Las críticas de David Pérez «Davicine» en el 71 Festival de San Sebastián:
La sociedad de la nieve
La nueva película de J.A. Bayona (Lo imposible, El orfanato) nos lleva a 1972. El vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, fletado para llevar a un equipo de rugby a Chile, se estrelló en el corazón de los Andes. Solo 29 de sus 45 pasajeros sobrevivieron al accidente. Atrapados en uno de los entornos más hostiles e inaccesibles del planeta, deberán recurrir a medidas extremas para seguir vivos.
Producida por Belén Atienza, Sandra Hermida y J.A. Bayona, La sociedad de la nieve está protagonizada por Enzo Vogrincic, Matías Recalt, Agustín Pardella, Esteban Kukuriczka y Tomas Wolf, con un guion de J.A. Bayona, Bernat Vilaplana, Jaime Marques y Nicolás Casariego a partir de la novela de Pablo Vierci.
La película clausuró la 80ª edición del Festival Internacional de Cine de Venecia y participa en la sección Perlak de la 71ª edición del Festival de Cine Internacional de San Sebastián. Se estrenará en Netflix en 2023.
La presión de una impecable carrera cinematográfica
Cuando un cineasta empieza su carrera debe demostrar todo lo que es capaz de hacer, pero esa presión no hace más que incrementarse cuando te llamas J.A Bayona y has triunfado en muchos géneros, demostrando siempre una gran inspiración en todo lo que dirige y asentándose ya en Hollywood como un cineasta a tener en cuenta para casi cualquier trabajo. Desde su gran ópera prima El orfanato hasta la épica serie El señor de los anillos: Los anillos del poder, pasando por la impresionante Lo imposible o la mejor entrega de la trilogía Jurassic World, siempre tenemos los ojos puestos en lo nuevo de Bayona, y La sociedad de la nieve no es una excepción.
En esta ocasión, bajo el sello de Netflix, Bayona regresa al cine español, y lo hace de forma triunfal, siendo La sociedad de la nieve la película que representará a España en la carrera por el Oscar. Para su regreso a nuestro país elige un género que ya conoce, el de la supervivencia, con el que nos deleitó con Lo imposible, siendo el tema aquí tratado igual de conocido, pues recrea el desastre aéreo más recordado de la historia.
Una historia conocida que nos mantiene en tensión
Puede que a algunos espectadores les suene la trama de la película y encuentren excesivas coincidencias con ¡Viven!, lo cual es lógico pues ambas giran alrededor del mismo fatídico acontecimiento. Es por eso que J.A. Bayona tenía ante si un gran reto, pues tenía que lograr una película que aportase algo a lo que ya habíamos visto, y fuera lo suficientemente épica y atractiva como para llegar a una nueva generación pero también sirviese de reclamo para ser vista por los espectadores más cinéfilos que hubiesen visto la citada película de Frank Marshall. Para alegría de los que amamos el cine hay que admitir que Bayona ha logrado una película excepcional a nivel narrativo, impresionante a nivel visual y excelente en conjunto.
Una película como la que se presenta debe ser capaz de inspirarnos con la historia de superación de los protagonistas de esta tragedia, pero también debe tener el impacto y la tensión suficiente para que desde un primer momento estemos agarrados a nuestra butaca (o sofá) y acompañemos a los supervivientes en su día a día por no desistir y conseguir salir de las montañas donde acabaron accidentalmente. Todo eso se logra con gran acierto gracias al toque que solo Bayona es capaz de dar a las historias reales de superación humana, pero también por su impecable puesta en escena, habiendo tenido lugar el rodaje de la película en Sierra Nevada (Andalucía), Montevideo (Uruguay) y en distintas localizaciones de los Andes (tanto en Chile como en Argentina) incluyendo El Valle de las Lágrimas, localización real donde sucedió la historia.
Tragedia colectiva con historias individuales
No hay drama que se precie que no requiera de una buena descripción de personajes, y aunque el peso de la historia de La sociedad de la nieve recae en el drama colectivo que sufren los pasajeros de este vuelo, durante la primera parte de la película se encargan de realizar una buena descripción de las personalidades y el pasado de los pasajeros, siendo uno de ellos el elegido para contarnos la historia como voz en off.
Bayona no se olvida de nadie, y si bien los pasajeros fallecidos y los que nos dejan durante el camino tienen menos peso en la trama de la película, no quiere que nadie caiga en el olvido, por lo que crea un fuerte vínculo emocional entre todos ellos y el espectador, cediendo alguna frase de diálogo incluso a quienes nos dejan pronto, demostrando su interés en todos ellos al ir recordando el nombre y la edad de cada uno de las personas que fueron muriendo desde que se estrelló el avión. Un recurso que podría haber resultado meramente anecdótico y casi emocional por la corta edad de muchos de ellos, pero resalta el interés del director de poner de manifiesto que más allá de los supervivientes deben permanecer en nuestra memoria los nombres de quienes nos dejaron, encajando perfectamente con el tono general de la película.
El cineasta opta por poner en primer plano a los personajes, somos conscientes de sus rostros y sus voces, pero no necesita de un reparto repleto de rostros conocidos, siendo casi todos ellos el resultado de una acertada elección de jóvenes actores argentinos y uruguayos, quienes para los espectadores son realmente quienes sobrevivieron a esta tragedia y no quedan ensombrecidos por los nombres de quienes los interpretan.
Una tormenta visual que arrasa con todo
Estamos ante una historia humana de superación, pero sería imposible que destacase por encima de otras películas de este género si no fuera por todo lo que se aporta alrededor de la forma de contarla pero también la manera de mostrarla. Bayona pone todo sobre la mesa cuando debe hacer que nos abrochemos el cinturón para no caernos del sofá al comenzar las turbulencias, también cuando debemos sentir dolor ante las consecuencias del accidente y logra que se nos encoja el estómago ante las inclemencias que deben afrontar los personajes. Todo conseguido con un alarde de efectos especiales y un maravilloso empleo de la cámara dotando a la película de un realismo tan impresionante que sentimos frio incluso con altas temperaturas.
Algo que no cogerá por sorpresa a ningún espectador que conozca la historia original es que los supervivientes tuvieron que recurrir al canibalismo para sobrevivir, y las secuencias han sido rodadas de forma sutil para no marear al espectador, pero con gran dramatismo y efectividad como para que nos sintamos mal. No hace falta ver como se corta la carne humana, quedando fuera de plano esa parte pero sintiendo el dolor y la tensión en los ojos de los pasajeros que lo ven directamente con repulsividad inicial pero sabiendo que su propia vida está en juego. La manera de mostrar cómo deben hacer frente a quien se comen para sobrevivir es plasmada y recalcada en varias escenas, haciéndonos partícipes de sus decisiones y de su manera de enfocarlo para hacerlo más llevadero.
Como es habitual en el cine de Bayona, la banda sonora y los efectos sonoros juegan un papel vital, y si bien el ruido de las tormentas que acompañan a los supervivientes cada noche, el crujir de la nieve cuando buscan abrirse camino y el afilado cristal cortando la carne son evidenciados gracias al maravilloso empleo de los recursos sonoros, bien priorizados sobre la magnífica e inspirada banda sonora de Michael Giacchino.
En resumen, La sociedad de la nieve es una película de superación humana que nos emociona sin necesidad de centrarse en el morbo, demostrando Bayona la gran visión que tiene para centrar la atención en los personajes, quienes no quedan en un segundo plano ocultos tras una impecable propuesta visual.