han recortado 13 minutos del metraje original donde había escenas que explicaban mejor el deterioro de la Tierra y cómo había afectado la vida a los supervivientes (estas personas son ahora casi invisibles en la trama, excepto la niña), supongo que se quiso priorizar la acción pura y dejarse de milongas explicativas.
Si te apetece desconectar el cerebro un rato y no buscas analizar lo caótico de su argumento, La guerra del futuro es tu oportunidad de pasarlo bien con una película de ciencia-ficción sin grandes pretensiones en la que aparecen, sin solución de continuidad, un meteorito, plantas destructoras gigantes, bichos alienígenas con aspecto de mantis religiosa y robots humanoides más cabroncetes que cualquier Terminator venido del futuro. Todos ellos han sido creados como si formaran parte de los niveles ascendentes de un videojuego de supervivencia donde unos militares de buen corazón pretenden salvar a una humanidad en peligro de extinción. Pues eso, ¿qué más quieres?.
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La guerra del futuro
