miércoles, mayo 1, 2024

Crítica de ‘Cosas de niños’: Humor y mala baba sobre dos Españas

Las críticas teatrales de Laura Zurita:
Cosas de niños

Subyace en Cosas de niños una mala leche patria, de la que no han querido despegarse en ningún momento desde el proceso inicial de creación, hasta los últimos retoques de pulido en los ensayos finales. Esa mala leche, incomoda, sí, pero también provoca, ironiza, duele, avergüenza, empatiza y nos puede hacer reír desde lo más hondo de las entrañas.

Colocando al público frente a un espejo, un reality, un grupo de WhatsApp, debates y jerigonza, nuestros protagonistas (Toño y Gonzalo) se van a convertir (o ya vienen convertidos de casa) en esas dos Españas irreconciliables en la teoría, y de abrazo y convida en barra de taberna.

¿Qué mejor lugar que un colegio para hablar, incluso gritar, lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos? ¿Son Toño y Gonzalo dos niños, son adultos, son nuestra conciencia? ¿Ángel o demonio? Tenemos un recreo de 75 minutos para averiguarlo, para reinterpretarnos, o para sacar nuestras propias conclusiones.

Cosas de niños está escrita por Sergio Rubio y Alfonso Sánchez, que también la dirige. La interpretan Alberto López y Alfonso Sánchez. La obra se estrenó en el Teatro Pavón el 11 de noviembre de 2023.

Teatro - Cosas de niños

Los compadres

Alfonso Sánchez y Alberto López, más conocidos como Los Compadres, nos presentan personajes arquetípicos como Toño y Gonzalo, personificando dos Españas, dibujadas a base de frases hechas y exageración.

En Cosas de niños, dos hombres, Toño y Gonzalo, van de camino a la escuela para resolver cosas de niños, en este caso de niñas, sus hijas. Toño es ecológico y ecologista hasta la médula, y protagoniza hazañas tan quijotescas como inútiles. Es vegetariano, de izquierdas, practica yoga y meditación, llama a su hija Kenia, y va por las calles de Madrid vestido de montañero avezado.

Gonzalo vive por y para el éxito, no le gustan ni lo foráneo ni los extranjeros, practica el culto a lo rancio y a su libertad de moverse en su propio coche, y cree que cualquier tiempo pasado fue mejor, sobre todo el anterior a 1975. No es extraño que su hija se llame Leonor.

Con esos ingredientes, el encuentro entre ambos no puede otra cosa que ser conflictivo en Cosas de niños. No pueden ponerse de acuerdo en nada, cada uno de ellos ve al otro como epítome de lo más odiado y odioso. Tan incendiarios son sus diálogos, como los monólogos que cada uno tiene a costa del otro. Son, en resumen, las dos Espadas que nos romperán el corazón.

Teatro - Cosas de niños

Obra exigente

La obra es muy exigente para los participantes, con diálogos muy rápidos y monólogos largos y densos. Los Compadres están acostumbrados a este tipo de retos, y los resuelven con solvencia.

La composición de los personajes, tan exagerada, se hace con humor y muchos detalles. Solo hay que fijarse en el atuendo montaraz de Toño con esterilla de yoga amarilla y patinete incluidos, o el traje de chaqueta de Gonzalo, oscuro e impersonal, acompañado por una corbata que le llega a las corvas.

Cosas de niños es una obra llena de humor y mala baba, sobre hombres que se creen muy adultos, pero parece que jugaran a ser arquetipos. Los protagonistas, actores avezados, sacan adelante una obra con mucho texto y grandes exageraciones, creando una amable complicidad con el público.


¿Qué te ha parecido la obra Cosas de niños?

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