La secuela de la estupenda John Wick (rebautizada en España con el subtítulo Pacto de sangre, mientras que el nombre original es Capítulo 2) llega por fin a las salas de cine de nuestro país con cierto retraso (aunque podemos estar contentos que al menos se estrena en cines) y nos devuelve al Keanu Reeves más activo, combativo y violento que conocimos en la anterior entrega.
John Wick: Pacto de sangre más que una secuela, en términos cinematográficos, es una continuación coherente de la historia anterior con grandes escenas de acción sublimes (la persecución por las calles de Nueva York escapando de cientos de asesinos o la incesante e inagotable huida de Roma son magníficas y un ejemplo perfecto de sincronización y montaje) y una ampliación y desarrollo de el particular universo creado en la primera parte dónde cualquiera puede ser un asesino a sueldo. Este maravilloso y atractivo submundo de los asesinos de élite (con sus códigos, sus normas, sus lugares ocultos y sus trapicheos) recuerda levemente al de Kingsman: Servicio secreto, aunque aquí el argumento tiene un componente más adulto y las notas de humor son más sofisticadas y están basadas, en su mayoría, en los diálogos y detalles que sólo captarán los espectadores más cinéfilos.
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