viernes, abril 19, 2024

Crítica de ‘El cazador de recompensas’: Un discreto wéstern de Serie B

Las críticas de Daniel Farriol:
El cazador de recompensas

El cazador de recompensas (Dead for A Dollar) es un wéstern estadounidense que está dirigido por Walter Hill (Wild Bill, El último hombre). La historia sigue a Max Borland, un veterano cazarrecompensas que es contratado por un hombre adinerado que asegura que su mujer ha sido secuestrada y retenida en Nuevo México por un desertor del ejército.

Está protagonizada por Christoph Waltz (El consultor, Big Eyes), Willem Dafoe (Nosferatu, Siberia), Rachel Brosnahan (El espía inglés, La maravillosa Sra. Maisel), Hamish Linklater, Warren Burke, Brandon Scott, Luis Chávez y Benjamin Bratt. La película se presentó en España en el marco del BCN Film Fest 2023, fuera de concurso. Se ha estrenado de la mano de A Contracorriente Films el día 5 de Mayo de 2023.

El idilio de Walter Hill con el wéstern

A sus 81 años, el director californiano Walter Hill ha regresado al que es su género favorito: el wéstern. Aunque su nombre está más asociado al cine policíaco o de acción, el cineasta siempre se ha declarado fan incondicional de John Ford, al que considera una de sus grandes influencias, y es por eso que a lo largo de su carrera ha visitado el Lejano Oeste en diversas ocasiones como Forajidos de leyenda (1980), Gerónimo, una leyenda (1993), Wild Bill (1995), la serie Los protectores (Broken Trail) (2006) o el piloto de Deadwood (2004).

Es más, esa pasión suya consta igualmente presente en propuestas adscritas a otros géneros, ya sea a través de la ambientación fronteriza de Traición sin límites (1987), de la deslocalización urbana a ritmo de musical de Calles de fuego (1984), donde cambiaba caballos por motocicletas, o desde la violencia crepuscular en la venganza de Johnny El Guapo (1989) o, aún más evidente, de El último hombre (1996), que era un remake de Yojimbo (Akira Kurosawa, 1961) ya adaptado a wéstern en Por un puñado de dólares (Sergio Leone, 1964), y dónde Hill convirtió a vaqueros en gángsters en plena época de la Ley Seca.

El cazador de recompensas incide en todo eso con un relato clásico sobre héroes y villanos que rememora a sus adorados Ford, Peckinpah o Leone, pero reivindicando por encima de todos la figura de Budd Boetticher, un prolífico director de wésterns de bajo presupuesto de los años 50-60, que es a quién dedica su película.

El cazador de recompensas

Un guion con tópicos actualizados

El cazador de recompensas nos sitúa en la Texas de 1892 a través de la historia de Max Borlund (Christoph Waltz), un veterano cazarrecompensas que es contratado por Martin Kidd (Hamish Linklater) con la misión de encontrar a su esposa Rachel (Rachel Brosnahan) en algún lugar de Nuevo México adónde dice ha sido llevada en contra de su voluntad por Elijah Jones (Brandon Scott), un soldado afroamericano que desertó del ejército y la ha secuestrado. Borlund acepta el dinero sin demasiadas preguntas y se pone en marcha aún intuyendo que el ricachón que lo ha contratado no es trigo limpio.

Para esa misión de rescate estará acompañado por el Sargento Alonzo Poe (Warren Burke), un viejo amigo de Jones en el ejército que dice saber exactamente dónde se encuentra escondido el fugitivo. Por otro lado, también seguiremos los pasos de un pistolero llamado Joe Cribbens (Willem Dafoe) quién intentará no meterse en líos y rehacer su vida como jugador de cartas al haber cumplido condena en prisión tras haberlo detenido precisamente Borlund unos años atrás. Los caminos de los dos hombres se volverán a cruzar en un pueblo dominado por la tiranía de Tiberio Vargas (Benjamin Bratt) y será difícil eludir la confrontación vengativa.

El argumento ofrece pocas novedades respecto a cualquiera de los wésterns de sobremesa que pueden verse cada día en algunos canales televisivos con la salvedad de que posee una mirada más acorde a nuestros tiempos en cuanto a la descripción del personaje femenino central o del tratamiento racial.

El cazador de recompensas

Un reparto de lujo para un filme de Serie B

Lamentablemente, El cazador de recompensas no se hallará entre los trabajos más recordados del director. Por un lado, existen demasiados personajes y subtramas que reclaman la atención del espectador sin profundizar en ninguna de ellas, lo que acaba dispersando la acción. Por otro lado, el tono crepuscular aderezado con la ambientación polvorienta y decadente de un Nuevo México corrupto no encaja con el tono ligero casi de buddy movie que tiene el viaje emprendido por Borlund y Alonzo. El guion hubiera necesitado de un par de vueltas más para ajustarlo todo mejor.

Aún así, la presencia de intérpretes de relumbrón otorga cierta vistosidad a este wéstern de Serie B que muestra su mejor vertiente a través de algunas set pieces de acción como el tiroteo final en el pueblo. Tanto Waltz como Defoe cumplen con su cometido y aportan carisma a un duelo crepuscular entre pistoleros que han escogido un distinto lado de la ley. Los actores deben lidiar en determinadas escenas con secundarios terriblemente sobreactuados que incluso podrían llegar a provocar alguna risotada inesperada, pero quien de verdad terminará acaparando la atención del filme es Rachel Brosnahan interpretando a esa mujer empoderada que no renuncia a su libertad.

El cazador de recompensas acaba siendo un entretenimiento cándido solo apto para los fanáticos más acérrimos del wéstern de bajo presupuesto que ponderaba la figura de Budd Boetticher o de aquellos tebeos de bolsillo popularizados en los años 70, sin embargo, difícilmente calará hondo en el público actual.

El cazador de recompensas


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El cazador de recompensas

5.5

Puntuación

5.5/10

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