De leyendas marinas e influencias terrenales
‘Bocas de arena’ tiene una trama policíaca clásica
Bocas de arena (Hondar ahoak) cuenta la historia de la inspectora de policía Nerea García que se reincorpora al cuerpo tras pasar un tiempo de baja. No sabemos exactamente lo que ocurrió, pero parece arrastrar secuelas post traumáticas derivadas de la pérdida de un compañero en acto de servicio. Su jefe decide enviarla desde Bilbao a un pueblo de pescadores para que investigue un sencillo caso de desaparición.
La inspectora está interpretada con solvencia por Nagore Aramburu, la inolvidable protagonista de Loreak (Flores) (Jon Garaño y Jose Mari Goenaga, 2014). Es una persona arisca y que hasta puede llegar a resultar condescendiente o antipática. Tras iniciar con mucho escepticismo sus pesquisas, irá descubriendo que el pueblo encierra misterios y secretos que irán complicando su investigación. Se le asigna como compañero a un joven policía local, personaje interpretado por Eneko Sagardoy, ya convertido en unos de los mejores actores vascos del momento. La posterior aparición de un cadáver con la boca llena de arena será la punta del iceberg de una trama mucho más compleja que implica de distintas formas a toda la gente del pueblo.
Un final decepcionante para una serie fascinante
Hay que reconocer que el punto de partida no es demasiado original. Es un inicio clásico dentro del género policíaco. Lo que hace interesante a Bocas de arena (Hondar ahoak) es la manera en que se hilvanan las relaciones entre los diversos personajes y la forma que utiliza el director para contar su historia. Encontraremos pocas escenas de acción o suspense puro, es cine negro conceptual que se recrea en la construcción de una atmósfera misteriosa. Eso sí, te atrapa como una pegajosa tela de araña.
Además de los dos personajes principales, se nota el esmero por dotar de relevancia a muchos de los secundarios. Destacaría la presencia en el reparto de Sara Cózar, Iñaki Beraetxe, Mikel Tello o Josean Bengoetxea, por citar algunos. El personaje de la primera sea posiblemente el más atractivo por las aristas que contiene. Aunque es cierto que echo en falta un mayor desarrollo de algunas subtramas que apuntaban hacia lugares alejados de los tópicos del género. Por ejemplo, esos personajes de inmigrantes que acaban teniendo una presencia más testimonial de la esperada al inicio. O el extraño tono bíblico que aportan los sermones que realiza un ex drogadicto en el puerto donde ahora trabaja como buzo.
Tal vez sea eso lo que más perjudica a Bocas de arena (Hondar ahoak). Los cuatro episodios de 55 minutos se me hacen insuficientes. En una época en que las series se alargan por encima de sus posibilidades, aquí nos encontramos con todo lo contrario. Tanto el giro final como el desenlace parecen hechos con prisas. Se dejan cosas por desarrollar y la resolución de la trama principal es tan tramposa como previsible. Es la inercia actual del impacto fácil y, sin duda, no está a la altura del resto de la serie. Hasta llegar ahí, asistiremos a un policíaco fascinante, ambiguo y sugerente, lleno de imágenes arrebatadoras y con un guion muy bien estructurado. El metafórico título de Bocas de arena (Hondar ahoak) es extensible a toda la serie y funciona como un reflejo de todas sus referencias al folclore vasco.
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