Creo firmemente que cada película debe tener valor por sí misma y no por lo que representa respecto a otras, es por ello que, aunque en ocasiones caigo en la trampa, cada vez que escribo sobre una película procuro evitar que mis opiniones se fundamenten sobre comparaciones con otros largometrajes del mismo director o género. Digo esto porque he leído estos días muchas opiniones que más o menos vienen a decir “El Irlandés es una gran película pero Uno de los nuestros es mejor”.
Con este modo de argumentar sería posible minusvalorar todas las películas de Truffaut que siguieron a su ópera prima, Los cuatrocientos golpes, a pesar de que muchas de ellas son películas extraordinarias y sería muy discutible que auténticas obras maestras como Sed de mal, El cuarto mandamiento o La dama de Shanghai tuviesen consideración después de que un joven Orson Welles deslumbrase con su primera película Ciudadano Kane.
Tratar de situar El Irlandés en el puesto que le corresponde colocando por orden de calidad las películas de Martin Scorsese provocaría acalorados (e interesantísimos) debates entre los amantes del cine en los que terminaría por primar, como debe ser, el gusto personal de cada uno, pero nos terminaría alejando de la cuestión principal en este momento que no es otra que hablar de El Irlandés.
El Irlandés es una gran película. Punto. Martin Scorsese ha hecho lo primero que tiene que hacer todo gran director que es rodearse bien, y no me estoy refiriendo únicamente al espectacular elenco. Lo primero es recurrir a uno de los mejores guionistas de Hollywood, Steven Zaillian, para adaptar el libro «I Heard you Paint Houses (He oído que pintas casas)» de Charles Brandt. En segundo lugar, encargar la dirección de fotografía al reputado Rodrigo Prieto con quien ya trabajó en El lobo de Wall Street y Silencio. Finalmente, tirar de su equipo habitual encabezado por la montadora Thelma Schoonmaker (tres Óscar por películas de Scorsese la contemplan) y el músico Robbie Robertson, líder de la mítica The Band con la que Scorsese filmó aquella joya titulada El último Vals.
El reparto es tan potente que basta con citar a Robert de Niro, Al Pacino y Joe Pesci para recrear en el imaginario cinéfilo toda la estética de las películas de mafiosos de las últimas décadas aunque no hayan salido en ellas. De hecho, cuesta creer que a estas alturas de sus carreras, Scorsese y Pacino no hubieran trabajado juntos todavía. La recuperación de Pesci tras varios años de ostracismo es un auténtico regalo para el propio Pesci y para todos los aficionados al cine, en cuanto a De Niro y su fructífera amistad con Scorsese poco queda por decir sino que El Irlandés supone un hito más en una colaboración que alcanza ya nueve títulos.
El Irlandés está basada en las memorias de Frank Sheeran (De Niro), un excombatiente de la Segunda Guerra Mundial que al finalizar la guerra termina convirtiéndose en colaborador del mafioso Russel Bufalino (Pesci) y sicario del histórico sindicalista Jimmy Hoffa (Pacino). Estos tres personajes son los vértices de todo un entramado narrativo a través del cual Scorsese vuelve a retratar a la mafia italoamericana tejiendo una compleja red de personajes reales al tiempo que elabora un fresco de la historia de Estados Unidos a lo largo de cuatro décadas.
Pero El Irlandés no es una película de mafiosos más, entrelazados entre sus imágenes figuran todos los referentes temáticos que se han hecho recurrentes en las mejores obras de Scorsese: la culpa, la soledad, la religiosidad atormentada, el neuroticismo de guerra y un cierto sentido de la ética que cobra una peculiar dimensión al provenir de gente que no tiene ningún reparo en salpicar una pared de sangre y sustancia gris. Y, además de estas constantes temáticas, se asoma sobre todas ellas, probablemente ayudado por la edad del director y protagonistas (todos ellos septuagenarios), una lúcida reflexión sobre el devastador paso del tiempo encarnado en el rostro del propio Sheeran que, anciano y sentado en una silla de ruedas, rememora su vida.
Scorsese vuelve a recurrir a una de las constantes de su estilo narrativo, el empleo de la voz en off para introducir al espectador en la historia y conducirlo a través de la misma, y será la voz de Sheeran/De Niro la que ejerza ese papel de “narrador personaje” determinando el punto de vista del relato. A partir de este sostén, toda la película está narrada con la maestría y el oficio de alguien que siempre sabe donde colocar la cámara y moverla con elegancia, al compás de una estudiadísima puesta en escena, para construir esos largos y poderosos planos secuencia marca de la casa. Si a esto sumamos el empleo de la banda sonora puntuando cada eslabón de la historia y un portentoso trabajo en la sala de montaje, el resultado no es otro que una auténtica lección magistral de dirección cinematográfica.
Uno de sus hándicaps podría ser su larga duración, es cierto que la película alcanza las tres horas y media y que con media hora menos sería igual de buena, pero nos hurtaría treinta minutos de disfrute de un reparto espléndido. Me parece estéril debatir quien de los tres protagonistas está mejor, De Niro está portentoso y sobre su rostro descansa toda la película al ejercer un protagonismo casi constante, Pacino puede parecer excesivo en algunos momentos pero todo ese exceso redunda en la construcción del personaje y no en el lucimiento del actor, algunas secuencias como esas miradas desde el estrado a Tony Pro durante la cena homenaje a Sheeran son sencillamente memorables. Pero quizá sea Pesci el más sorprendente al construir un gangster mucho más reposado y reflexivo que los impetuosos personajes a los que nos tiene acostumbrados. Su cadencia con la voz, su dosificación gestual, la parquedad de sus movimientos y su química con De Niro resultan deslumbrantes.
Completan el reparto un auténtico plantel de lujo imposible de repasar al completo entre el que destaca un Harvey Keitel al que nos gustaría ver más minutos dando vida al mafioso Angelo Bruno, Stephen Grahma como Tony Pro y una excepcional Anna Paquin dando vida a una de las hijas de Sheeran.
El Irlandés es una de las películas del año, eso es incuestionable, voy a atreverme a decir, ahora que está próxima a terminar, que es una de las películas de la década, y solo hay que sentarse a esperar para ver donde la sitúa el paso del tiempo respecto al resto de películas de su autor. Pero no nos equivoquemos, eso será absolutamente independiente de lo que digan los Óscar y todo el mecanismo de competición al que el cine debería permanecer ajeno, Taxi Driver perdió contra Rocky, Toro Salvaje contra Gente Corriente y Uno de los nuestros contra Bailando con lobos. Tanto Rocky como Gente Corriente o Bailando con lobos me parecen películas estupendas pero, en fín, las comparaciones son odiosas. Prepárense para que El Irlandés pierda ante cualquier obra menor, dará igual.
¿Qué te ha parecido la película?
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Totalmente de acuerdo con tu crítica. Voy a hacer una única observación a colación que hoy han salido las nominaciones a los Globos de Oro: me parece increíble que Robert de Niro no aparezca entre los nominados (y eso que son diez en estos premios…) ni como mejor actor principal por EL IRLANDÉS ni como actor secundario por el JOKER. No digo que lo tenga que ganar (que en mi opinión debería tener tantas posibilidades como cualquier otro) en este año de grandiosas interpretaciones masculinas, pero que nos priven de su presencia en estas galas (me temo que en los Oscar pasará lo mismo), me parece un insulto a uno de los últimos grandes de verdad de la Historia del CINE.
Completamente de acuerdo!!!!, aunque pienso que donde está realmente sublime es en El irlandés.
Saludos cinéfilos.