Las críticas de Laura Zurita:
Thunderbolts*
Thunderbolts* reúne un equipo poco convencional de antihéroes: Yelena Belova, Bucky Barnes, Red Guardian, Ghost, Taskmaster y John Walker. Después de verse atrapados en una trampa mortal urdida por Valentina Allegra de Fontaine, estos marginados deben embarcarse en una peligrosa misión que les obligará a enfrentarse a los recovecos más oscuros de su pasado. Este grupo disfuncional, ¿se romperá en pedazos o encontrará la redención y se unirá para formar algo mucho más grande antes de que sea demasiado tarde?.
Thunderbolts* está dirigida por Jake Schreier, con un guion coescrito por Eric Pearson y Joanna Calo. El reparto incluye a Florence Pugh, David Harbour, Sebastian Stan, Hannah John-Kamen, Olga Kurylenko, Wyatt Russell, Julia Louis-Dreyfus, Geraldine Viswanathan, Lewis Pullman, Chris Bauer, Joshua Mikel, Alireza Mirmontazeri, Violet McGraw y Eric Lange. La película se estrenó en España el 30 de abril de 2025, distribuida por Walt Disney Studios Motion Picture Spain.
La historia funciona
Un mundo sin Vengadores no implica la ausencia de superhéroes. Lo que implica, más bien, es la emergencia de otros grupos —menos ilustres, más desajustados— que, sin embargo, reclaman su lugar en el panteón de lo extraordinario. Así llegan los Thunderbolts*, ese escuadrón de figuras rotas y desplazadas que Marvel ha decidido poner bajo el reflector en su nueva apuesta dirigida por Jake Schreier, con guion de Eric Pearson y Joanna Calo.
Thunderbolts* aterriza en un momento en el que Marvel parece consciente de la fatiga evidente del género: la fórmula comienza a exhibir signos de agotamiento, y el espectador —cada vez más escéptico— ya no se conforma con capas, rayos y frases altisonantes. La revitalización del cine de superhéroes requiere una mirada distinta sobre sus protagonistas, así como una aproximación más sólida al guion y a la construcción de personajes. Un ejemplo de ello fue la estupenda Logan (James Mangold, 2017), donde el drama humano del héroe prevalecía sobre el espectáculo. Thunderbolts*, sin alcanzar el refinamiento trágico de aquella, da un paso en una dirección similar: construir una película de acción que, sin renunciar al entretenimiento, priorice la historia por sobre del artificio.
El equilibrio entre acción y reflexión
Thunderbolts* nos muestra un puñado de fracasados que se unen casi a su pesar, unidos más por la acumulación de heridas que por un propósito común. La primera mitad del film se centra en el proceso de conocimiento mutuo, con un equilibrio aceptable entre dinamismo narrativo y exploración emocional. La segunda parte los enfrenta a una amenaza concreta y propone, con cierta melancolía, que un grupo de inadaptados pueda llegar a convertirse en un equipo.
El guion de Thunderbolts* se enfoca en el universo interior de los personajes, especialmente en el de la narradora, Yelena. Hay también una subtrama política que se anuncia como relevante, pero que termina por diluirse sin resolución convincente. Aun así, el guion se esfuerza por darle densidad al conjunto, evitando las fórmulas más banales del género.
Las secuencias de combate de Thunderbolts*, aunque presentes, no dominan ni se alargan en exceso; están coreografiadas con esmero y ejecutadas sin abusar del CGI. Los efectos prácticos, junto a un montaje sobrio, ofrecen una experiencia más física, donde la acción tiene peso, fricción y consecuencias. La banda sonora se mueve con eficacia entre lo épico y lo melancólico, apoyando sobre todo los momentos emotivos, y contribuyendo a una atmósfera que prioriza el conflicto interno por encima del estruendo.
Un equipo roto
Thunderbolts* funciona sobre todo por las buenas interpretaciones del elenco, y merece la pena repasar los personajes que aparecen, muchos de ellos secundarios en otras películas de Marvel, y muy bien aprovechados en Thunderbolts*.
Florence Pugh (Yelena Belova) está estupenda, es una gran actriz y sería una gran ventaja para este universo que la sigamos viendo en pantalla, y, en Thunderbolts*, es el eje emocional y narrativo de la película. La actriz entrega un dolor contenido pero arrollador, y sostiene con naturalidad el rol protagónico dentro de una película de vocación coral.
Sebastian Stan (Bucky Barnes / Soldado de Invierno) se ha convertido en un personaje extremadamente atrayente y uno de los más queridos por la audiencia. En un momento en que su carrera atraviesa una etapa fructífera, el actor vuelve a su personaje con fuerza y contención. Su Bucky, es una sombra de lo que alguna vez fue, pero también una figura de discreta dignidad.
Wyatt Russell (John Walker / U.S. Agent) está espléndido en su papel. Da vida a un Capitán América efímero y caído en desgracia, incapaz de lidiar con su propio fracaso.
David Harbour (Alexei Shostakov / Red Guardian) encarna al superhéroe en ruinas con una mezcla precisa de patetismo y humor. Es un personaje entrañable aunque roza el ridículo.
Olga Kurylenko (Antonia Dreykov / Taskmaster), cuya habilidad para imitar estilos de combate podría ser la metáfora de una voluntad anulada.
Hannah John-Kamen (Ava Starr / Ghost) cuyo don sigue siendo su maldición. Lo que podría parecer espectacular se convierte en una fuente de dolor crónico, y su personaje está definido por esa lucha constante entre cuerpo y existencia.
Julia Louis-Dreyfus (Valentina Allegra de Fontaine) encarna con elegancia una figura manipuladora y tóxica, adicta al poder.
Lewis Pullman (Vigía), que gestiona de forma notable su personaje, y que es tanto una promesa como una amenaza. Cuanto menos se sepa de él, más efectiva resulta su carga simbólica.
Culpa y pérdida
El guion de Thunderbolts* introduce una reflexión sobre el fracaso personal, la culpa y la pérdida, a veces con palabras, y siempre de manera implícita. Cada personaje arrastra una tristeza específica, algo que los hace frágiles e incluso hace peligrar su salud mental. Es cierto que algunas resoluciones narrativas resultan previsibles y que ciertos diálogos rozan el melodrama adolescente, pero el conjunto se sostiene gracias a una idea valiente y a las interpretaciones del elenco.
Desde lo técnico, Thunderbolts* es una obra cuidada, sobria, que se permite momentos de introspección sin sacrificar el ritmo. No es solo cine de entretenimiento; aspira, y en buena medida consigue, ser también cine de reflexión. Su estética destaca por un tono oscuro, terroso y grisáceo, que se ajusta perfectamente a la subjetividad de Yelena, cuya voz guía el relato. La penumbra visual no sólo es decorativa: anticipa y refuerza temáticamente lo que más tarde será un tema central en la película.
Las escenas postcréditos
Como ya es costumbre —o deber contractual—, las escenas postcréditos hacen su aparición en Thunderbolts*. Una nos anuncia una casi broma del universo Marvel; la otra insinúa una revelación que probablemente se resolverá en el futuro. Más que epílogos narrativos, estas escenas se han convertido en ritos de fidelidad empresarial, duros tributos a las manías del estudio. Quizá alguna vez fueron gestos de cortesía hacia los devotos, pero hoy se sienten como trampas de mármol para quienes necesitan levantarse, estirar las piernas e ir al baño.
Curiosamente, en Thunderbolts* Marvel incluye, junto al elenco principal, los nombres de los dobles de acción durante los créditos. Un gesto de reconocimiento que podría anticipar —o preparar— la futura inclusión de una categoría para especialistas en los premios de la Academia. En cualquier caso, el aplauso es merecido para estos profesionales que siempre han trabajado en la sombra.
Thunderbolts* no rompe con las películas previas de Marvel, pero marca un buen camino para seguir. Pone en primer plano a personajes rotos, y los hace reconocibles y dignos. Si Marvel desea sobrevivir a la fatiga de su propia fórmula, este es el camino: el de la humanidad imperfecta, del heroísmo que requiere trabajo y sacrificios, y no solo superpoderes.
¿Qué te ha parecido la película Thunderbolts*?
Descubre más desde No es cine todo lo que reluce
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.