Las críticas teatrales de Laura Zurita:
Adictos
Adictos somos todos…
Adictos surge de la necesidad de abordar una problemática que nos afecta a todos: ¿Hasta qué punto estamos sometidos por la tecnología? ¿Somos realmente libres? ¿Qué tipo de sociedad hemos construido? ¿Qué panorama nos plantea el futuro más cercano? ¿Realmente nos merecemos el calificativo de «seres humanos»?
Estas cuestiones, que raramente hoy se ven planteadas encima de un escenario, deben confrontarse con el público contemporáneo. La realidad de Adictos es la de la expansión progresiva de la desinformación. Una ficción cuyos personajes manifiestan inquietudes que nos atañen a todos, cuestionando paradigmas que, hasta ahora, hemos asumido como válidos y ciertos, pero que puede que escondan mentiras que estén distorsionando nuestras vidas. La transformación del personaje de Estela viene a ser una metáfora de la disposición del ser humano para cambiar de actitud.
Los autores reivindican a través de este texto la capacidad de reacción del ser humano. El punto de rebeldía que siempre es necesario para que las cosas evolucionen hacia una meta mejor, hacia el horizonte en el que todos podamos disfrutar de una vida tecnológicamente sana y socialmente libre.
Adictos se presenta en el Teatro Reina Victoria de Madrid, bajo la dirección de Mägui Mira y el guion de Juanma Gómez y Daniel Dicenta Herrera. El elenco está constituido por Lola Herrera, Ana Labordeta y Lola Baldrich.
Futurista e inquietante
En Adictos encontramos a Estela Anderson (Lola Herrera), una científica de brillante inteligencia que ha desarrollado una inteligencia artificial y busca defender un censo digital. Anderson se prepara para un acto importante con ayuda de la sofisticada inteligencia artificial que ella mismo ha creado. Sin embargo, en el momento crucial de su presentación, un incidente inesperado provoca la pérdida de la memoria de Estela.
La doctora Soler (Lola Baldricha), que está a cargo del departamento de psiquiatría en un avanzado hospital, se encarga de su tratamiento, mientras que Eva Landau (Ana Labordeta) una reconocida periodista y escritora, intenta investigar lo sucedido.
La puesta en escena de Adictos se caracteriza por su minimalismo, con elementos esquemáticos que evocan distintos ambientes. Tanto el escenario como la ropa de las intérpretes están dominados por un inmaculado color blanco, creando una atmósfera futurista e inquietante.
Adictos introduce el concepto de un «censo digital», que categoriza a la población según criterios electrónicos, estableciendo prioridades. Se plantea la amenaza de la selección social o genética en el horizonte, mientras las fronteras de la privacidad parecen desvanecerse con la información personal vertida en el mundo digital por los propios ciudadanos. Las implicaciones para la vida privada y el futuro de la sociedad son ignoradas en las acciones cotidianas, pero su efecto es acumulativo.
Gran labor de las actrices
El texto es sólido y coherente, aunque a veces cargue un tanto las tintas en lo obvio. Es entregado con profesionalidad y entusiasmo por las actrices, especialmente por Lola Herrera, quien aporta una voz clara, una dicción impecable y una presencia escénica arrolladora. La dirección prioriza el texto y la interpretación sobre los movimientos escénicos, manteniendo siempre presente a la periodista como observadora y documentadora, fortaleciendo su posición por sobre la literalidad de su presencia o ausencia. Se examinan las imposiciones de la tecnología y cómo la inteligencia artificial y su poder de cálculo puede manejar la información personal que fluye libremente, para su uso y abuso por los círculos del poder.
Adictos es una experiencia teatral de calidad, con un texto sólido y coherente y buenas actuaciones de un elenco reducido y muy profesional. Los espectadores tienen la oportunidad de disfrutar de la presencia de Lola Herrera, una gran dama que sigue brillando con luz propia en la escena.