
Aunque las escenas «de guerra» son buenas, las que recogen los conflictos internos del bando aliado son mucho mejores, especialmente las referentes a la eterna discusión entre Patton y Montgomery, dos personajes de fuerte personalidad, que chocan constantemente, en un afán personal de obtener gloria y renombre.
La acción comienza en el Norte de África, donde Patton toma el mando de las tropas americanas que acaban de estrenarse contra el Afrika Korps con resultados desoladores ( la batalla de Kasserine ). Posteriormente salta a Sicilia al mando del 7º Ejército, donde logra una gran actuación desde un punto de vista militar, pero que es oscurecida por un incidente en un hospital militar con un soldado con fatiga de combate, lo que le cuesta un año de ostracismo, y más polémicas.
Su mejor momento llegará tras el desembarco de Normandía, cuando el fluir de la batalla convierta la situación en una guerra de movimientos, donde se encuentra a gusto, rematando su actuación con una labor fundamental en las operaciones que condujeron a la derrota del ejército aleman en la ofensiva de las Ardenas.
Todo ello está intercalado con momentos personales, donde se nos muestra el lado más humano, y profundo de un personaje polémico en su día, hoy objeto de interesantes nuevos estudios, pero siempre, una de las grandes figuras del conflicto más grande de la humanidad.
La película recoge también muchas de las (en su momento muy controvertidas) opiniones y manifestaciones públicas que el general Patton hizo durante la guerra, especialmente las referidas a la colaboración con la Unión Soviética, contra la cual ya advirtió que Estados Unidos debía prepararse, pues preveía que en el mundo de postguerra, ambas superpotencias colisionarían inevitablemente.
En cualquier caso, una película clásica, que no dejará insatisfecho a nadie.