sábado, abril 27, 2024

Crítica de ‘Irati‘: Magia en un mundo en transición

Las críticas de Laura Zurita:
Irati

Siglo VIII. El cristianismo se extiende por Europa mientras las creencias paganas desaparecen. Ante el ataque del ejército de Carlomagno, atravesando los Pirineos, el líder del valle pide ayuda a una diosa ancestral. Mediante un pacto de sangre, derrota al enemigo dando su vida a cambio, pero antes hace prometer a su hijo, Eneko, que protegerá y liderará a su pueblo en la nueva era. Años más tarde, Eneko afronta esa promesa con una misión: recuperar el cuerpo de su padre enterrado de forma pagana junto al tesoro de Carlomagno. Pese a su fe cristiana, necesitará la ayuda de Irati, una enigmática pagana de la zona. Los dos jóvenes se adentrarán en un extraño e inhóspito bosque donde “todo lo que tiene nombre existe”.

Irati está escrita y dirigida por Paul Urkijo Alijo e interpretada por Edurne Azkarate, Eneko Sagardoy, Itziar Ituño, Nagore Aranburu, Elena Ruíz, Iosu Eguskiza, Kepa Errasti, Iñaki Beraetxe, Iñigo Aranbarri, Ramón Agirre, Miren Tirapu, Aitor Barandiaran, Gaizka Txamizo, Patxi Bisquert, Karlos Arguiñano e Iñigo Aranburu. La película se estrena en España el 24 de febrero de 2023 de la mano de Filmax.

El mundo mágico y las creencias humanas

Irati se centra en la transición que tenía lugar alrededor de la fecha de la acción, desde las religiones politeístas y animistas de los pueblos bárbaros hacia el cristianismo como religión de estado. Una idea subyacente y fecunda es que el mundo mágico depende de las creencias de los humanos, y que la evolución en los hábitos religiosos significará un cambio de era en el mundo.

En este sentido, Irati parece suceder en el mismo universo que «Avalon», la maravillosa serie de novelas de Marion Zimmer Bradley, que sigue el mismo proceso de transformación en las islas británicas, entroncándose con la tradición artúrica. Tanto en «Avalon» como en Irati se respira un tono de nostalgia, y el mundo animista se describe como cálido y honesto. En Irati, además, el mundo cristiano se presenta en contraste como áspero, fanático y brutal, de una forma algo maniquea y totalmente innecesaria, porque la película hubiera funcionado igual con una caracterización más matizada del cambio de atmósfera religiosa.

Espada y brujería

Irati se enmarca dentro del género de espada y brujería, o de fantasía medieval, y se nutre de los componentes típicos del género: caballeros, castillos, magia, tradiciones y profecías. Como telón de fondo nos encontramos múltiples elementos de la imaginería mitológica vasca, hermosos y sugestivos, pero echamos de menos algo de contexto para entender a fondo su presencia y su encaje en la historia.

En este universo mágico impera un sentido fatalista del destino, y el libre albedrío está condicionado a la magia, porque las profecías van a cumplirse indefectiblemente, aunque con giros inesperados. Y así sucede cuando la magia interviene en la batalla de Roncesvalles, en la que se consigue la victoria a un precio terrible. Eneko, que llevaba una vida tranquila en un valle aislado, ve su vida cambiar con la muerte de su padre en esa famosa batalla.

Muchos años después, cuando Eneko vuelve para ser señor de sus tierras, se ve enfrentado a luchas de poder y una amenaza muy cierta, recibiendo una ayuda inesperada de la mano de Irati. Ella es una mujer solitaria, muy integrada con su mundo y sus bosques, y parece sentirse cómoda en un universo en el que la magia forma parte de la vida cotidiana. Lleva a Eneko a un viaje alucinatorio lleno de peligros, del que saldrá como alguien muy diferente.

Un mundo de fantasía atractivo

Irati está rodada con un excelente sentido del ritmo y de la narrativa. Gracias a un acertado diseño de producción, crea un mundo de fantasía lleno de enigmas y promesas, con recovecos a los que se nos permite echar un ligero vistazo, pero que guardan sus secretos. Tanto el bosque como el río o las cuevas tienen un aspecto orgánico y mágico, que aportan a la Irati buena parte de su atractivo.

Los efectos especiales resultan convincentes y originales, porque están hechos con mucho ingenio. En ocasiones se nota que se trabaja con un presupuesto limitado, pero durante la mayor parte de la cinta esto se compensa con inventiva y profesionalidad. La caracterización de los actores, su maquillaje y vestuario son también muy efectivos. Buscan, más que la reconstrucción minuciosa desde el punto de vista histórico, la belleza y el misterio, a tono con el universo donde transcurre la película.

En este universo de leyenda los personajes tienen tintes épicos y representación de mitos, más que de realismo. Eneko (Eneko Sagardoy), de hecho, responde a este reto con una actuación hierática, con pocos matices, que lo harían más atractivo y se echan de menos. Su compañera, Irati (Edurne Azkarate) tiene un personaje más interesante, fascinante y salvaje como el universo mágico de la película.

Irati es una película de espada y brujería, que evoca un mundo de maravillas y conjuros en los hermosos paisajes de la nostalgia.


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Irati

7.5

Puntuación

7.5/10

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