martes, marzo 19, 2024

‘The Handmaid´s Tale’ (‘El cuento de la criada’): Majestuoso arranque de una serie llamada a convertirse en grande

Las críticas de José F. Pérez Pertejo: The Handmaid´s Tale (El cuento de la criada)

No suelo escribir a menudo sobre series de televisión, y no porque no vea, siga con interés o incluso disfrute algunas de ellas. La razón es que nunca encuentro el momento adecuado para hacerlo. Si espero a que todas las temporadas de la serie terminen suele ocurrir que se han dicho o escrito ya tantas cosas que no encuentro razones para incorporar una opinión más salvo que sea radicalmente diferente a todo cuanto se ha dicho o escrito sobre ella, eso no suele ocurrir y además tampoco leo todo lo que se escribe. No sé hasta qué punto tendría sentido escribir una crítica, crónica o artículo de opinión sobre, por ejemplo, Mad Men (en mi opinión la mejor serie de la última década) cuando existen incluso libros sobre ella. Existe además el riesgo añadido de caer continuamente en el destripe de lo que ocurre, especialmente en los últimos episodios, y espantar al potencial espectador que no haya visto la serie en cuestión.

La otra opción es escribir sobre una serie cuando está empezando, cuando lleva apenas unos episodios o incluso después de haber visto únicamente el episodio piloto. Esto puede ser útil para los espectadores que perdidos en el inmenso maremágnum de series que pueblan las parrillas de programación se ven, irremediablemente, obligados a elegir a cual dedicar sus escasas (o no, ¡bienaventurados los ociosos!) horas de ocio. Pero nuevamente nos encontramos con un grave riesgo al optar por esta segunda opción que no es otro que el de equivocarnos. Aunque me parece una obviedad tremenda, no puedo evitar justificar ese riesgo de equivocarse argumentando que hay series que han tenido portentosos arranques y han terminado siendo soberanos bodrios o que, por el contrario, series que tras titubeantes episodios e incluso endebles primeras temporadas han conseguido revelarse como series fantásticas e inolvidables.

No voy a poner ejemplos de ambas posibilidades para no distraer demasiado la atención y no alargar innecesariamente este preámbulo tras el cual quiero hablar precisamente de una serie que lleva apenas cuatro episodios y que, a riesgo de equivocarme, apunta a serie de culto, de esas que cuando se instalen permanecerán en el Olimpo de las mejores series de la historia de la televisión: The Handmaid´s tale o El cuento de la criada es la nueva joyita producida por Hulu y que en España se emite en HBO.

El cuento de la criada adapta a formato televisivo la novela homónima de la escritora canadiense Margaret Atwood, una de esas eternas candidatas al Premio Nobel de Literatura cuyo nombre suena todos los años junto al de Paul Auster o Haruki Murakami hasta el minuto antes de que la Academia Sueca anuncie el nombre de una periodista bielorrusa o un cantautor norteamericano para regocijo de algunos y mohines de disgusto de otros. Es España, sin embargo, se le concedió en 2008 el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.

En la novela, y por ende en la serie de televisión, se nos presenta una sociedad distópica en la que tras una alteración del sistema de gobierno en los Estados Unidos, se instaura un régimen teocrático y dictatorial conocido como República de Gilead que propone la abolición de la mayoría de los valores de las sociedades modernas y especialmente de todos aquellos derechos que tienen que ver con la mujer. Una alarmante crisis de fertilidad restringe la libertad femenina y clasifican a las mujeres en tres castas: las poderosas, esposas de los comandantes que son las únicas que viven con algo parecido a dignidad; las criadas, mujeres fértiles que son empleadas como útiles reproductivos y únicamente pueden mantener relaciones sexuales con sus comandantes y las marthas que no son ni más ni menos que personal de servicio dedicado a limpieza, cocinas y demás gratificantes tareas de la vida cotidiana.

Uno de los mayores méritos de la serie, acaso el mayor hasta ahora, es su capacidad para crear una atmósfera característica, especialmente opresiva, que alcanza al espectador desde los primeros instantes del episodio piloto cuando apenas tiene información de lo que está ocurriendo y solo una poderosa concepción estética puede atrapar su atención y sus ganas de seguir adelante. No son ajenos a esta atmósfera la envolvente y sabiamente utilizada música de Adam Taylor, la gélida fotografía de Colin Watkinson, el peculiarmente vistoso diseño de vestuario de Ane Crabtree y la inquietante dirección que Reed Morano imprime a los tres primeros episodios alternando secuencias filmadas con cámara al hombro con planos cenitales, visiones subjetivas, planos generales, primeros planos y una adecuada concepción del ritmo en el que no todo ocurre a la misma velocidad. Momentos intimistas suceden a secuencias de más acción y viceversa.

Un turbador arranque en el episodio piloto sirve como espoleta para poner en práctica las diferentes fórmulas narrativas que adopta la serie, incluyendo los flashbacks que ya estaban presentes originalmente en la novela de Atwood y que los guionistas Bruce Miller e Ilene Chaiken introducen con un adecuado sentido del equilibrio para dosificar pausadamente la información que ofrecen al espectador y que éste vaya componiendo mentalmente el puzle de los qué, cuándo, cómo, dónde y por qué ocurre lo que estamos viendo. Apoyándose también en la voz en off de la protagonista, los guionistas esclarecen progresivamente las circunstancias que han llevado a la actual situación de irrealidad y acomodan (es un decir) al espectador ante el extrañamiento inicial al contemplar una sociedad sometida a unos valores subvertidos por un orden que no encaja en ningún régimen de gobierno conocido hasta la fecha, aunque habrá quien le encuentre similitudes con el nazismo.

La serie mantiene el tono de feminismo sosegado que Margaret Atwood incorporaba en su novela pero sería demasiado simplista reducir The Handmaid´s Tale a una serie feminista porque son muchos más temas los que se ponen sobre el tapete. El fundamentalismo religioso como gran amenaza para las democracias modernas, la devastación ecológica del planeta con el agotamiento de los recursos naturales, la renuncia a la identidad personal y el resignado sometimiento a la masa, la pérdida de la libertad, de la propiedad, de los derechos civiles, la línea que marca la diferencia entre vivir y sobrevivir y, en definitiva, un sabio y perturbador cuestionamiento del orden establecido que tal vez dibuja un horizonte apocalíptico pero no tan imposible como podría parecer en una primera lectura.

En cuanto al reparto, a pesar de las importantes presencias de Joseph Fiennes (Shakespeare in love) cuyo personaje es apenas esbozado en los primeros episodios y todo hace intuir que ganará peso según avance la historia, Yvonne Strahovski (Dexter) o Alexis Bledel (Las chicas Gilmore), la estrella indiscutible es su protagonista, la criada que da título a la serie, que no es otra que Elisabeth Moss, la inolvidable Peggy Olson de Mad Men, la detective Robin Griffin de Top of the Lake (por la que ganó el Globo de Oro) o la hija pequeña del presidente Bartlet en la ya lejana pero inolvidable El Ala Oeste de la Casa Blanca.

Elisabeth Moss es una actriz excepcional que a su versatil talento para el drama y la comedia, une un particular físico que lo mismo le permite resultar creíble como la chica guapa de la peli, como la fea resultona o la profesional (de lo que sea) entregada a su trabajo con dedicación. Moss tiene una admirable capacidad para resultar inquietante al minuto siguiente de haberse mostrado adorable, aparecer como una mujer fuerte y decidida o expresar la fragilidad de una persona vulnerable. Me cuesta entender que la industria del cine no haya visto todavía tales cualidades para ofrecerle papeles importantes en películas de relumbrón, pero no es el primer caso de ceguera que el cine muestra ante verdaderas estrellas de televisión. Si acaso, resulta sorprendente en el momento actual en el que los límites entre ambos medios están más difuminados que nunca y ya nadie se sorprende de ver a Nicole Kidman haciendo una serie (Big Little Lies) o a Jennifer Aniston volcada en el cine. Creo que su Defred (así se llama su personaje en español, Offred en el inglés original) va a suponer el salto definitivo que le reporte el prestigio y los premios que se le negaron por su admirable trabajo en Mad Men.

Volviendo al comienzo de este escrito, el arranque de The Handmaid´s Tale ha sido arrollador, los cuatro primeros episodios emitidos son sencillamente excepcionales, si la serie mantiene el altísimo nivel de narración, realización e interpretación mostrado hasta ahora estamos ante una gran serie. Espero que el desarrollo futuro no me desmienta y algún día tenga que leer con sonrojo alguno de los elogios que aquí he escrito, pero asumido está el riesgo de escribir de una serie cuando apenas está comenzando.

Nota: The Handmaid´s Tale puede verse en nuestro país a través de HBO España, los tres primeros episodios se estrenaron el pasado 26 de abril y a partir de ahí, está previsto un nuevo episodio cada miércoles hasta terminar los diez de los que consta la primera temporada. Hace apenas unos días la productora Hulu anunció la renovación para una segunda temporada que se emitirá en 2018.

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