sábado, febrero 24, 2024

66 SEMINCI. Proyecciones especiales. Crítica de ‘La naranja prohibida’: El documental más esperado por la Seminci

Las críticas de José F. Pérez Pertejo en la 66 SEMINCI:
La naranja prohibida

Todos los cinéfilos, en mayor o menor medida, tenemos un componente mitómano. Y el que diga que no, es porque no lo quiere confesar. No conozco a ningún amante del cine al que no le guste coleccionar anécdotas relacionadas con su cinefilia, pero sí es cierto que a algunos les cuesta reconocerlo. Yo hace tiempo que no lo oculto, me encanta tener ocasión de conocer, aunque sea fugazmente a directores, actores, actrices o músicos a los que admiro y por los que siento un profundo agradecimiento por los ratos de disfrute que me han hecho pasar delante de una pantalla sentado en una butaca. Hoy he tenido ocasión de vivir una de esas circunstancias que a los que amamos el cine no se nos olvidan. Como aperitivo a la SEMINCI que comienza mañana, hoy se ha presentado en el Teatro Carrión un documental titulado La naranja prohibida para conmemorar el cincuenta aniversario de La naranja mecánica (Stanley Kubrick, 1971) cuyo polémico estreno en España, dónde fue prohibida por la censura franquista, tuvo lugar precisamente en Valladolid, en el Teatro Carrión, durante la Seminci de 1975. Apenas un minuto antes de que apagasen las luces, mirando hacia atrás para encontrar caras conocidas de gente a la que únicamente veo, cada año, durante el festival, descubrí que unas filas más atrás, con mascarilla y un gorra estaba sentado entre el público el mismísimo Malcolm McDowell, protagonista de La naranja mecánica y narrador, con su magnífica voz, de gran parte del documental que nos disponíamos a ver.

A partir de ahí, viendo y escuchando los testimonios de las muchas personas que intervienen en el documental recordando aquella proyección de 1975, no pude quitarme de la cabeza la sensación de estar viviendo algo especial. En el mismo Teatro Carrión y con el protagonista sentado entre el público, estaba asistiendo a 85 minutos de un entretenidísimo documental que recupera abundante material de archivo alternado, mediante un eficaz montaje, con las intervenciones de personalidades como el escritor Vicente Molina Foix (autor de la traducción del guion al español para su subtitulado y su doblaje), el también escritor Gustavo Martín Garzo presente en aquella sesión, el crítico vallisoletano Fernando Herrero, el por entonces director de la SEMINCI Carmelo Romero o varios miembros de su equipo como María Calleja o Jesús Ojeda

Entre todos reconstruyen un retrato de la ciudad de Valladolid a la que describen como mayormente conservadora, con un gran arraigo católico y una impronta rural que determinaba marcadas diferencias sociales entre determinados barrios y el centro de la ciudad. A partir de ese retrato, pretendidamente desprovisto de nostalgia aunque no se consiga plenamente, se sitúa el contexto en el que nació la Semana de Cine Religioso posteriormente reconvertida en «de cine religioso y valores humanos» en la que, dentro de los valores humanos, como dice con cierta sorna Fernando Herrero, cabía todo, hasta el erotismo. Aquel fue el germen de la SEMINCI que mañana mismo inaugura su sexagésimo sexta edición.

La naranja prohibida está dirigida por Pedro González Bermúdez, un auténtico especialista en documentales cinéfilos (El último adiós de Bette Davis, 2014 o Peckinpah Suite, 2019 entre otros) y se plantea desde el principio como un abierto homenaje a La naranja mecánica y, como ya he dicho, a la ciudad de Valladolid encarnada en su Semana Internacional de Cine. Un Malcolm McDowell cuya voz se escucha durante gran parte del film aunque no se le vea hasta el final ejerce de hilo conductor. Sus vivencias personales durante el rodaje, la significación que el personaje de Alex DeLarge tendría en su carrera, su relación con Stanley Kubrick y las vicisitudes del estreno salpican un metraje sostenido con ritmo y cuyo interés no decae en ningún momento.

La parte central se ocupa de todos los avatares que rodearon a la llegada de la película a Valladolid y las circunstancias en las que tuvo lugar la venta de entradas y la propia proyección, antidisturbios incluidos, en un año en el que el jurado de la SEMINCI lo presidía Mel Ferrer y se premió a Confidencias de Luchino Visconti y Primera plana de un tal Billy Wilder. (Las diferencias con el presente resultan descorazonadoras).

En su tramo final, cuando parece que lo que queda va a ser un simple epílogo para alargar el metraje, el documental se eleva aún más y adquiere su propio discurso. El cineasta vallisoletano Pedro del Río toma los mandos para ofrecernos un interesante experimento cinematográfico realizado con jóvenes a los que se entrevista antes y después de haber visto, por primera vez, La naranja mecánica. El resultado, además de evidenciar que la película no ha perdido un ápice de su capacidad para perturbar, sirve para subrayar que vivimos presos de una nueva censura tan tóxica como la de la dictadura. El convencimiento general de muchos de los intervinientes en el documental de que hoy, cincuenta años después, no podría hacerse una película como La naranja mecánica deja bien claro que, en lo que se refiere a libertad creativa y artística, hemos involucionado. La corrección política es la nueva religión y la falsa moral de los permanentemente ofendidos el martillo de los nuevos censores.

La naranja prohibida ha sido un buen aperitivo para abrir boca ante ocho días de cine. Haberla visto en compañía de Malcolm McDowell en el mismo teatro donde se estrenó en España hace casi cincuenta años, un regalo para la cinefilia mitómana o la mitomanía cinéfila, como ustedes prefieran.


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La naranja prohibida

7

Puntuación

7.0/10

3 COMENTARIOS

  1. Vaya, vaya, qué experiencia ver un documental sobre La naranja mecánica con su protagonista en la sala, ya que hay reminiscencias católicas sería como ir a misa con el Papa o casi. Vi esta película hace miles de años en el cine de medianoche de la televisión española de entonces, recuerdo poca cosa pero sí que me defraudó ya que inmerso en la revolución hormonal de la adolescencia esperaba más imágenes de sexo, jaja. Me he quedado boquiabierto con el elenco del festival de aquel año: un Olimpo. La mitomanía cinéfila es inevitable, es una forma de agradecimiento, yo conservo todos los artículos de prensa del día en que murió Greta Garbo.

    • Efectivamente, cinefilia y mitomanía van de la mano. Yo recuerdo que la primera vez que ví La naranja mecánica era, probablemente, demasiado joven para verla… no recuerdo que edad tenía, pero me perturbó muchísimo. La vi en León, en los cines Van Gogh, una temporada que hacían ciclos en versión original de películas de reestreno.

  2. A los que nos gusta el cine, muchas veces abres el armario de las pelis y quisieras tener algo que te decantara para elegir algo que ver rápidamente y no pasar de película a película como un niño en vísperas de Reyes en un centro comercial. Este documental me ahorrará tiempo de selección y recuperaré la Naranja mecánica y seguramente le seguirá toda la obra de Kubrick. Gracias SEMINCI por ahorrarme tiempo de elección durante unos días…

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