Las críticas teatrales de Laura Zurita:
La dama duende
La Sociedad española de Radiodifusión presenta… una pieza calderoniana que se convierte en un cuento gótico, con un ambiente que roza lo sobrenatural y de cuyas trapisondas brota un irresistible sentido del humor.
Al quedar viuda, Ángela, perseguida por las deudas de su marido y por las perniciosas normas sociales, se ve obligada a recluirse en casa de sus hermanos. Éstos la alojan enclaustrada en un departamento de la casa, al que sólo se puede acceder mediante una alacena secreta. Pero Ángela no se resigna a su suerte, y de vez en cuando sale a la calle embozada buscando un soplo de aire fresco. La fortuna hace que una tarde, durante una de sus escapadas, tope con un gran amigo de su hermano, que irá a alojarse a su casa durante unos días. Ángela tratará de comunicarse con él mediante el pasadizo secreto, lo que servirá para urdir una divertida trama de misterio, intriga, pasión y equívocos en una de las más grandes comedias de Calderón.
Esta propuesta sitúa la premisa en el Madrid de los años 50, en un estudio de radio, donde esta noche se dramatiza la pieza, que inmediatamente saltará de los micrófonos a la acción, tomando el estudio de grabación como espacio teatral donde representar la función.
La dama duende de Don Pedro Calderón de la Barca, en esta versión adaptada y dirigida por Borja Rodríguez, cuenta con un elenco de destacados actores como Silvia Acosta, Luis Rallo, Eugenio Villota, Helena Lanza, Mario Alberto Díez, Anabel Maurín, Fernando Sansegundo y Rafa Núñez. La dramaturgia de Fernando Sansegundo da nueva vida a esta clásica comedia de enredos y galanteos. Esta versión de la obra se estrenó el 29 de enero de 2025 en el Teatro Pavón.
Original, ingeniosa y divertida
La dama duende es una de las obras más populares y aplaudidas de Calderón, por su originalidad e ingenio, y sigue siendo gozosamente divertida. La obra es, de hecho, protofeminista en su contexto histórico, por la inteligencia y la audacia de la protagonista, que tiene la iniciativa y hará lo posible para salirse con la suya.
La obra tiene un texto de primer nivel. Calderón era un poeta extraordinario, y es capaz de alternar el discurso elegante de los caballeros, el lírico lenguaje del amor y el habla coloquial de los sirvientes, combinando distintas métricas y haciende que todo ello fluya de manera natural, sin esfuerzo aparente de los actores.
Los personajes de La dama duende son típicos (el caballero honrado, el criado ingenioso, la hermosa dama…), pero no tópicos, y tienen mucha autoconciencia, saben que están en una sociedad que los constriñe. Esto afecta sobre todo a las mujeres, constreñidas a vivir dentro de las reglas más estrictas, y al criado, una figura muy reflexiva y digna, dentro de sus limitaciones.
Esta versión de La dama duende es una estupenda adaptación, que respeta el espíritu original, pero también añade un toque de ingenio y actualidad. La puesta en escena de presta una capa de complejidad a la obra de enredos de Calderón de la Barca. Lo que estamos viendo es una representación de la obra en unos estudios radiofónicos. Esto permite evitar el uso de complicado vestuario de época, mientras se nos permite una representación muy clásica de la obra, en la que los actores dicen el verso con soltura, y representan la obra con fidelidad.
De esta manera, La dama duende se representa en todos sus detalles con el estilo que se espera de la obra original, en un escenario con pocos elementos. Al mismo tiempo, durante las pausas, los actores llevan sus vidas cotidianas, con frío por las calles, algún que otro coqueteo y cotilleos varios.
Doble reto para los actores
La dama duende ofrece una doble trabajo de caracterización para sus intérpretes, porque tienen que representar a actores que representan un papel. La dama duende mantiene el texto y el estilo, pero se flexibiliza el uso del espacio, los actores cantan y bailan y dan un tono fuertemente cómico a la obra, lo que casa perfectamente con el marcado tono de comedia de la obra. Hemos visto esa figura otras veces, y es un reto para los actores porque tienen que cambiar instantáneamente de actitud y voz. De cuando en cuando, además, se nos ofrecen guiños al mundo radiofónico de los años 50, y hay pausas para los anuncios, o para descanso del personal, entre verso y verso.
Tras el disfrute de unos estupendos tres actos, La dama duende ofrece un final divertido, un desenlace rápido y sorprendente, que era ya sorprendente en su época y hoy aparece remozado, pero singularmente coherente con el espíritu de la obra.
En conclusión, La dama duende nos ofrece una versión remozada de la obra original, con el aliciente añadido de ofrecernos un toque de nostalgia por la radio clásica. La obra es divertida, original y protofeminista, y una de las mejores comedias del siglo de Oro, que se disfruta igualmente en nuestros días.
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