Las críticas teatrales de Laura Zurita:
Loba
Un montaje que homenajea al séptimo arte y a las divas de la gran pantalla, en donde la emoción, el amor por el cine clásico, el humor y la pasión se desbordan, con una Bette Davis en estado puro.
Una mujer irrumpe en el Hollywood Reporter para poner un anuncio: «Madre de tres hijos. Divorciada. Treinta años de experiencia como actriz de cine. Todavía con movilidad y más amable de lo que dicen los rumores. Busca empleo estable en Hollywood». Quien la recibe no da crédito a sus ojos hasta que ella misma lo confirma: «Sí, soy yo, Bette Davis».
Esta obra es un homenaje a todas las actrices que después de toda una vida luchando, llegadas a cierta edad, son relegadas a papeles secundarios y, muchas veces, al olvido. Y ella lo sabía mejor que nadie: «Cometí errores, pero tampoco me lo pusieron fácil. Amé a los hombres, aunque ellos nunca me amaron. No de verdad. Mi padre fue el primero en romperme el corazón. Después vinieron muchos más. De unos, recibí regalos. De otros… palizas. Algunos intentaron chantajearme, echarme de Hollywood, arruinarme. Pero yo nunca tiré la toalla. No. Seguí adelante, gané la partida… y me gané el respeto del público. Al final… fui más lista que todos ellos. Por algo me llaman… LOBA».
Loba está dramatizada y dirigida por Juan de Mairena e interpretada por Mélida Molina y Carlos Troya. La obra se estrenó en el Teatro Fernán Gómez el 25 de septiembre de 2024.
Una actriz en crisis
La obra Loba, actualmente en cartel en el Teatro Fernán Gómez, nos sumerge en un viaje apasionante a través de la vida de Bette Davis. Juan Mairena ha tejido una trama en la que la actriz se encuentra con Lukas Heller, un personaje real que llegó a ser guionista de muchas y buenas películas. La obra presenta un viaje a través de la vida de Bette Davis, en un momento de crisis vital para ella. A pesar de ser una de las actrices más señeras y talentosas de Hollywood, al llegar a la mediana edad se encontró con la dificultad de conseguir trabajo, algo que reconocerán las actrices que han dejado atrás su primera juventud.
Al comenzar la acción, Davis quiere poner un anuncio para conseguir trabajo. Con eso, la actriz se encuentra con Heller, y a través de su diálogo con él se mezcla la descripción de la vida de la actriz con comentarios sobre el contexto en el que se desarrolló su carrera. En el Hollywood que daba una imagen tan luminosa, había muchas zonas oscuras en cuanto a las condiciones de trabajo de los actores, y, más aún, de las actrices.
El escenario de Loba recrea la redacción de un periódico, pero también destaca la reconstrucción del famoso cartel de Hollywood que tan bien conocemos, y que se ha convertido en el símbolo de la industria. La puesta en escena es impecable, introduciendo elementos cinematográficos que dan una profundidad a la narración y ayuda a crear una sensación de reconocimiento y nostalgia entre el público. Loba busca capturar la estética glamurosa de los tiempos, al tiempo que se mezclan elementos de modernidad al dirigirse los actores directamente al espectador.
Una Bette Davis fuerte y compleja
Loba tiene unos diálogos ágiles y llenos de ironía, coordinando sin transiciones los elementos de teatro en el formato más clásico, con rupturas de la cuarta pared. Mélida Molina captura a la perfección la fuerza, la vulnerabilidad y la complejidad de Bette Davis. Es fascinante ver cómo la actriz encarna a una actriz que reconstruye los gestos de una diva, porque tiene que jugar a ser una estrella para sobrevivir en el ambiente despiadado en el que le tocó vivir. La actriz consigue el equilibrio entre el glamour y la desesperación, la franqueza y el orgullo. Carlos Troya (Lukas Heller) la acompaña llenando su personaje de frescura e ilusión.
Siendo un sentido homenaje a la vida luchadora de Bette Davis, Loba muestra las luces y las sombras de Hollywood en los que se han considerado sus años dorados y la difícil lucha de las pioneras en la lucha por la igualdad.