jueves, marzo 28, 2024

56 SEMINCI. Sección Oficial: ‘Starbuck’, una hilarante comedia dramática

Las críticas de David Pérez «Davicine»: Starbuck

Ken Scott ha sorprendido en la 56 edición de la SEMINCI con una comedia canadiense llena de mensaje y de emotividad, a la par que buen humor: Starbuck.
La película nos presente a David, quien a sus 42 años sigue viviendo como el eterno adolescente. Sortea con el mínimo esfuerzo los escollos de la vida y mantiene una relación complicada con Valerie, una joven policía. Cuando ésta le comunica que está embarazada, una serie de circunstancias hacen que aflore de repente el pasado de David. Veinte años antes, y con el fin de obtener algún dinero, comenzó a donar esperma a una clínica de fertilidad. Ahora acaba de descubrir que, resultado de aquellas donaciones, ha engendrado nada menos que 533 hijos, de los cuales 142 han emprendido una acción legal conjunta para que se revele la identidad de su padre biológico, a quien se refieren con un seudónimo: Starbuck.

Cuando David lleva a su novia Valérie (Julie LeBreton) a casa para conocer a su familia polaco-canadiense, Scott muestra pinceladas de «humor» y detalle al extremo al ver la sala de estar de la familia, con un retrato del Papa Juan Pablo II, recuerdos familiares por todos los lados, unas cuantas botellas de buena bebida y, para rematar, una foto perfectamente enmarcada de la madre difunta. No hace falta llegar a la mesa para conocer la unión sin pretensiones de la familia Wozniaks.
La película es consecuencia, en gran medida, de la capacidad de detallar secuencias del director, así como el cariño con el que muestra Montreal, representada a través de una vibrante paleta de color que enseña con exactitud la variada belleza de la ciudad y la cultura.
Se nota claramente que estamos ante una producción canadiense y no «made in Hollywood», donde los grandes presupuestos absorven en parte la creatividad de los guionistas, y en Canada deben exprimir al máximo el ingenio para conseguir realizar una película que nos haga reflexionar como lo han tenido que hacer los productores e implicados de cara a cumplir con lo básico.
Lo que inicialmente sirve como una bufonada, pues nadie puede discutir que una película en la que un hombre engendra «masturbandose» 433 niños no es una bufonada, acaba derivando en una película dramática cuando eñ protagonista, interpretado por Patrick Huard, comienza a interactuar con sus muy diferentes hijos, y gracias a su condición de reciente paterna, la relación de David con su propio padre (Igor Óvadis) toma un giro inesperado.
Starbuck narra en clave de humor un problema actual, pues en Norteamérica hay más leyes que regulen la adquisición de un coche de segunda mano que las relativas a la compra de esperma. Todos esos niños engendrados en laboratorios forman parte de lo que podría llamarse una «comunidad de segunda clase», ya que no tienen derecho a saber quién es su progenitor, algo en cierta medida logico, pues si dicha clausula no existiera no habrían donantes.
El largometraje emplea la trama para resaltar la idea de la paternidad, motivo por el que se ha dado protagonismo a los personajes masculinos, con Patrick Huard al frente del mismo, y haciendo hincapié continuamente en la relación padre-hijo, omitiéndose en numerosas ocasiones la figura de la madre.
Por supuesto, todo sirve de base para sentirse bien al final de la película, aunque tenga toques dramáticos y emotivos, pero no enturbian la sensación de bienestar que te produce en todo el metraje.

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