Jessica Hausner es una directora austriaca que ha incursionado en la realización de películas en inglés. El colegio donde tiene lugar Club Zero podría ubicarse en cualquier país, porque la problemática que toca es universal.
Dorset, una escuela de élite, ha contratado a una nueva maestra carismática llamada la señorita Novak (interpretada por Mia Wasikowska), quien promociona su propia marca de té saludable y dirige un curso sobre Alimentación Consciente; este es un estudio sobre la atención plena, la meditación y el pensamiento enfocado dirigido a reducir la forma derrochadora y perjudicial en la que nos damos atracones de alimentos procesados. Los alumnos pueden obtener créditos por el curso, que parece ser una disciplina bastante poco exigente, y un chico incluso podría calificar para una beca gratuita en el siguiente año. La pasión evangélica de la señorita Novak por el tema ejerce un hechizo sobre algunos de los alumnos de su clase.
Club Zero aborda los trastornos alimenticios y la obsesión que convierte algo tan natural como alimentarse en una disciplina arcana y obsesiva. Plantea una sátira de humor negro e inclemente sobre la pedantería y el culto al traje nuevo del emperador, y la impotencia de los padres ante unos hijos mimados y sobreprotegidos. El postureo impera entre los alumnos, los profesores y los padres.

Puesta en escena fría
La fotografía es diáfana, fría y obsesiva, con interiores minimalistas y uniformes pretenciosos. La directora rueda con distancia, con una puesta en escena casi abstracta y unos actores que parecen haber sido dirigidos para actuar de forma encorsetada, reprimida y artificial. Hay actitudes, fachadas y discursos, pero vemos pocas emociones. Es muy evidente en el caso de Sidse Babett Knudsen, una actriz normalmente expresiva y convincente, que aquí es gélida en su papel de directora estricta y reconcentrada.
La señorita Novak es sin duda una figura fascinante, y es inquietante que su grupo de alumnos se fanatice de la manera en que lo hace. Preferimos creer que nuestros jóvenes, con acceso a internet, serían más difíciles de reclutar. Club Zero nos recuerda que esta, la generación más informada de la historia, no es necesariamente la que tiene más espíritu crítico. La breve incursión en las relaciones inconvenientes no tiene mucho sentido y se podría prescindir de ella, porque distrae de la línea central sin aportar mucho.
Es de agradecer que el concepto de cine de género se extienda a películas como esta, que explora los lados oscuros de la vida que llamamos normal, las sombras de todos los días, menos llamativas que el horror físico, pero más peligrosas.
¿Qué te ha parecido la película Club Zero?