viernes, abril 19, 2024

Crítica de ‘El hobbit: La desolación de Smaug’: Extendida, pero no aburrida

Las críticas de Óscar M.: El hobbit: La desolación de Smaug
Realizar la crítica de esta segunda parte de la nueva (y forzada) trilogía es una labor más complicada de lo que parece: El hobbit: La desolación de Smaug tiene la mala suerte de ser la quinta entrega de una saga que se está caracterizando por la (inevitable y necesaria) continuidad y estabilidad gráfica con las cuatro películas predecesoras.
Como ya se pudo comprobar en El hobbit: Un viaje inesperado, las referencias y puntos en común con la trilogía de El señor de los anillos son evidentes y obligados, aunque esa saga tenía la ventaja de ofrecer al espectador un punto de partida, un desarrollo y un final (y entre ellos, escenas memorables que han quedado para el recuerdo).

Y, aunque esta nueva trilogía también los tiene establecidos, el espectador notará como si el avance de la historia de los protagonistas se hubiera estancado en algún momento y las dos horas y media de la nueva entrega se hacen excesivamente largas, pero en ningún caso aburridas, ya que no les dejan de suceder peripecias a la nueva (o antigua) compañía.
Hay que volver a recordar que no había material suficiente para la realización de tres películas (la extensión del libro «El hobbit» es la tercera parte de la de «El señor de los anillos»), por lo que se han visto obligados a ampliar escenas, personajes, situaciones y a introducir otros tantos nuevos.
Peter Jackson es el director idóneo y el mejor encargado posible de ampliar y extender el texto dejado por J.R.R. Tolkien, nadie como él sabe cómo introducir a los nuevos personajes y crear todo un trasfondo para que no parezca una excusa para tener más metraje, por lo que la introducción de estas novedades es bastante fluida y hay que recurrir al texto original para apreciarlas.
La intención de los guionistas de colocar a los protagonistas siempre al borde del abismo (física y literalmente hablando), provocará cierta desidia en el espectador cuando algún personaje esté a punto de morir por quinta o sexta vez (aunque no llega al abuso que se pudo ver en la película anterior con la docena de caídas por las cuevas de los trolls). El efecto es demasiado recurrente y, aunque es usado para mantener el interés, puede provocar en el público menos interesado el abandono de la trama demasiado pronto.
Ya quedó bastante claro en la anterior entrega (y si había algún espectador despistado se lo han recordado con los insistentes tráilers) que el grupo llega a la ciudad de Erebor y se produce el encuentro entre el hobbit protagonista y el dragón con el que comparte el título de la secuela, por lo que es un tanto innecesario ofrecer constantemente dicha sensación de peligro o que no llegarán a alcanzar el objetivo propuesto.
El dragón Smaug (como lo fue Gollum en Las dos torres) es el punto fuerte de la película y el trabajo vocal y de captura de movimiento facial del actor Benedict Cumberbatch es absolutamente espectacular (como el de Andy Serkis en las anteriores películas), los adelantos infográficos han permitido que el dragón resulte terriblemente real (a excepción de que puede hablar, claro) y que sus movimientos, gestos o llamaradas asombren al espectador por su llamativo realismo.
Recordando la interpretación de Martin Freeman en la primera parte, es destacable el aprecio que ha conseguido desarrollar el actor en el público en esta entrega. Su interpretación está mucho más llena de matices y el actor está expresivamente más relajado. Freeman consigue que obviemos (pero no olvidemos) a Frodo y recuerda a la interpretación de Ian Holm del mismo personaje en la anterior trilogía.
Quizás porque todas las entregas se rodaron de forma continuada, el resto de actores aparentemente no han evolucionado tanto como Freeman, aunque hay que destacar el trabajo de (la bellísima) Evangeline Lilly (cómoda y espectacular como elfa, algo de lo que Liv Tyler debería aprender), Richard Armitage o Lee Pace (aunque los amaneramientos elfos no terminen de gustar).
La película carga con el lastre de ser una película sin principio y sin final (como ya le sucedió a Las dos torres) y, desafortunadamente, no se ha mejorado este aspecto esta tercera secuela. Si bien el comienzo es bastante lógico que debe arrastrar a la parte anterior, es lamentable que la historia quede forzadamente inconclusa para reservar material para El hobbit: Partida y regreso.
A pesar de ésto, de que el 3D sea una mera excusa para engrosar las entradas (en esta ocasión hay alguna piedra que «ataca» al espectador o algún pájaro o mariposa que se cuela entre los asientos), de que la composición musical de Howard Shore se pierda entre las persecuciones y caídas y que no deje el recuerdo de anteriores partituras, El hobbit: La desolación de Smaug hará las delicias de los seguidores de Jackson y Tolkien, una unión inmejorable.

8 COMENTARIOS

  1. Aún no la he visto (obviamente, sólo unos pocos afortunados han podido verla ya). Iré el sábado a verla, con muchas ganas por cierto, porque las primeras opiniones están siendo bastante favorables.

    He de decir además, que no estoy de acuerdo con la referencia a Liv Tyler, que me pareció muy adecuada para su papel y de hecho me parece uno de los mejores personajes de la trilogía anterior. Su historia con Aragorn y la perfecta sintonía entre Viggo y ella es perfecta.

  2. Yo esta tarde iré a verla, confío que en un buen 3d, para ver si compensa pagar la diferencia o no de la tridimensionalidad. A poco mejorará la primera, que me pareció más lenta que la trilogía original.

    De Liv mejor no hablo, que la actriz me encanta y no la veo mal en ningún papel 😉

  3. ….eeeeeee……esto…..eeeee…..

    me dices que el dragón es terriblemente real salvo porque habla????

    qué es lo siguiente que me vas a decir? qué los unicornios no son capaces de teletransportarme?

    Siento ser yo quien te lo diga, pero agarrate: los dragones ni existen ni existieron.

    Hoy a ver la peli, en 3D pero no en 48frms. La primera si la vi con los 48 y debo decir que me pareció un experiencia única y deliciosa.

    Algo por lo que si estoy dispuesto a pagar 10 euros.

  4. esto… pues hoy discrepo con Obispo, que me ha tocado la fibra sensible. Odio las películas de animales que hablan, odio las películas en las que seres mitológicos de los cuales tengo una idea preconcebida me la cambian, y odio ver dragones hablando. Existan o no, estamos hartos de verlos en series y películas en las que están magníficos calladitos. Hasta juego de tronos tiene dragones preciosos. No, que hable es un punto negativo… aunque luego concretaré más, pues ahora voy camino del cine, en 3D, pero tampoco HFR.

  5. Un punto negativo? Eso díselo a Tolkien, no a la película. Es menos real un dragón que habla? …
    No entiendo muy bien lo que queréis decir la verdad. Que hubieseis preferido un dragón que no hablase? Vista la película es inimaginable un Samug que no hablase. Es como si me dices que Bárbol era menos real porque hablaba…
    Así que estoy con Obispo.

  6. Al final no he podido verla, así que ya comentaré al respecto del dragón. El tema de animales o seres hablando ya digo que es algo que no me suele gustar, y cuando leo al respecto, me lo imagino de distinta forma a como suele representarse en el cine, pero juzgaré en cuando lo vea. Lo de Tyler me alegra 😉

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