Es el síndrome que padece, por ejemplo, Lisbeth Salander en la trilogía Millenium, para los no versados en el tema podríamos asemejarlo al autismo, y supone una dificultad en las relaciones sociales y falta de empatía hacia los demás. Vamos, que te la sopla el resto del mundo, porque con cómo está Daryl Hannah, y estaba, problemas para relacionarse sólo podría tener por su parte, los demás tendrían que estar encantados de relacionarse con ella.
Fuera comentarios machistoides, este trastorno le impedía acudir a las entrevistas y eventos de promoción de las películas, por lo que los responsables de varios estudios decidieron dejar de contar con ella para sus producciones (aunque mal no le ha ido, y ahora prepara a Fonder Heart, con Jim Fitzpatrick, y está en postproducción Eldorado, de Richard Driscoll, donde también participa, al margen de la anunciada Kill Bill 3).
«Nunca iba a programas de televisión ni a los estrenos, ir a los Óscar era muy difícil para mí, casi me desmayo al caminar por la alfombra roja. Tenía mucha fobia social, me sentía muy incómoda», explicó la actriz de títulos como Kill Bill, Two much o Splash. Aunque bueno, no es que los ejecutivos de los estudios fueron increíblemente crueles y malísimos siempre. «Me llamaban para trabajar, pero era demasiado tímida para devolverles las llamadas. Al final, un par de estudios le dijeron a mi manager que me habían puesto en su lista negra», añade. En fin, una curiosidad interesante, y más curiosa que habría sido aún si nos hubiera dicho de qué manera lo superó.
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