Los directores y hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne han presentado su película Le Gamin au veló (El niño de la bicicleta) en el Salón de los Espejos del Teatro Calderón.
La película nos presenta a Cyril, quien tiene casi 12 años y un único plan: encontrar al padre que le dejó temporalmente en un hogar infantil de acogida. Por casualidad, conoce a Samantha, que tiene una peluquería. Ella accede a darle cobijo los fines de semana. Cyril no quiere reconocer el amor que Samantha siente por él, un amor que el niño necesita desesperadamente para calmar su rabia.
Los hermanos Dardenne han hablado sobre la sociedad violenta en los tiempos que corren y en qué se inspiraron para hacer la obra. Luc explicó que la idea les vino de la historia real de un niño abandonado en un orfanato de Tokio (Japón). De ella conocieron numerosas anécdotas que les permitieron construir un guión que no sólo se centrara en la figura del joven abandonado, sino también en una figura femenina que le acompañase en la trama. Dos ideas abstractas como son el abandono y el encuentro del amor. Sobre esa sociedad violenta de hoy día afirmaron: «Es cierto que vivimos tiempos mucho más violentos que hace 40 años, pero no es nuestra intención mostrarla exhaustivamente».
Con relación al personaje de Samantha, Jean-Pierre aclara que a expensas de metáforas sobre el aborto o el sentimiento maternal, hace lo que hace porque el niño está perdido y reclama un amor que se vuelve recíproco y que ayuda a ambos a seguir adelante: «Samantha es la corriente cálida de la película».
Le Gamin au veló cuenta con un carácter más positivo que en sus anteriores obras ya que el protagonista, Cyril, consigue de algún modo superar la dramática situación con el amor, y la ausencia de personajes femeninos les sirve para subrayar el personaje de Samantha, aunque han insistido en varias ocasiones en que no pretendían hacer una radiografía de la sociedad, pues también hay muchos hombres que pueden querer a un niño.
Jean-Pierre y Luc se mostraron optimistas a la hora de valorar el público que acudía a ver cine de autor de su calibre, y compararon al joven protagonista, Thomas Doret, con Tintín, «pero el de verdad», entre risas a raíz del estreno de Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio.