Las críticas de Óscar M.: O Apóstolo
O Apóstolo se publicita como la primera película de animación stop-motion estereoscópica realizada en Europa. Y esa carga de ser la primera película de este tipo la pasa factura antes incluso de su visionado, se predispone al espectador a ver algo que ya ha visto (pero con más presupuesto) desde Estados Unidos.
Por suerte para el espectador, el sello europeo queda claro desde el comienzo, mostrando una clara diferencia con las producciones americanas. El trabajo realizado en O Apóstolo es más artesanal, más personal y está hecho con más cariño que el mismo tipo de producciones que se realizan al otro lado del océano, donde todo parece más mecánico y más «industrial».
El largo trabajo que ha costado cuatro años a su director y al equipo, se hubiera reducido a apenas cuatro meses si detrás del proyecto hubiera estado una productora fuerte con gran capital, pero ésto habría llevado a la deshumanización de la historia y al asesinato del alma de un producto que rezuma cariño y dedicación en cada uno de sus fotogramas.
Sin embargo, la losa de querer hacer la historia más universal y abarcar diferentes puntos de vista, lastra a la película con ciertos desatinos en el guión que desde la mitad hasta el final parecen inconexos, pero que consiguen cerrar todas las tramas abiertas finalmente.
Aunque en ningún caso aburre, sí se echa en falta un poco más de ritmo en la parte central, dado que la película tarda en mostrar a todos los personajes y continúa incorporando nuevas temáticas más allá de la mitad del metraje. Se toma su tiempo, como buen habitante gallego, en desarrollar la historia y deja al espectador asimilar la trama antes de que la acción avance.
El trabajo de producción, recreación de escenarios y actores está altamente conseguido y el espectador tarda décimas de segundos en identificar a los actores que ponen voces a los personajes o los lugares que aparecen en la película, lo que supone un acierto para los diseñadores y el equipo de producción.
Tanto excelente música de Xavier Font, Arturo Vaquero y Phillip Glass, como la iluminación y el colorido de las escenas consiguen sumergir al espectador en una historia oscura y tétrica, aunque sin llegar a ser terrorífica, apta para niños y adultos de todas las edades, con guiños a la historia del cine (a los monstruos clásicos) o al propio camino de Santiago.
Sin embargo, el intento de llegar hasta el público infantil ha cargado innecesariamente a la película con un número musical, que, aunque está muy bien elaborado (con una animación fantástica y que rinde homenaje a los primeros y rústicos modelos de animación), hubiera tenido un mejor efecto si se hubiera hecho de forma dialogada y no cantada, ya que esa pequeña historia es suficientemente buena como para no encubrirla con una canción, que, además, distrae al espectador y le saca por completo de la atmósfera de la película.
O Apóstolo demuestra que en Europa también se puede hacer un producto de animación de calidad, con personalidad propia, y al margen de los grandes estudios, ha abierto un camino que esperamos se desarrolle por el que explorar los numerosos fantasmas de la historia de España.