martes, abril 16, 2024

‘Tritones’. Cine gracioso y sin pretensiones a medio camino de algo

Las críticas de Carlos Cuesta: Tritones

Castilla y León. La Consejería de Marina pretende recuperar el esplendor perdido de la flota española tan denostada desde la derrota de la Armada Invencible. Detrás de un supuesto viaje que rememore la gesta de Cristóbal Colón cruzando el Atlántico, un grupo de desertores serán los elegidos para surcar las aguas leonesas del Bernesga y las corrientes del Duero hasta el Atlántico para llegar hasta tierras americanas. Un plan oculto del consejero esconde una misión más peligrosa, pero para el cuerpo de Tritones de Castilla y León, seguramente ellos mismos sean su mayor peligro.

Tritones es una comedia surrealista y yo diría que incluso regionalista, desde la sátira, el humor, el surrealismo y la capacidad de reírse de uno mismo y los provincianismos que le rodean. Quien conozca o al menos ubique Castilla y León ya sabe de lo surrealista de una Consejería de Marina en la Meseta y se divierte fabulando con la idea de una misión de esta envergadura para el Ejecutivo regional. Sólo faltó un cameo de algún dirigente político para rematar la jugada.
La película tiene un arranque bastante cómico, es una producción de puntos, de pequeños gags, de bromas sueltas, demasiado inconexos quizá aunque bastante divertidos, que se permite un guiño a las disputas territoriales con otras comunidades autónomas. La trama esconde cierta intriga pero no responde a las expectativas más allá de los chistes que se van sucediendo. La acción en el submarino Tritón II una vez llegan a la mar océana se resuelve de una forma simplista con una tosca animación y un mapa y puede ser que le falta algún escenario más allá del interior de la nave para que la acción no se vuelva cansina.

El director Julio Suárez Vega demuestra cierta habilidad a la hora de plantear los estereotipos de los personajes, con un contrapunto entre el capitán interpretado por Magín Mayo (muy dado a resolver las situaciones con libros prestados de la biblioteca) y el segundo, desarrollado por Juan Pajares (un tipo de Sancho irónico, resabiado y vividor cuando se puede), pero pone demasiadas esperanzas en el humor y pocas en la factura técnica, en ocasiones deficiente, y en una actuación más correcta, a veces poco espontánea.

Desde luego su mayor logro es conseguir para el proyecto a Ramón Langa, doblador de Bruce Willis, como consejero de Marina, un personaje manipulador y ambicioso que no cuenta con demasiado desarrollo en la película, aunque siempre está bien oír esa risa que ya asociamos al actor estadounidense.

Sin duda un intento humorístico notable más cercano a la calidad que se espera de un cortometraje que la de un largometraje, de hecho esta podría ser la segundo o incluso la tercera parte de una serie de historias de formato corto que culmina las nostalgias del leonés Suárez Vega acerca de unos personajes en los que ya ha metido en tantos líos como la Guerra del Golfo de 1991 y un segundo Descubrimiento de las Américas.
Esperemos que acierte más en un próximo largometraje y que otros tomen su ejemplo y retratan nuestras tierras castellanoleonesas para que todo el mundo pueda disfrutar de ellas.

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