Hay que avisar que cuando arranca Mucho ruido y pocas nueces no se sabe muy bien lo que debemos esperar de ella, pero no pasan ni 10 minutos para estar sonriendo y conteniendo la respiración, deseando que la película sea capaz de mantener ese humor inteligente, así como ese gran trabajo de reinterpretación y particular empleo del texto original. Y lo logra, logra mantener la magia de principio a fin.
Con esos antecedentes sonaba raro que versionara la obra de Shakespeare, pero lo logra, y de forma perfecta, entretenida, profunda y, sobre todo, respetuosa con la original. Esta nueva versión nos cuenta como Leonato, gobernador de Mesina, recibe la visita de su amigo Don Pedro, que acaba de regresar de una campaña victoriosa contra su hermano rebelde, Don Juan, acompañado por dos de sus oficiales: Benedicto y Claudio. Mientras en Mesina Claudio se enamora de Hero, la hija de Leonato, Benedicto se enzarza en disputas verbales con Beatriz, la sobrina del gobernador. El incipiente amor entre Claudio y Hero mueve a Don Pedro a concertar con Leonato el casamiento de los dos jóvenes. Entretanto, el malvado Don Juan urde una trama contra la feliz pareja.
Esta versión contemporánea de la shakesperiana «Mucho Ruido y Pocas Nueces» fue rodada en 12 días en la casa de Joss Whedon, mientras éste descansaba del rodaje de Los Vengadores. Whedon usó el texto original de Shakespeare para rodar con actores desconocidos y con su mujer Kai Cole, como productora ejecutiva. El director también se encarga del guón y de la música. En el reparto nos encontramos con Amy Acker, Alexis Denisof, Nathan Fillion, Fran Kranz, Jillian Morgese, Sean Maher, Reed Diamond, Clark Gregg y Tom Lenk.
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