Las críticas de Óscar M.:
Jurassic World: Dominion
Cuatro años después de la destrucción de Isla Nublar, en Jurassic World: Dominion los dinosaurios conviven – y cazan – con los seres humanos en todo el mundo. Este frágil equilibrio cambiará el futuro y decidirá, de una vez por todas, si los seres humanos seguirán en la cúspide de los depredadores en un planeta que comparten con los animales más temibles de la creación.
El reparto está formado por Chris Pratt y Bryce Dallas Howard, junto a Laura Dern, Jeff Goldblum y Sam Neil, y con las nuevas incorporaciones de DeWanda Wise, Mamoudou Athie, Dichen Lachman, Scott Haze y Campbell Scott, además de BD Wong, Justice Smith, Daniella Pineda y Omar Sy. Está dirigida por Colin Trevorrow, con un guion de Emily Carmichael & Colin Trevorrow, a partir de una historia de Derek Connolly & Trevorrow. La película se estrena en cines españoles el 9 de junio de la mano de Universal Pictures.
Esperando lo mejor
Jurassic World: Dominion, la tercera entrega de la segunda trilogía jurásica, llega a los cines con bastante retraso y unas expectativas demasiado altas. El retraso ha estado causado por la situación pandémica global de 2020 y las excesivas ilusiones en la audiencia las ha provocado, principalmente, el solvente trabajo que hizo Colin Trevorrow en los guiones de las dos películas previas de la saga.
Aunque Jurassic World (también dirigida por Trevorrow) no dejase de ser una actualización mejorada y adaptada de Parque jurásico para un nuevo público, el trabajo en la dirección de J.A. Bayona en Jurassic World: El reino caído nos daba esperanzas de un final épico de la trilogía que, además, incluyera a las dos generaciones de protagonistas en una misma entrega.
Desafortunadamente, el guion dedica demasiado tiempo a saltar de localización en localización para encontrar a los personajes principales y la primera media hora prácticamente es una presentación extendida y poco emocionante de personajes alrededor del planeta mientras se van sembrando con pequeñas semillas y muy poco acierto la idea central de esta tercera película.
Un puzle con demasiadas piezas
La secuela tiene un desarrollo demasiado lento y las dos líneas argumentales convierten al objetivo final en algo tan difuso que no genera en el espectador el interés necesario, más allá de ver a los actores y actrices ir de un lado a otro, como arrastrados por la marea, pero sin un rumbo determinado. Algo muy parecido a lo que sucede con los dinosaurios, todos los que ya conocemos están presentes (incluso hay alguno nuevo), pero van y vienen con tan poca frecuencia que el propio guion se ve obligado a hacer una presentación del animal en cuestión cada vez que aparece en pantalla.
No está presente la deseada sorpresa en los actos de los dinosaurios o de los humanos, toda la acción es bastante previsible, y, a pesar del esfuerzo por crear algo espectacular (como la persecución en moto en mitad de la ciudad), al final, el guion tiende a repetir los mejores momentos de entregas previas (recordemos que en Jurassic World había una persecución por la jungla con los velociraptores) y recurriendo a una resolución fácil y sin riesgos que ya habíamos visto anteriormente.
Sin embargo, los efectos especiales son de un nivel muy alto, el cierto realismo que consiguió Steven Spielberg hace casi treinta años mezclando imágenes por ordenador y marionetas aquí continúa aportando el asombroso toque de credibilidad que necesita una historia como esta, alcanzando una convivencia perfecta entre actores, muñecos y animación digital.
Los vínculos con el pasado
Como no podía ser de otra manera, el guion escrito por el director Trevorrow junto a Emily Carmichael recurre a escenas, diálogos y planos de la película original Parque jurásico, además de pequeñas pinceladas argumentales o el uso del vestuario que ahora vuelven a repetirse. En su mayoría son detalles muy sutiles que los seguidores de la saga valorarán y que provocan la sonrisa la mayor parte de las veces, complaciendo y acertando de pleno al apelar al sentimiento nostálgico del espectador, pero no de una forma tan destacada como se hizo en Jurassic World.
La recuperación de los personajes de la trilogía original y mezclarlos con los nuevos provoca sensaciones agridulces. Isabella Sermon y DeWanda Wise sobresalen en cada escena, y mientras que Laura Dern y Bryce Dallas Howard consiguen destacar en una película tan coral, Chris Pratt y Sam Neill son meros acompañantes, sus personajes se quedan difusos, como un secundario con frase o un dinosaurio sin nombre.
Entre unos y otros están Mamoudou Athie (cuyo actor quiere destacar pero no puede porque apenas tiene frases) y un Jeff Goldblum al que se recurre tanto para los golpes cómicos (bastante escasos para los que debería haber) como para las explicaciones filosóficas, cogiendo partes de Parque jurásico y de Parque jurásico: El mundo perdido, una mezcla que no sale del todo mal, pero tampoco llega a la excelencia del personaje de los años noventa.
Una mención aparte merece el personaje de Dogson (fue interpretado por Cameron Thor en Parque jurásico y ahora tiene la cara de Campbell Scott), quien ha pasado de ser el arquetípico ladrón empresarial a convertirse en un gurú mediático muy parecido a los directores ejecutivos (ahora llamados CEO) de las actuales compañías informáticas y de telecomunicaciones. La capacidad de Scott para construir un personaje tan maquiavélico al mismo tiempo que inteligente e incapaz para conectar con sus semejantes lo convierten en una de las mejores imitaciones de la historia del cine (todos sabemos quién es sin que se diga su nombre).
Un mosquito exprimido
El producto final es complaciente para el espectador en muchos aspectos, pero defrauda a la hora de ofrecer algo novedoso con lo que enamorarnos, el guion intenta ser inédito pero omite muchas explicaciones necesarias y no tiene más remedio que recurrir a la reproducción de escenas y situaciones ya vistas para conseguir salir a flote (como también sucede con la música compuesta por Michael Giacchino, su trabajo intenta destacar, pero tiene que repetir los sonidos de John Williams para tocar la fibra del espectador) y, mientras que Jurassic World y Jurassic World: El reino caído dejaban una sensación placentera, ahora nos quedamos insatisfechos.
Aunque Jurassic World: Dominion tiene todos los ingredientes para ser un éxito, quizás repite el error en el que cayó Parque jurásico III, donde el intento forzado de resultar épica y emocionante provocó el efecto contrario y la convirtió en una película de segunda categoría comparada con las anteriores, aunque se haya revalorizado con el tiempo.
Es cierto que el cine ha evolucionado en estas tres décadas pero, después de tantos años, Parque jurásico consigue mantener esa chispa que te hace emocionarte cuando la vuelves a ver, algo que también tenía Jurassic World (el debate de las secuelas-plagio-actualizaciones lo dejamos para otro momento y usaremos a El despertar de la fuerza como mejor ejemplo) y que aquí echamos de menos. Tal vez sea el momento de enterrar a los dinosaurios por un tiempo y volver a fosilizar en ámbar a un mosquito del que ya hemos sacado suficiente beneficio sanguíneo.
¿Qué te ha parecido la película?