Las críticas de Daniel Farriol:
Passages
Passages es un drama romántico francés que está dirigido por Ira Sachs (Keep the Lights On, El amor es extraño), el cuál también co escribe el guion junto a Mauricio Zacharias (Trinta, O Céu de Suely). La historia sigue a un director de cine bisexual que tras finalizar un rodaje en París acaba acostándose con una mujer y al día siguiente se lo cuenta orgulloso a su marido. A partir de entonces, una relación apasionada, llena de celos y narcisismo se desarrollará entre Tomas, Agathe y Martin. ¿Alguien saldrá herido?
Está protagonizada por Franz Rogowski (Luzifer, Ondina. Un amor para siempre), Ben Whishaw (Esto te va a doler, Surge), Adèle Exarchopoulos (Los cinco diablos, Fumar provoca tos), Radostina Rogliano, Léa Boublil, Thibaut Carterot, Caroline Chaniolleau y Théo Cholbi. La película tuvo su estreno internacional en la Sección Premieres del Festival de Sundance 2023. Se ha estrenado comercialmente en España de la mano de Caramel Films el día 1 de Septiembre de 2023.
(Des)amor a tres bandas
Passages es un poderoso y descarnado retrato de las bajas pasiones humanas que nos habla sobre las contradicciones de un trío de personajes enfrentado al amor.
El argumento es bien simple y se centra en el triángulo sentimental formado por Tomas, Martin y Agathe que les llevará a replantearse lo que quieren y necesitan en sus vidas. Tomas (Franz Rogowski) es un famoso director de cine abiertamente bisexual que está casado desde hace años con Martin (Ben Whishaw) y, aunque su relación marcha bien, la noche del fin de rodaje de su última película termina la fiesta acostándose con Agathe (Adèle Exarchopoulos), una explosiva chica francesa que conoce en una discoteca poco después de que haya discutido con su novio. Tras esa noche de pasión, Tomas regresa a su casa a la mañana siguiente y le cuenta con orgullo lo ocurrido a su marido, el cuál no se lo toma nada bien y decide romper en ese mismo momento la relación.
Bajo esa premisa tan cotidiana y reconocible para cualquiera de nosotros, Ira Sachs construye un drama romántico (o antirromántico, según se mire) que se focaliza en los vaivenes emocionales que irán padeciendo los distintos integrantes de ese trío imposible y, más en concreto, resaltando el ejercicio de poder que hay intrínseco a cualquier relación que carece del equilibrio necesario para hacerla funcionar adecudamente. En este caso, Tomas, es un artista egoísta y ególatra que está tan acostumbrado a dictar en sus películas cuáles han de ser los movimientos de los actores en escena que por eso cree que en la vida real también puede convertir a los demás en marionetas que sigan bailando a su ritmo.
Pasión tóxica
En realidad, se trata de un comportamiento vampírico derivado de sus propias inseguridades, de una necesidad enfermiza de atención afectiva y del miedo a una soledad que lo atenaza, algo que le lleva a utilizar a todas las personas de su entorno en su propio beneficio. Recuperando una frase popular de nuestro refranero podríamos decir que el personaje de Tomas es como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer, es decir, ni quiere comprometerse en serio con nadie ni tampoco deja que los demás lo hagan con otras personas.
Una parte fundamental para que la película de Ira Sachs llegue a buen término es la manera en que la cámara de Josée Deshaies (esposa de Bertrand Bonello y colaboradora habitual de sus películas) añade texturas cinematográficas rugosas a una intimidad descarnada que necesitaba de ese realismo sucio para expresarse, sin por ello renunciar nunca a la belleza de los cuerpos y de las almas desnudas. Porque aquí el amor duele y el trío protagonista alternará los momentos de pasión desenfrenada con agrias discusiones que les llevarán a la ruptura.
Un trío de intérpretes en estado de gracia y una escena íntima antológica
Tengo que reconocer que Franz Rogowski es un tipo que habitualmente me cae simpático, pero en Passages me cuesta entender como Martin y Agathe deciden aguantar durante tanto tiempo sus insoportables neuras y explosiones de narcisismo recalcitrante, aunque si lo pensamos bien, la vida está llena de cosas inexplicables debido a la dependencia emocional que sienten muchas parejas hacia el otro, no todo el mundo está preparado para vivir en soledad.
El director pone toda la carne en el asador en las escenas de sexo, en especial, las que protagoniza la pareja homosexual días después de haber roto en un fútil intento de reconciliación. Sin embargo, más allá de esa carnalidad explícita, la mejor secuencia que nos regala la película (al menos la cuento como mi favorita) es la que acontece en el interior de una cafetería en la que se citan Martin y Agathe, a espaldas de su amante compartido.
Es una escena de planificación sencilla donde comparten un café y su conversación supone un quiebro definitivo para que Martin, sin que llegue a pronunciarlo en voz alta, tome una decisión irremediable que debería haber tomado antes para sufrir menos. De hecho, resulta admirable la capacidad del director y del trío de magníficos intérpretes al cuidar los detalles más imperceptibles del gesto para transmitir la vorágine de pensamientos contradictorios que acuden a la mente de los personajes.
El rodaje de la película de sus vidas
En apariencia, puede parecer que suceden pocas cosas en pantalla, pero Passages acaba siendo un delicado y visceral retrato de la toxicidad provocada por un amor dañino que no te deja avanzar ni ser tú mismo. Los protagonistas se convierten, entonces, en actores sin un director que les guíe en el rodaje de la película de sus vidas. Passages nos habla con desgarro sobre la necesidad de aprender a soltar lastre y sobre el tortuoso trayecto que implican las pasiones humanas, es decir, la película es un relato creíble sobre aquello que define el principio o el fin de cualquier relación sentimental.
¿Qué te ha parecido la película?
Passages
